Emilio
Sentía un zumbido en mi oído, como si estuviera aturdido, intente no ponerle mucha atención y omitir esta situación a mi acompañante, no quería preocuparlo.
Estaba muy entusiasmado, Joaquin me pidió que me pusiera ropa deportiva porque íbamos a hacer una pequeña parada en un gimnasio cerca de la casa de Valle de Bravo antes de que llegara el medio día. A mí me encanta hacer ejercicio por lo que me pareció de lo más fructífero incluir a estos diez días un pequeño momento para moldear el cuerpo y hacerlo junto a mi niño pone esto mucho más interesante.
Entramos al lugar y sorprendentemente no hay tanta gente. Debe ser porque es sábado al medio día.
-¿Estas listo para el calentamiento?
-Yo siempre estoy listo para subir la temperatura contigo Joaco.
Me encantaba hacer este tipo de comentarios bobos con Joaquin. Pues me sentía con la plena confianza de decir cualquier estupidez que se me pasara por la cabeza sin temor a ser juzgado o criticado por él, pues estaba más que confirmado para mí que el apreciaba cada una de las versiones de mi personalidad.
Varias repeticiones de estiramientos y estábamos listos para empezar. El cuerpo de Joaquin en ese pantalón de deporte me tiene babeando. Creo que por momentos sigue sin caerme bien el veinte de lo mucho que me gusta.
-No me canso de admirarte.- Se lo suelto así sin más. Porque se me pega la gana hacerle un cumplido. Sus mejillas sonrojadas despiertan mis ganas de comérmelo a besos aquí mismo. Pero intento controlarme. Vinimos hacer otro tipo de ejercicio después de todo.
-Tú también te ves muy bien.
Los dos sonreíamos como dos bobos. Y caí en cuenta que jamas me había sentido así de enamorado. Joaquin me atraía físicamente era claro, pero mi amor por el iba mucho más allá. Con él todo era más sencillo, hacer el desayuno, despertar tarde, ir al gimnasio, perder la memoria e intentar recuperarla, valoraba cada cosa de él y lo bien que me hacia quererlo.
Joaquin
Estaba muy nerviosa por la locura que estaba apunto de cometer en un par de horas. Cuelgo el teléfono con Azul, me dice que ya tiene todo listo en el lugar donde quedamos en vernos por la tarde.
Se me ocurrió traer a Emilio al gimnasio a entrenar un poco de box. Se que a él le encanta practicar este deporte, hasta tiene una pera de box en su habitación. Una vez me dijo que practicar con los guantes le ayudaban a tranquilizar sus nervios y como eso era justo lo que necesitaba en este momento decidí matar dos pajaros de un solo tiro.
-¿Nos aventamos una pelea con guantes o te da frió?- Su expresión cambia al instante. Su cara de felicidad me deja complacido.
-Pero por supuesto Joaquin. ¿Tú también boxeas?
-Le hago el intento. Una vez me recomendaste un maestro de box, pero como me quedaba bien lejos y mi torpeza y yo nomas fuimos a hacer el ridículo lo deje por la paz.
-Oh, o sea que te voy a dar una paliza.
-Quien sabe.¿Quieres apostar quien paga la comida?
-Va, va. Contigo me atrevo a todo.
Me quedo congelado. Se me viene a la mente el dialogo que Temo le dijo a Aristoteles el día de la declaración. Miro a Emilio y lo noto totalmente perdido en su emoción poniéndose los guantes, por lo que decido ignorar la asociación que acabo de hacer y concentrarme en preparar mis manos. Se que no tengo oportunidad para ganarle a Emilio pero igual haré el intento.
Era alucinante ver los movimientos de Emilio. Estaba totalmente perdido en como las gotas de sudor le alborotaban más sus chinos. Era simplemente un banquete para mis ojos. Sabia que me iba a costar trabajo concentrarme a la hora de enfrentarlo, pero no tome en cuanta lo sensual que se pondría toda esta situación, haciendomelo todo mas complicado.
-¿Estas listo?- Ambos tenemos colocados nuestros protectores para el rostro. Esta más que claro que ninguno de los dos tiene intención de lastimar al otro, nos estamos tomando toda la situación con tintes sexys y cómicos.
-Muy listo. - Alzo mis guantes en señal de defensa. Emilio solo sonríe.
Uno, dos, y tres round después. Terminamos tirados en la lona, riéndonos de todas las veces que casi me caía.
-Esto no es lo tuyo bonito.
-Tú eres lo mío.- Por impulso me quito mi casco protector, hago lo mismo con el de Emilio y fundo mis labios en los suyos.
Justo ahí tirados en la lona del gimnasio, dándonos un beso digno de película. El sudor nos recorría el rostro, pero eso era lo que menos nos importaba. La adrenalina de la pelea previa nos tenia el corazón realmente acelerado. A pesar de la gente que había a nuestro alrededor estábamos metidos en nuestra propia burbuja personal, donde solo existían las ganas inmensas de amar al otro.
-Tu pagas la comida
-Claro que si mi amor... Te invito está y todas las comidas de nuestras vidas.
-Acepto mi Joaquin, acepto.
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No me pude resistir en meter algo sobre la clase de box que menciono Joaco ayer en la entrevista de Roger. Espero les haya gustado mucho.
El final esta cada vez más cerquita.
¿Están listos?
Les amo. Gracias por compartir la historia.
Anahi @soportearistemo
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10 días - Emiliaco
Teen FictionSi el amor de tu vida te olvidara, ¿Estarías dispuesto a quedarte hasta que te recuerde?