Buenos días, señorita Granger

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  Hermione salió precipitadamente de su casa, una vez más no le había dado tiempo a desayunar por las prisas.
  Voló hasta llegar al Ministerio y entró precipitadamente para llegar a su despacho. Recorrió el pasillo rápidamente y se detuvo frente a la puerta de su despacho.
  —Buenos días, señorita Granger —la voz de Draco hizo que se girase totalmente nerviosa.
  —Oh, buenos días, Draco —susurró mirándole fijamente.
  —¿Una vez más llegas corriendo? —sonrió de lado y ella asintió mordiéndose el interior del carillo.
  —Me quedé despierta hasta tarde y...
  —Ni te molestes en explicarte, ya imagino que has vuelto a quedarte trabajando o leyendo y esta mañana has salido corriendo —acompañó sus palabras de un levantamiento de cejas que hizo que ella asintiese algo sonrojada—. Y supongo que ni habrás desayunado —ella volvió a asentir y Draco no pudo controlar una carcajada y entonces mostró el brazo izquierdo, el cual tenía detrás de la espalda, y se lo puso delante de la cara—. Café con leche y un toque de vainilla —anunció sonriente.
  —Oh, Merlín, Draco, gracias —agarró el vaso ilusionada y él sonrió satisfecho.
  —De nada —ella le miró y dudó pero le dio un rápido beso en la mejilla antes de entrar en su despacho dejando a Draco con una sonrisa brillante.

—————————

  Se despertó y miró el reloj mientras bostezaba. Las siete de la mañana, muy pronto para levantarse un domingo pero no lo suficiente para volver a dormirse.
  Cerró los ojos y suspiró, ese día cumplía 21 años... Se hacía mayor.

  Un fuerte picoteo en el cristal hizo que abriese los ojos y se incorporase. Tanteó en la mesilla y cogió su varita para abrir la ventana y dejar pasar a la lechuza que, seguramente, traía la felicitación de alguno de sus amigos.
  El ave se posó junto a ella y estiró la pata; después se dejó acariciar y salió volando.
  Hermione frunció el ceño al ver a la lechuza, no la reconocía como la de Harry, Ginny, Luna o Ron.
  Desplegó la carta rápidamente y la leyó.

Buenos días, señorita Granger, y feliz cumpleaños. Espero que tengas un magnífico día.
Draco.

  Sonrió al leerla, le parecía sorprendente que recordase su cumpleaños. Sin embargo, su sorpresa aumentó más aún cuando soltó la carta: esta comenzó a producir humo y, finalmente, se convirtió en una bonita flor de pétalos rojizos.
  —Draco Malfoy, eres increíble... —murmuró cogiendo con cuidado su regalo y sin poder evitar sonreír.

——————————

  Hermione suspiró y se frotó los ojos. Qué sueño... Definitivamente tenía que dejar de dormir tan poco.
  Entró en el Ministerio y se sorprendió al ver a todos los trabajadores disfrazados.
  Aun así no le dio importancia, ignoró al mundo y subió rápidamente a su planta.
  —Buenos días, señorita Granger —el saludo le hizo dar un bote y, al mirar hacia atrás, se encontró con Draco, que, apoyado en la pared, bebía de una taza que ocultaba su sonrisa.
  —Por Merlín, Draco, qué susto... ¿Se puede saber qué haces ahí parado? —preguntó bruscamente.
  —Lo que suponía —murmuró él sonriendo abiertamente.
  —¿Lo que suponías? ¿Qué suponías? ¿Que pasa? —preguntó impaciente.
  —Hermione —comenzó él calmadamente—. ¿No ves como voy vestido? —preguntó. Ella le miró de arriba a abajo y se dio cuenta de que no llevaba sus habituales trajes sino un esmoquin extraño—. Tan lista y sin embargo... —rió él—. Vampiro, concretamente el clásico de la literatura muggles que, obviamente, no tiene nada que ver con los de verdad —explicó.
  —Hoy es Halloween, ¿verdad? —preguntó ella dándose cuenta de lo que él intentaba decirle. Draco se dio un golpecito en la nariz y Hermione dejó los ojos respolando—. Mierda, lo había olvidado... Y esta noche será la fiesta...
  —Exacto, y eso es lo que yo suponía —los ojos de Draco seguían brillando divertidos.
  —Detesto que siempre sepas lo que voy a hacer —increpó Hermione, aunque no pudo evitar sonreír ligeramente.
  —Deja de ser tan previsible —Draco se encogió de hombros.
  —Uf, ¿y qué voy a hacer? Kingsley especificó que quería que todos los trabajadores del Ministerio fuésemos disfrazados para así... ¿A dónde vas? —interrumpió su queja para preguntar porque Draco echó a andar hacia su despacho.
  —No te preocupes, sabía que se te olvidaría y cuando encargué mi disfraz también encargué el tuyo —explicó abriendo la puerta y entrando. Ella correteó detrás de él y cuando entró, Draco sacaba de una bolsa una percha de la que colgaba un vestido—. No sabía que disfraz te iba a gustar pero supuse que querrías algo discreto.
  Hermione se acercó fascinada al vestido que él sujetaba.
  —Draco... —el vestido era de color azul translúcido.
  —Parecerás cualquier clase de criatura fantástica similar a una nifa, pensé que te gustaría.
  Hermione le miró totalmente impactada.
  —¿Seguro que sabes lo que significa discreto? —preguntó con un hilo de voz. Él rió y tuvo poco tiempo antes de que ella le abrazase—. Gracias, muchas gracias —él correspondió al abrazo y cuando se separaron le dejó el vestido en los brazos.
  —De nada, Hermione —ella le miró colorada como un tomate y salió de su despacho.

Dramione One Shots 2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora