El insomnio se cura apostando

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  Hermione daba vueltas por la habitación nerviosa, sin saber si Ron tardaría mucho en volver. Justo en ese momento su prometido apareció frente a la cama y ella le miró ansiosa.
  —¿Y bien? ¿Qué ha dicho? —preguntó mordiéndose el interior del carrillo. Ron la esquivó y se dirigió a la sala de estar—. Ronald —insistió ella, siguiéndole—, ¿estuvo de acuerdo en darnos más tiempo? —Ron se dejó caer en el sofá y Hermione perdió la paciencia—. Por el amor de Dios, ¡CONTÉSTAME! —gritó ella. Necesitaba saber si les aplazaba el pago del préstamo o si para pagar su boda iba a tener que vender los pendientes heredados de su abuela y su reloj de oro, regalo de sus padres al cumplir los 20 años. Se guardó las ganas de matar a Ron por apostar sus ahorros en un estúpido juego de cartas—. ¿Estuvo de acuerdo?
  Ron la miró con sus brillantes ojos azules, parecía realmente molesto y ella se sintió incómoda de repente.
  —El hurón no quiere el dinero —escupió Ron con asco—. Él te quiere a ti —Hermione palideció ligeramente—. Él eliminará la denuncia si tú pasas una noche con él —terminó de decir, poniéndose cada vez más rojo—. Deberías haber visto la sonrisa en su estúpida y sangrienta cara cuando dijo que podíamos hacer un acuerdo permanente, que podría pedir todo lo que quisiera si a cambio estaba dispuesto a saldar la deuda contigo —cerró los ojos furioso—. Estuve a punto de matarle.
  Hermione se sentó en el sillón, justo frente a Ron, sin entender qué podría querer Draco de ella después de tanto tiempo... Le tomó una fracción de segundo tomar la decisión aunque juntar el valor para decírselo a Ron no fue fácil.
  —Lo voy a hacer —afirmó con determinación.
  —¡¿Qué?! —exclamó él, enrojeciendo más.
  —Es una noche, Ron, solo una noche, y todo estará resuelto —extendió su mano para ponerla sobre su rodilla cariñosamente—. Solo una noche y no nos costará nada.
  —¿Qué no nos costará nada? ¿Crees que saber que mi prometida está teniendo sexo con ese... Ese gilipollas no me costará nada? —Hermione sabía que su novio estaba enfermo, que su adicción al juego era una enfermedad, y sabía lo difícil que era para él, pero en esos momentos únicamente tenía ganas de estrangularlo.
  —Tú eres el que se gastó todo nuestro dinero en ese estúpido juego, Ron —siseó—. Y encima en la sala de juego de Malfoy, ¡de todos los sitios posibles te endeudaste con él!
  ―¡Creía que podría ganar! —se defendió.
  —Mira —Hermione suspiró molesta—, vamos a dejarlo aquí —y se puso de pie dando la discusión por terminada.
  —¿A dónde vas? —preguntó Ron aún enfadado.
  —A prepararme —contestó yendo hacia la habitación—. Y envíale una lechuza a Malfoy y descubre dónde quiere que nos veamos —gritó mientras comenzaba a preparar una pequeña mochila para llevarse las cosas que necesitase.
  Oyó a Ron seguirla y sintió sus ojos clavados en su espalda cuando se apoyó en en marco de la puerta de la habitación.
  —¿Crees que no sé que esto tampoco te parece tan terrible? —pero ante la asesina mirada de Hermione, él envió la lechuza.

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  Se duchó usando un gel corporal muggle que dejó su piel ligeramente perfumada y sedosa; se aplicó un poco de maquillaje y se peinó el cabello en un elegante moño, asegurándolo con un alfiler de plata que iba a juego con sus pendientes; se vistió con cuidado, combinando sus mejores ropas de seda azul con un abrigo que Harry y Ginny le habían regalado. Hermione se miró al espejo y sonrió contenta al verse. Estaba realmente... Elegante.

  Antes de salir, al llegar a la puerta del dormitorio, se detuvo, volvió a su tocador, abrió su joyero y sacó el reloj que le habían regalado sus padres. Era ridículamente caro pero era hermoso, y los zafiros en el brazalete coincidían con el azul de su vestido.
  Se permitió por un segundo ser consciente de que iba a dormir con Draco y no pudo evitar sonrojarse al recordarlo.
  Sacudiendo la cabeza se aseguró el reloj alrededor de su muñeca, como si fuese un amuleto.
  —Estás preciosa —oyó a Ron y se dio la vuelta.
  —Gracias. No quiero darle ninguna excusa para hacer uno de sus comentarios de que no somos tan ricos como él —explicó, aunque ambos sabían que ella solo estaba contando la mitad de la historia, había algo en verse con Draco que la ponía tremendamente nerviosa.
  Ron le dio la dirección a la que debía ir y ella tomó un puñado de polvos flu y lo arrojó a las llamas mientras se preparaba mentalmente para verlo.

Dramione One Shots 2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora