Dramione One Shots 2

Veinticuatro horas

  Draco se movió en la cama y estiró el brazo para buscarla. En cuanto la notó sonrió y se incorporó para besar su cuello.
  —Hermione... —oyó una risita y deslizó la mano por su cadera, por encima de la sábana.
  —Draco... —ella se retorció girándose para mirarle.
  —Buenos días.. —canturreó dejando un rastro de besos por su cuello. Ella buscó sus labios y le besó con necesidad.
  —¿No tuviste suficiente con lo de anoche? —preguntó divertida mirándole.
  —Contigo nunca tendré suficiente —se limitó a decir antes de apoderarse de su boca.

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  Salió de su apartamento sin dejar de sonreír, no podía apartar la sonrisa de su boca, no después de esas últimas veinticuatro horas con ella.
  La cita había sido increíble de principio a fin, nunca había estado más orgulloso de cómo había salido todo...

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  Se peinó una vez más, no acababa de convencerle su pelo. Tenía que estar perfecto. Se echó un vistazo a sí mismo y suspiró, estaba como siempre, su aspecto era el mismo. ¿Dónde estaba su seguridad?
  Agarró su varita metiéndola en el interior de su traje y se puso el abrigo. Ese día era un día especial, ese día por fin iba a conseguir una cita con Hermione Granger.

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  Después de haber estado con ella la gente le parecía más humana, no sabía lo bonita que era la vida hasta que la había descubierto a ella. Todo parecía más barato, más limpio, más alegre... Y él se sentía valiente, valiente como nunca antes.

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  Estaba muy nervioso, muy tenso, casi histérico, porque de verdad quería que ella aceptase. Llevaba muho tiempo obsesionado con ella, le gustaba, le gustaba mucho, podía incluso atreverse a decir que estaba enamorado de ella, y esas sensaciones tan nuevas hacían que se sintiese más inseguro que nunca.

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  Había salido del apartamento para irse a trabajar sin peinarse, sin ponerse la corbata y sin ser capaz de quitarse esa sonrisa de bobalicón. Esa sonrisa que no abandonaba sus labios solo porque había estado con Hermione.
  Ella era todo lo que había soñado, todo lo que llevaba anhelando desde que se habían hecho amigos en el año de regreso a Hogwarts. No podía creerse que por fin estuviesen saliendo.

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  Llamó a la puerta conteniendo la respiración.
  —Adelante —se escuchó desde dentro. Draco abrió la puerta y metió la cabeza para observar a la chica, sentada en su escritorio mirando sus papeles con atención.
  —Buenos días... —saludó intentando controlar el temblor en su voz. Ella levantó la cabeza y, al verle, una sonrisa iluminó su rostro.
  —Ah, hola, Draco, ¿qué tal? —preguntó emocionada—. Pasa y siéntate —sonrió señalando las sillas frente a su escritorio. Él sonrió de vuelta y se sentó frente a ella.
  —Nada muy relevante... —Hermione seguía rellenando papeles mientras le escuchaba—. Simplemente me preguntaba... Bueno, si tú querrías... Ya sabes... Saliracenarconmigo —terminó de decir deprisa y corriendo. Hermione dejó de escribir y subió la cabeza mirándole estupefacta.
  —¿Salir? ¿Contigo? ¿A cenar? —balbuceó incrédula.
  —Solo si quieres... —se rascó la nuca nervioso—. Si estás ocupada, lo entiendo, yo...
  —¡No! —exclamó.
  —¿No? —preguntó él levantando una ceja.
  —Quiero decir, sí —titubeó ella.
  —Sí —repitió sin saber muy bien a qué se refería.
  —Sí, saldré contigo, a cenar, esta noche —repitió tan nerviosa como él—. ¿Esta noche? —preguntó asegurándose.
  —Sí, esta noche. Bueno, si te viene bien, si no podemos...
  —¡No! —cortó—. Esta noche es perfecto, salimos juntos así que podemos ir desde aquí —añadió suavemente.
  —Bien —respondió él sonriendo.
  —Sí —ambos se miraron con la sonrisa nerviosa.
  —Vale... Paso a buscarte a las... ¿Siete? —ella asintió.
  —De acuerdo —respondió. Draco se levantó estirándose la chaqueta
  —Bien, vale, hasta la hora del almuerzo, Hermione —se despidió yendo hacia la puerta.
  —Adiós —susurró ella.
  Draco salió cerrando la puerta a su espalda.
  —¡Bien! —murmuró para sí mismo antes de marcharse a su despacho, sin saber que detrás de la puerta Hermione había hecho exactamente lo mismo.