Joaquin.
La casa esta obscura y en silencio, solo puedo escuchar mi respiración acelerada y el espasmo de mi cuerpo por las lagrimas que he llorado. Me siento lastimado, me siento herido. No puedo creer lo mucho que me dolió recordar el infierno que ha sido esta historia. Emilio es el amor de mi vida, la persona que me ha llenado de felicidad, pero también la que más me ha lastimado.
No se que hacer. Esto se esta yendo a la mierda. Se supone que yo soy el optimista en todo esto, el que esta luchando para que este amor no se acabe, para recuperarnos los dos. Pero no estoy seguro de si quiero seguir en esta batalla, arriesgando mi felicidad, poniendo primero a Emilio ante todos; Antes que a mi familia, que a mis amigos, que a las personas que me han querido, ponerlo antes que a mi mismo. Este amor es egoísta, me ciega, me hace estúpido. No quiero rendirme, pero estoy cansado. Cansado de ser yo él que lucha, él que entrega todo sin miedo, él que arriesga su vida sin esperar nada a cambio, estoy cansado de ser el incondicional.
Noto mi boca seca, necesito tomar un poco de agua. Sin ganas salgo poco a poco de mi cama. Todavía es de madrugada, el ruido del lago se escucha casi de manera inaudible, me produce una tranquilidad repentina.
Abro la puerta de mi habitación, y el corazón se me rompe por la mitad. Emilio esta tirado en el suelo, acurrucado contra su propio cuerpo. Un leve gemido de asombro y preocupación sale de mi boca.
No puede ser, mi pequeño bebe esta mal.
Me acerco de manera apresurada a su rostro, sus respiraciones son tranquilas, se a quedado dormido esperando que yo le respondiera del otro lado de la puerta, se quedo aquí esperando por mí. Mi corazón da un vuelco sin permiso, la ternura de este gesto me cala hasta lo más profundo de los huesos. Me hace recordar que no solo soy yo quien sufre en esta historia.
Paso mis brazos por su cuerpo, levantándolo de un tirón y acurrucandolo en mi pecho. Él hace un ligero movimiento, pero no despierta. El aroma natural de su cabello llega a mi nariz de manera bienvenida, me hace sonreír involuntariamente.
Me quedo viendo unos segundo su rostro relajado, es tan bonito, por un momento me olvido de todo el show de terror que vivimos hace unas horas y me concentro solo en el hombre que tengo entre mis brazos.
Lo recuesto con mucho cuidado en su cama, no quiero despertarlo. Soy tan torpe que en un movimiento apenas brusco sus ojos me descubren, se funden con los míos. En su mirada puedo ver lo confundido que esta, parpadea un par de veces tratando de ubicarse. Estoy tan cerca de él, que puedo escuchar lo rápido que esta latiendo su corazón.
-Yo solo te traje a tu cama, estabas acostado en el suelo, y... - No se que más decir, las lagrimas que aparecen en su rostro me congelan.
Por un momento no se que hacer, en su mirada hay tanto miedo.
-No te vayas Joaquin no me dejes.
Mi pulso se va hasta el cielo. Quiero abrazarlo, quiero consolarlo, quiero decirle que todo estará bien.
-No me dejes de querer por favor.
El corazón se me achica, no quiero seguir así. No quiero que Emilio sufra, yo no quiero sufrir. Esto esta mal, no quiero seguir con esta mierda, quiero amarlo.
Me siento en la cama, le agarro la cara dulcemente con mis manos, su labio inferior tiembla por el llanto, quiero morderlo, quiero comerle la boca, pero me controlo. No quiero confundirlo, no quiero lastimarlo todavía más de lo que lo hice esta noche.
-Yo nunca te voy a dejar de querer Emi, no podría. Mi corazón es tuyo tontito, no pienses esas cosas.
Emilio apenas puede hablar, el llanto hace que su voz se entre corte.
ESTÁS LEYENDO
10 días - Emiliaco
Teen FictionSi el amor de tu vida te olvidara, ¿Estarías dispuesto a quedarte hasta que te recuerde?