Emilio.
Estoy muy borracho, puedo sentir mis nervios y emociones alteradas y tener a Joaco delante mío con ese aspecto de chico sexy perdido me hace querer hacer cosas de las que no estoy cien por ciento seguro.
Nos hemos quitado los enormes trajes de sumo y hemos decidido seguir nuestra fiesta privada en la sala de la casa. Joaquin es muy gracioso, me hace reír con facilidad. Pero vamos a ver, estoy tan pedo que hasta el peor comediante del mundo me haría partir de risa.
- Ya se va acabar la noche y no me has puesto mi castigo.
- Que desesperado. Se me ha ocurrido algo, pero no creo que sufras mucho con eso.
La mirada de Joaquin se enciende, sus hermosos ojos desprenden un brillo que no le había visto antes, quizás es por el alcohol, pero noto el deseo en sus pupilas.
- No me pidas cosas de las cuales no estés seguro. Estoy tan borracho que no creo que pueda detenerme.
- No te adelantes Vaquero. Ni si quiera sabes que te voy a pedir y ya te estas poniendo ansioso. Esta noche se vale todo, estamos tan ebrios que si nos pasamos de la raya le podemos echar la culpa al alcohol.
Mi cuerpo y mi corazón son los que están hablando por mí, el miedo que esta en mi cabeza lo tengo callado, ahogado. No quiero que salga y me haga arrepentirme de lo que Joaquin me hace sentir, no quiero que arruine esta noche que quiero pasar con él.
Volteo mi mirada hacia el sillón que esta enfrente de mí, donde mi compañero de aventura esta sentado. Veo como termina su cerveza, tira la botella a un lado y pasa su lengua por su labio inferior retirando el liquido que había quedado en el. No se si se esta haciendo el niño bonito a propósito, pero siento que me esta seduciendo, se esta comportando diferente, quiere llamar mi atención y lo esta logrando, joder.
- Estas muy lindo Joaquin. - ¡Mierda! Lo he pensado o lo he dicho en voz alta.
Cierro mis ojos, la vergüenza se dibujo en mi rostro, la noto. Siento como unas manos me tocan la mejilla, es Joaquin. Toma mi barbilla y me hace que lo mire. El corazón golpea mi pecho de manera desesperada.
- ¿Qué me estas haciendo Joaquin?
Él sigue acariciando mi mejilla, no me dice nada, son sus ojos los que me hablan, los que me dicen las ganas que tiene de mí, lo mucho que me quiere y todo lo que esta dispuesto a hacer por nosotros.
- Te quiero besar Emilio, pero no quiero presionarte...
- Yo también. - Lo interrumpo.
Era lo mas real que había dicho en los últimos días, el impulso de mi cuerpo era muy fuerte, mis labios me pedían los suyos, y sin pensármelo más me acerque tímido, despacio, sin dejar de mirar sus ojos, mi pulso estaba en las nubes. Joaquin se quedo inmóvil, esperando que yo llegara a su encuentro y así lo hice. Puse mis tímidos labios sobre los suyos, una y un millón de sensaciones estallaron en mi cuerpo. No me moví, él tampoco lo hizo. Nos quedamos así unos segundos boca con boca, disfrutando el momento, sintiéndonos tan íntimamente. Pero quería más.
Empecé a abrir mis labios con cuidado, torpe e inseguro, note como él también lo hacia. El beso se volvió cada vez más real, mi boca mojaba su boca, pude sentir como puso su mano en mi nuca, atrayéndome un poco más. Quizás no era el mejor beso que había dado en mi vida, pero era magia pura. No podía describirlo de otra manera, nunca me había sentido así.
- Emi... Yo. - Joaquin interrumpió el beso, sus ojos miraban sus manos.
- No digas nada, yo también quería besarte y por eso lo hice. - Me detuve un momento, dándome el valor para seguir hablando. - Y quiero que me cuides esta noche, como lo hiciste el otro día. Quiero que protejas mis sueños, solo que no quiero que lo hagas desde una silla, si no en mi misma cama. Quiero dormir contigo, sin que pase nada entre nosotros, solo quiero sentirte, que me abraces y me cuides. Quiero que me protejas y me hagas sentir seguro y tuyo, solo eso Joaco, ese quiero que sea tu "castigo".
Hable tan rápido que me quede sin aire, sin aliento, y sin darme cuenta Joaquin ya me tenia en sus brazos, abrazándome tan fuerte como si quisiera con su abrazo unir todas mis partes rotas, arreglarme y hacerme sentir bien, y lo lograba.
- Que castigo tan más bonito, si es así quisiera vivir castigado todo los días de mi vida, - Bromeo.
Y las risas aparecieron de nuevo, haciendo el momento todavía más especial de lo que ya era. Las manos de Joaquin acariciaban mi cabello, yo inhalaba el aroma de su pecho, la voz de mi cabeza estaba casi muda, mientras mi corazón gritaba a todo pulmón, haciéndome sentir que estaba haciendo lo correcto, que esta era mi realidad, mi feliz realidad.
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Muchas gracias por los lindos comentarios. Los apreció mucho.
Nos leemos mañana.
Pues actualizare yeeeei.
@soportearistemo Anahi.
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10 días - Emiliaco
Teen FictionSi el amor de tu vida te olvidara, ¿Estarías dispuesto a quedarte hasta que te recuerde?