Un pequeño milagro

4.9K 161 22
                                    

  A EMDupreeBlyton, que me pidió un One Shot sobre el nacimiento de Rose.

———————————
———————————

2 semanas

  Draco se desveló y dio un brinco asustado al despertarse en mitad de la noche.
  —Hermione... —susurró asustado buscando a su mujer. Ella se movió dormida y él suspiró respirando más tranquilo. Odiaba tener pesadillas pero por suerte siempre estaban relacionadas con ella y al verla allí, tumbada junto a él, automáticamente se tranquilizaba.
  —Mmm... ¿Estás bien? —farfulló ella medio dormida, sin abrir los ojos.
  —Sí, amor, no te preocupes, ha sido una pesadilla —tranquilizó dándole un beso en la frente antes de tumbarse junto a ella y abrazarla.
  —¿Con el bebé? —preguntó con la cara contra su cuello. Él sonrió, le conocía tan bien... Besó su cabeza y se apoyó con la intención de volver a dormirse—. Si no contestas es que llevo razón —Draco sonrió más y Hermione se dio la vuelta dándole la espalda y agarró su mano para después ponerla sobre su plano vientre. Draco la abrazó y se apoyó en su nuca—. Nunca nos perderás, no te agobies —y no hizo falta mucho más para que se relajase, la tranquilidad de que estaba con su mujer y su futuro hijo bastó para que la tensión de la pesadilla se desvaneciese y pudiese respirar calmado.

  Su bebé, el hijo que iba a tener con Hermione. Seguía sin hacerse a la idea de que eso fuera a suceder, que en menos de nueve meses fuera a ser padre. Cerró los ojos y suspiró feliz, era lo mejor que le había pasado en la vida, algo que quería gritarle al mundo.
  Sin embargo aún era medio secreto, únicamente lo sabían Luna y Theo, ni siquiera se lo habían dicho a Ginny o Harry y mucho menos al resto de los Weasley o a sus padres.
  Había algo que les hacía querer guardar para ellos la noticia, como si fuese su pequeño milagro personal. Aun así ambos sabían que tenían que decírselo a Hans y Jean Granger, el frente que más asustaba a Draco, y a Narcisa Malfoy, el que le daba verdadero pavor a Hermione.

  La afición de Hermione por los libros no disminuyó durante el embarazo y tan solo una semana después de saber que serían padres fue a varias librerías en las que estuvo rebuscando en las secciones de 'Embarazo' y 'Cuidado de niños'.
  Aquella tarde de lunes, cuando llegó a casa después del trabajo, dejó caer una pila de libros mágicos y muggles exageradamente alta sobre la mesa del comedor.
  —¡Ya está! —anunció satisfecha—. Deberíamos hacerlo —determinó acercándose al sofá, donde Draco estaba tumbado, para darle un beso.
  —¿Hacer qué? —preguntó él, que estaba leyendo un libro de quidditch.
  —Hola, cariño —él sonrió y se sentó esperando que ella se sentase a su lado. Hermione sin embargo se sentó sobre sus rodillas y se colgó de su cuello.
  —Hola, nena, ¿qué tal la tarde? Se me ha hecho raro que no estuvieses aquí cuando he llegado —dejó el libro en la mesita de café y se reclinó con ella cogida.
  —He estado por ahí... —respondió sonriendo divertida.
  —¿Qué es lo que deberíamos hacer? —repitió recordando su anterior pregunta.
  —Leer —respondió. Él levantó una ceja y la miró extrañado. Hermione se levantó y se acercó a los libros que acababa de traer.
  —Ya leemos, de hecho estaba leyendo ahora mismo —repuso mirándola.
  —Ya lo sé, bobo, digo leer libros sobre bebés —resolvió abriendo uno de los libros—. Oh, Draco —suspiró—. Mira estos libros, son maravillosos, te lo cuentan todo, y las fotos son increíbles.
  Draco se puso de pie y se acercó a ella. Miró por encima de su hombro intentando averiguar qué era eso que estaba fascinando a su mujer. Ante él había una foto en color de un embrión de cinco semanas y Draco tragó saliva. Esa cosa era semitransparente, con forma de renacuajo, con las manos y pies semejantes a las extremidades de un tritón y los ojos grandes, redondos y negros. Flotaba suavemente en una piscina de líquido amniótico y parecía que le estaba saludando.
  Su primer pensamiento fue de sentir algo de grima mezclada con la incredulidad de que eso pudiera convertirse en un ser humano, pero entonces sintió una repentina y abrumadora ola de miedo, emoción y orgullo al pensar que esa pequeña criatura amorfa debía parecerse mucho a lo que estaba creciendo dentro de Hermione en ese momento. Y eso era de ellos, era su propio hijo. De repente, y sin previo aviso, sus ojos se empañaron y una lágrima errante escapó a pesar de que él intentó detenerla.
  Hermione lo vio y, sonriendo afectuosamente, pasó el brazo alrededor de su cintura abrazándolo con fuerza.
  —Lo sé, amor —susurró ella mirándole con cariño—. Lo sé —le besó en la mejilla y frotó su espalda. Draco la miró y sintió tantas emociones encontradas a la vez que se limitó a abrazarla y a estrecharla entre sus brazos.

Dramione One Shots 2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora