XV

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Un vació. 

Solar gimió en voz gaja y quejumbrosa. Juntó sus rodilals contra el pecho, intentando aplastar su estómago enojado, vació y ruidos. Ahora sabía que, saltarse la cena, no era la mejor opción. Pero ese día su apetito había disminuido. Ensordecido por los pensamientos por el bienestar de MinSeok. 

Esa mañana cielo estaba despejado, solo había existido una brisa amable que era bienvenida por la tripulación del barco. La castaña oro a los Dioses, pidiendo que sus mares fueran amables y nunca traicioneros, que guardaran su ira de las embarcaciones y los llevaran con seguridad a tierra, y lo trajeran con vida de regreso. 

Solar había perdido el apetito, se negó a bajar al comedor, y cuando se encontró con Esna en los pasillos, sosteniendo una bandeja con un plato humeante de comida para su Rey, Solar sintió que su estómago se revolvía. 

Solar vio a la ama de lalves regresar con la bandeja si ntocar nuevamente a la cocina, ocn la comida intacta y fría. No era la primera vez que la castaña miraba a la mujer de esa manera, y cada vez que lo hizo, la mujer tenía una mueca de ligero disgusto en sus labios mientras regresaba a la cocina con su bandeja entera. 

Esta mañana parecía lo mas sensato, saltar su propia cena. Su estómago se había estado retorciendo con nerviosismo cada vez que pasaba junto a las grandes ventanas y observaba el basto mar, preguntándose por su esposo. 

Pero ahora

Solar nunca pensó que una hora podía durar tantas vidas. Se había estado repitiendo constantemente que no tardaría mucho para que la mañana llegara y entonces podía tomar el desayuno. Pero cada vez que lo pensaba, su estomago gruñía en voz alta y protestante, recordandole lo vació y hambriento que estaba. 

Sabía que el sueño no llegaría con facilidad, y si los dioses lo hacían, plegarían sus sueños de comida como castigo por su ignorancia. 

Tal vez un pequeño aperitivo..

Decidida a satisfacer su hambre, Solar se levanto de la cama, cubrió su cuerpo con una bata de seda blanca y sus pies con unas sandalias. Salio en silencio de la habitación, aunque no tenia de que preocuparse, todos los siervos se encontraban dormidos, la oscuridad de los pasillos no le molestaba en lo absoluto, era hasta agradable y reconfortante. 

Para Solar la noche era mas agradable que el día, pues podía escuchar el cantar de los grillos y las aves nocturnas, algo que en día no podía por el abucheo de todos, por las noches la paz reinaba sobre la tormenta que era el día. 

El día era fuego y guerra mientras que la noche era frió y armonía. 

La princesa caminaba por los pasillos en silencio. El gran reloj marcó la media noche, retumbando por todas las habitaciones, como si invocara las almas de los muertos. 

-¿Uh?- Solar se detuvo en su lugar, mirando con amplios ojos a la plateada que salia de su despacho, ¿Es que seguía trabajando a estas horas? 

-...Buenas noches- Saludo la Monarca, su voz notaba cansancio y el tono que uso era menos tenso al que Solar recordaba, era la primera vez que la castaña veía a la Monarca desde la partida de MinSeok, parecía menos elegante y más cansada, su chaqueta azul estaba sobre sus hombros, su camisa arremangada en los antebrazos y su corbatín solo estaba colgando de su cuello, en una mano sostenía sus guantes y en la otra sostenía el picaporte de la puerta.  

-Buenas noches Majestad- Solar ofreció una profunda reverencia, al levantarse las dos se miraron en completo silencio, no hay tema de conversación, no tienen nada que decirse, solo un silencio incomodo y torpe como siempre lo había. 

Extraño elixirDonde viven las historias. Descúbrelo ahora