Atreverse a decir 'te amo'

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  Draco miró hacia la gran ventana que llevaba observando durante una semana. Podía distinguir un ligero movimiento detrás del cristal mientras la persona ocupante del apartamento desarrollaba su vida cotidiana en su interior. Solo quería echarle un vistazo a ella, eso sería suficiente para él en esa fría noche de noviembre.
  Sabía que era patético pero igualmente caminó hasta el árbol de siempre y se apoyó ignorando las curiosas miradas de los transeúntes. Hacía mucho frío y se frotó las manos mientras se arremetía en su abrigo. Una vez más iba a ser una larga noche.

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  Hermione se quedó mirándole a traves de la ventana, parapetada tras la cortina, viéndole mirar hacia arriba, hacia su apartamento. Ella suspiró mientras le veía apoyarse resignado y mirar en su dirección.
  Había pasado más de una semana desde que había cortado su relación con él. Lo volvió a pensar y seguía sin saber si había tomado la decisión correcta. Draco era tan... Cerrado, jamás le había dicho nunca que la quería y seguía negándose a hacer pública su relación con la excusa de no exponerla... Y eso había acabado por agotarla.
  Y no es que Hermione no tuviera sus reservas sobre revelar su relación a todo el mundo mágico, porque las tenía, pero aun así quería hacerlo. Sin embargo, Draco se había negado en innumerables ocasiones, argumentando que no quería que nadie la juzgase por salir con un exmortífago.

  Se preguntaba si quizá era por Narcisa, esa mujer había estado buscando activamente una esposa para su hijo, aparentemente soltero, durante cinco años y Draco había rechazado a todas y cada una de las mujeres ya que, en secreto, había estado saliendo con Hermione.
  Él la quería, ella lo sabía, pero quería que se lo dijese, que se atreviese a decirlo, que pudiesen decirlo públicamente... Durante un tiempo pensó que con estar con él era suficiente pero al parecer no era así y, aunque en ese instante estuviese destrozada, estaba segura de que no podía continuar escondiendo su relación como si fuese algo delictivo.

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  Draco conocía a Hermione mejor que ella misma y sabía que no volvería con él sin conseguir lo que más deseaba.
  También sabía que podía perderlo todo si declaraba públicamente su relación con ella, su madre se enfadaría y todo sería un desastre... Pero lo cierto era que eso no le importaba, y tampoco lo que pensasen los demás, él amaba a Hermione, el único problema era que nunca se lo había dicho, no era capaz de vencer su miedo a decirlo a pesar de que ella se lo había dicho en innumerables ocasiones.

  Hermione no había tenido nunca ningún problema en afirmar que le quería, incluso llegó a confesar que estaba enamorada de él, pero a Draco le costaba demasiado hablar, él no era el tipo de persona abierta que expresaba sus sentimientos con facilidad, él prefería demostrarle cuánto le importaba con pequeños actos. Al parecer esas declaraciones no verbales no eran suficientes y llegaba un punto en el que las palabras significaban más que acciones. Ella solo quería escucharle decirlo y él lo sabía, pero no era capaz, por mucho que lo intentase no le salía.

  Cuando el viento comenzó a levantarse, él retrocedió unos pasos, se sentó dentro de un portal y se acomodó para pasar la noche. Como llevaba haciendo desde hacía una semana y como pensaba seguir haciendo aunque se muriese de frío.

