Siempre vas a ser Granger

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Septiembre, 1999. Ministerio de Magia, Departamento de Aplicación de la Ley Mágica.

  Pronunció de nuevo su nombre para sus adentros y cerró los ojos un momento. La guerra había terminado, ya no había nada que fuese peligroso, decir su nombre en voz alta ya no traería consecuencias nefastas, ya no sentía escalofríos por la espalda por miedo a que su padre se enterase. Ahora era un hombre libre, no había prejuicios y su padre iba a estar encerrado en Azkaban durante muchos años.

  Draco tragó saliva mientras la miraba, había pasado casi un año desde que la había visto por última vez, desde que sus miradas se habían cruzado en el juicio, pero ella seguía tan increíble como siempre.
  —¿Qué haces aquí, Draco? —su pregunta fue casual, compartiendo una leve sonrisa con él, pronunciando su nombre y no su apellido. Draco intentó controlar sus pulsaciones, realmente era lo mejor que le había pasado en mucho tiempo.
  —Bueno, no quiero vivir de lo que dejó mi padre —respondió metiéndose las manos en los bolsillos, más nervioso de lo normal—. Vengo por la entrevista, ya sabes —aclaró mirándola.
  —¿Para el Departamento de Aplicación de la Ley Mágica? —preguntó sorprendida, soltando una risa incrédula—. Eres consciente de que yo dirijo este departamento, ¿verdad? —Draco se encogió de hombros.
  —No me importa, incluso podría haber sido consciente —era el departamento que más le interesaba pero si realmente estaba allí era porque ella dirigía ese departamento. Se le escapó una sonrisa y se sorprendió al ver que ella sonreía de vuelta.
  —Bueno... —murmuró mientras sacaba una carpeta—. Así que estás aquí por la entrevista... —Draco se puso nervioso y se pasó la mano por el pelo.
  —¿Tú me vas a entrevistar? ¿Con nuestro pasado? —preguntó incrédulo.
  —Puedo ser perfectamente imparcial —respondió ella indignada. Se miraron casi retándose—. Además, no te atreverías a protestar por eso —le miró furiosa—. Nunca admitirías ante nadie que estuviste saliendo con una sangre sucia —la palabra le hizo cerrar los ojos con dolor. Sangre sucia. No la había vuelto a escuchar desde que habían acabado los juicios—. Te conozco y sé que no te gusta hablar de tus errores —masculló ella.
Draco volvió a mirarla y negó con la cabeza.
  —He cometido muchos errores en mi vida, Granger, pero ese no es uno de ellos.

Marzo, 1997. Hogwarts, baño de la tercera planta.

  Su voz sonaba cercana y cariñosa.
  —Todo va a estar bien —susurró acariciando su pelo—. Solo tienes que aguantar, Malfoy, aguanta —el dolor era inimaginable. El aire olía a sangre, su sangre.
  Draco convulsionó, retorciéndose en su regazo e intentó concentrarse en el par de ojos marrones que lo miraban. Veía sus rizos rebeldes en contraste con la luz de la lámpara sobre ellos. Sus labios se movían pero no podía escucharla.
  Sintió que le caía agua, como si lloviera. Eran lágrimas, pero no eran suyas, ella estaba llorando por él. Cerró los ojos y sintió una inusitada felicidad.
  Lentamente todo se fue volviendo borroso y acabó desvaneciéndose en la oscuridad.

Febrero, 2000. Ministerio de Magia, despacho de Draco Malfoy.

  Una pila de papeles cayó sobre su escritorio.
  —Tiene que estar listo para el lunes —declaró Hermione mientras Draco miraba la pila de papeles.
  —¿Todo eso? —se quejó al verlo.
  —Órdenes del Ministro, Malfoy —la expresión de Hermione fue imperturbable.
  —¿Qué es? —preguntó mientras cogía la primera hoja de la pila.
  —Testimonios de muggles que han visto criaturas mágicas. Ordénalos y desecha todo lo que no sea relevante.
  —¿Eso no es problema de la Sección de Testimonios? —protestó mirándola.
  —Había una reunión en el Ministerio muggle y varios diplomáticos lo vieron —informó Hermione claramente molesta—. Simplemente trata de ordenar este desastre.
  —Sí, señorita Granger —respondió Draco suspirando. Si quería impresionarla tendría que ser a través del trabajo duro.

Dramione One Shots 2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora