XXXV

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Hoon escuchó con atención cada palabra que salía de los labios tensos de su Rey, él la limpio, retirando sus ropas ensangrentadas para limpiar su cuerpo ensangrentado, la metió en la cama mientras esperaba a que aquella herida sanara lentamente.

Al verla de esa forma, tan rota y vulnerable el corazón de Hoon se contraía en un lamento. Recordando a la niña que era solo eso, una niña, recordó el momento en que aquel salvaje caballo la arrastró en la nieve hiriendo su cuerpo, el recuerda la locura en los ojos del Rey, la impotencia de no poder hacer nada, no permitirse llamar al doctor por temor a que la vieran sangrar, solo podía ver y esperar a que su hija sanara por su cuenta.

Ahora no era distinto.

Hoon quería ir a buscar al Duque y cortar su cabeza de un solo corte, por el simple hecho de que uno de sus hombres se atreviera a dañar a su Rey ¡Todo el pueblo del Conde tendría que ser reducido a cenizas! ¡O mejor aún! ¡Dejarlos congelar tan lentamente para que sintiera la agonía con cada respiración helada, que sintieras sus pulmones ser cortados por mi cuchillas con cada respiración, que sangraran al respirar al moverse! ¡Hoon quería verlos agonizar!

Pero tampoco podía evitar la pequeña punzada de odio y disgusto hacia la princesa Solar, ella era la culpable del dolor de su Rey.

Si tan solo ella nunca hubiera aparecido y puesto a su Rey en este dilema...

¿¡Qué clase de mujer se atrevería a salir con los dos hermanos!?

¡Hoon sabía qué tipo de mujer, el tipo de mujer que es una!

.No... Hoon no podía pensar de esa manera, estaba molesto en este momento, muy molesto, pero no tenía por qué odiar a la princesa, su Rey fue la primera en dar el paso y mostrar el camino, incitando cada momento a la princesa, ahora, e aquí las consecuencias.

Un amor secreto nunca está destinado a permanecer por siempre en secreto, tarde o temprano la verdad sale a flote con todas sus mentiras, y las consecuencias por mantenerlas aún bajo tierra eran estas.

Una plateada herida con débil salud y cuerpo.

Su Rey disfrutaba de la compañía de la princesa Solar, tan grande era su gusto por ella que se atrevió a mostrar su magia después de todos estos años, sabía las consecuencias de utilizarlas, el dolor y el gran consumo de energía.

O tal vez era la desesperación...?

No importa, no ahora. ¡El hecho de que su Rey utilizara su magia, eso si era importante! Y preocupante por muchas razones. Los Moon estaban malditos, habían sellado su magia para evitar este tipo de situaciones, donde las emociones reinaran sobre la cordura de su portador y causara un gran alboroto, donde su magia se saliera de su control y trajera con ella un invierno interminable.

Al ser sellado solo permitía una pequeña cantidad de magia, una que solo mantenía su corazón latente, tan frágil era la magia que cualquier cosa que creara con ella solo duraría un par de minutos y finalmente se caería a pedazos, dejando en un estado tan agotado al creador, esto solo dejaba una gran oportunidad para poder ser asesinados.

Esta información siempre molestaba a Hoon, ¡él lo sabía perfectamente! Después de todo su Familia Sirvió a los Moon desde los principios de la misma.

Cuando el mundo era compartido con los seres mágicos y sobrenaturales, un mundo que era compartido por las criaturas y el hombre.

Los Moon eran un clan que habitaba entre las montañas más alejadas y frías, tan alejados eran del resto de seres que pensaron que solo ellos reinaban sobre la tierra, su pensamiento los llevo a casarse entre sí desde el primer momento, amantes de la belleza y la perfección, con la magia desde su nacimiento.

Extraño elixirDonde viven las historias. Descúbrelo ahora