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  No supo cuándo se había quedado dormido pero de repente un ruido le despertó y él lo primero que pensó fue que a lo mejor era Hermione. Abrió los ojos y su euforia desapareció cuando se encontró cara a cara con Harry Potter. El chico le miró suavemente, acto con lo que Draco no estaba familiarizado lo más mínimo y que le desconcertó.
  —¿Qué quieres, Potter? —preguntó con la voz ronca.
  —Tienes que moverte, Malfoy —dijo él mientras miraba hacia atrás, hacia la ventana de Hermione.
  —Me voy a quedar aquí aunque tarde un mes o un año —dijo con firmeza.
  —¿De qué se trata todo esto? —suspiró cansado.
  —Eso es algo entre Hermione y yo, Potter —contestó tajante.
  —¿Hermione? ¿Desde cuándo la llamas Hermione? —su voz sonó sorprendida.
  —Escucha, Potter, no estoy aquí para contarte nuestros problemas de pareja —refunfuñó poniéndose de pie y volviendo a mirar hacia el apartamento de Hermione, donde la luz ya estaba apagada.
  —¡Merlín, Malfoy! ¿Tú y Hermione? —se escandalizó Harry.
  —Sí, ha sido mi novia durante los últimos años —respondió Draco afligido, pasándose la mano por el pelo y notando como el frío había calado sus huesos.
  —¿Los últimos años? ¿Habéis estado juntos durante años? —repitió sin acabar de creérselo.
  —Bueno, hemos estado juntos durante... Dos años y medio pero ella me dejó la semana pasada —tragó con dureza y volvió a mirar hacia su apartamento.
  —¿Por qué? —preguntó aún sorprendido pero, sobre todo, curioso.
  —Porque soy demasiado idiota para ceder a su petición de hacer público lo nuestro... Y ella se ha cansado —respondió enfadado consigo mismo y sintiéndose un completo imbécil.
  —Decidir permanecer bajo su ventana no es la idea más inteligente, te creía más listo, Malfoy —Draco le habría insultado pero el chico pasó un brazo por sus hombros y le miró mientras sus ojos brillaban divertidos.

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  Hermione cogió la cucharilla y removió su café mientras cogía su ejemplar de El Profeta, que la lechuza había dejado en su mesa, para hojearlo. Sin embargo únicamente pudo leer el titular porque con eso su boca ya se abrió de par en par:

LA NUEVA CHICA MALFOY

  Debajo del titular había una foto de ella y Draco sonriendo alegremente a la cámara, en una foto que recordaba perfectamente ya que era de su priner aniversario. Sintió que sus ojos se llenaban de lágrimas mientras observaba al animado Draco inclinarse y besarla suavemente. Impactada pero dominada por su curiosidad siguió leyendo el texto debajo de la foto.

  Querida señorita Granger, su novio, el señor Draco Malfoy la echa mucho de menos y le pide que mire por la ventana cuando reciba esta edición de El Profeta. Una vez que se asome encontrará las pruebas de lo mucho que el señor Draco Malfoy la quiere y lo comprometido que está con su relación.

  Hermione dejó caer el periódico y corrió hacia la ventana, dejando escapar un grito agudo mientras observaba la escena debajo de ella: Draco estaba de rodillas en medio de la calle, con la mirada fija en su ventana y una sonrisa nerviosa en su rostro. En su mano llevaba una pequeña caja negra abierta. Miró a la pequeña multitud que se había reunido y sonrió más aún: detrás de él estaban Harry, Luna, todos los Weasley, sus compañeros del Ministerio, Theo, Pansy, sus padres y... Narcisa.
  —¡Hermione! —gritó Draco mientras su voz resonaba con eco a causa de lo que seguro era un encantamiento Sonorus—. Te quiero, de verdad que te amo y no tengo miedo de gritárselo al mundo, no después de que esta semana sin ti haya sido la peor de mi vida. Hermione Granger, ¿te casarás conmigo? —ella se apresuró a abrir la ventana y a asomarse.
  —Oh, Draco... Sí, sí, me casaré contigo —gritó mientras las lágrimas caían por su rostro y la multitud, incluida Narcisa Malfoy, aplaudía entusiasmada.

  Él se levantó y entró rápidamente al portal de su casa pero no llegó ni a subir dos escalones cuando ella ya se había tirado contra él para abrazarle.
  —Te amo, Hermione, te quiero —susurró contra su pelo mientras la estrechaba con fuerza.
  —Yo también a ti, Draco —respondió besándole con euforia.
  Habían sido dos semanas infernales pero al fin él se había atrevido a decirle que la amaba y sabiendo lo mucho que le costaba eso era todo lo que necesitaba.

Dramione One Shots 2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora