XVIII

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¿Cuánto tiempo había pasado ya?

¿Un mes? 

Un mes... 

Un mes desde que Solar se había convertido en la amiga de Byul Yi. Fue extraño al principio, ninguna sabia que decir o hacer, ¿qué es lo que hacen los amigos? ¿Hablar? ¿Salir a tomar el té o leer juntos? Solar no lo recordaba, ¿cuando fue la ultima vez que tuvo un amigo?

Pero aun con todas aquellas dudas y "problemas" Solar salia adelante, haciendo que su amistad prosperara con calma, pasaban cortos tiempos hablando de todo y de nada a la vez, si, estaban incomodas la mayor parte del tiempo pero fueron acostumbrándose. 

En la hora del desayuno Solar se encontró sorprendida cuando encontró a la plateada por primera vez en el comedor, sentada a la cabeza con su plato ya servido y una copa de vino frente a ella, parecía haber estado esperando durante mucho tiempo, ese día Solar había decidido despertar tarde para tomar el almuerzo y no el desayuno. 

Se disculpo una y otra vez por haber llegado tarde y hacerle perder tiempo a Byul, pero con un poco de irritación y molestia la Monarca había dicho que estaba bien. Al días siguiente Solar despertó temprano y se vistió lo mas rápido posible, salio a toda prisa por los pasillos y se encontró con la plateada esperándola para tomar el desayuno. 

Después de esos días, se les hizo una costumbre desayunar juntas, al terminar, Byul se excusaba y regresaba a su trabajo para después volver a reunirse a la hora de la cena. 

Solar descubrió que Byul era de pocas palabras, que su fuerte era escuchar, claro, también hablaba y cuando lo hacia era terriblemente sincera, sin andar entre ramas, y siempre decía lo que le molestaba, eso molestaba a la castaña pero pronto comprendió que esa era la forma de ser de Byul, eso le hacia ser ella misma. 

Había días en los que Solar visitaba a la plateada en el estudio, con un suave golpe de advertencia, la castaña, pasaba y estaba algunas horas alrededor de Byul, había reclamado como suyo el asiento junto a la ventana, donde las pocas horas de luz entraban y calentaban su piel, a veces llevaba con ella un libro, leía en silencio mientras Byul trabajaba en el escritorio, con el ruido de la pluma arrastrándose sobre el pergamino siendo el único ruido  en la habitación.  

Los paseos por los jardines eran extraños y de corta duración. En las raras ocasiones que salieron fuera del castillo, siempre estaban acompañadas por los caballeros, aunque ellos se mantenían todo el tiempo en silencio, a Solar le seguía resultando incomoda su presencia.  

Pero mientras más tiempo pasaba con la Monarca, no parecía tan... irritante...

En ocasiones, en extraños momentos, Byul soltaba pequeñas bromas que tomaban por sorpresa a Solar, bromas extrañas y casi siempre con un sentido del humor un tanto... oscuro, sin embargo, el desliz infantil que parecía apoderarse de la plateada, era suficiente para hacer que Solar riera de una forma extraña e inapropiada para una princesa, esas risas donde dejan de ser sonidos y se convierten únicamente en resoplidos extraños. 

En momentos como esos Solar podía decir que la plateada se hinchaba en el orgullo, parecía orgullosa de hacerle reír de esa forma. La forma en que su espalda parecía enderezarse y su pecho se inflaba en un extraño regocijo de placer mientras la observaba con pequeñas y fugases miradas. 

Solar descubrió que Byul puede ser tan fría e hiriente, o infantil y cálida. Y a pesar de haber quedado cautivada con su forma infantil y cálida de la plateada, aún seguí habiendo roses bruscos y amargos cuando Byul se comportaba de esa forma tan... Rey.

Sin embargo, tal vez podía acostumbrarse a ese lado áspero de Byul.

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Extraño elixirDonde viven las historias. Descúbrelo ahora