Dramione One Shots 2

Mamá, papá, ¡estoy embarazada!

  Rose vio como Lorcan temblaba de pies a cabeza mientras él y su padre quitaban la mesa.
  —¿Qué te pasa? Estás un poco rara —preguntó su madre.
  —¿Qué? No, no, solo un poco... Cansada —sonrió y Hermione asintió conforme.
  —Bueno, ¿qué tal la vida de casada? —preguntó la mujer mientras preparaba el café.
  —Pues... Bien, solo llevamos un mes, no ha dado tiempo a mucho —afirmó ella mordiéndose el labio.
  —Ya, bueno, un mes llevábamos casados nosotros y mira, ocho meses después naciste tú —bromeó Hermione. Si tan solo supiera lo irónico de su afirmación...

—————30 años antes—————

  Draco detuvo el coche en la puerta de la casa de sus suegros. Hermione le miró y él seguía con las manos en el volante y la mirada perdida.
  —Vamos, Draco no es tan terrible —suspiró ella—. Además la que está embarazada soy yo y a quienes vamos a decírselo es a mis padres —resolvió mirándole.
  —Y a quien van a castrar es a mí... —dijo con un hilo de voz.
  —Por Merlín... —resopló Hermione saliendo del coche.
  —Cariño, entiéndelo, venimos a casa de tus padres a decirles en su cara que vamos a tener un hijo —argumentó bajándose también.
  —Mis padres te adoran —afirmó ella mirándole con los brazos cruzados.
  —No lo suficiente para que no quieran matarme por acostarme contigo —rebatió poniendo de nuevo esa cara de agonía.
  —¡Eres mi marido! Saben que nos acostamos —exclamó cansada de tener la misma conversación.
  —Pero es diferente intuirlo que tener pruebas. Ahora lo sabrán sin ninguna duda... —murmuró viendo su futura muerte. Ella puso los ojos en blanco y se agarró a su brazo mientras ambos caminaban hacia la casa.
  —Por favor, ni que fuésemos a tener un hijo con quince años, ya estamos casados... —no entendía el drama por decírselo a sus padres, al resto de personas se lo había dicho estando muy orgulloso.
  —Sí, desde hace un mes... Definitivamente voy a morir joven —se pasó la mano por el pelo cuando llegaban a la puerta. Ella se separó para mirarle antes de llamar al timbre y le agarró las manos.
  —Cariño, yo también estoy nerviosa pero tienes que estar tranquilo porque van a estar entusiasmados con la noticia —aseguró. Él hizo una mueca.
  —No estaría yo tan seguro —Hermione negó con la cabeza y le besó rápidamente.
  —Confía en mí.

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  Aquel sábado Rose y Lorcan habían ido a comer con ellos y mientras ellas hacían el café, ahijado y padrino quitaban la mesa y llevaban las cosas a la cocina con la ayuda de Erin.
  —¿Y qué tal la jubilación, Draco? —preguntó algo nervioso Lorcan cogiendo las copas.
  —Bueno, bien. Lo cierto es que a veces me aburro un poco —respondió mientras ambos volvían a entrar a la cocina—. Pero muchas veces tengo a Hyperion o estoy con Erin.
  —Sí, mientras la señora Malfoy está en el trabajo solemos jugar al ajedrez —añadió Erin que iba detrás de ambos.
  —Sí, y me gustaría saber dónde aprendiste a jugar así porque eres endemoniadamente bueno —protestó Draco mientras el elfo asentía divertido.
  —Solo me ha ganado tres veces —afirmó sonriendo y haciendo reír a Lorcan.
  —El café ya está —informó Hermione cuando vio a los tres entrar en la cocina. Agitó la varita para llevar las tazas hasta el salón.
  —Bien —Draco besó su mejilla y dejando los últimos platos y a Erin a cargo de la cocina, los cuatro volvieron al salón.
  —¿Y vosotros qué tal en el trabajo? —preguntó Draco abrazando a Hermione por la cintura mientras ambos se sentaban en el sofá. Lorcan y Rose se miraron y ambos se dieron la mano.
  —El trabajo bien, papá, pero... Tenemos que deciros una cosa —Rose cogió aire—: mamá, papá, ¡estoy embarazada! —exclamó.
  —¡Enhorabuena! —exclamó Hermione levantándose para abrazar a ambos. Draco, sin embargo, se quedó quieto mirando al infinito.
  —Gracias, mamá —ambas se abrazaron.
  —¿De cuánto estás? —preguntó Hermione entusiasmada.
  —De unos diez días —respondió la chica tan ilusionada como su madre. Lorcan, que la abrazaba, también parecía muy emocionado—. Es un niño.
  —Oh, me alegro tanto por vosotros —suspiró Hermione. Ambas se miraron sonrientes pero entonces Rose se percató del estado casi catatónico de su padre.
  —¿Papá?