XLV

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Las personas abucheaban y gritaban tan fuerte como sus gargantas se lo permitían, todos agitaban los banderines de Månen como si al agitarlo con fuerza atrajeran la atención de los reales que se elevaban sobre ellos en su tarima. 

La mesa de bocadillos estaba justo a su izquierda, donde la fruta y el vino estaba al alcance del Rey y la princesa. 

Los constante relinchidos de los caballos hacían agitar el corazón de Solar en la anticipación y la emoción esperando a que las justas comenzaran. 

Cuando los dos caballeros montaron sus caballos y cabalgaron al frente de la tarima inclinando sus cabezas con respeto hacia el Rey y la princesa, Solar no podía detener su amplia sonrisa.

-Dedico esta victoria para usted Majestad- Fueron las palabras de un caballero de brillante armadura plateada con acento extranjero, la sonrisa traviesa que se extendía entre sus labios no pasó desapercibida para nadie en la tarima. La Monarca inclino su cabeza en respuesta apartando la mirada del caballero para centrarse en el segundo hombre. 

El caballero retiro su casco con cuidado, dejándolo sobre la cabeza de la silla e inclino su cabeza con profundo respeto. 

-Humilde me inclino ante usted mi señora, que en su corazón encuentre piedad para juzgarme, que mi lanza encuentre su objetivo y en su nombre reclamo la victoria, Moon Byul Yi- Su nombre fue pronunciado en un susurro, como si temiera desatar una tormenta con solo pronunciarlo. La Monarca se levantó de su silla caminando los pocos pasos para llegar al borde de la barandilla, ella reconoció las palabras, una oración para un Dios, una oración para ella. 

Byul estudio en silencio al caballero, reconociendo las características de un ciudadano de Månen, las características del hombre eran agradables para la vista a pesar que su rostro poseía un par de cicatrices sobre la mandíbula y su nariz, a pesar de eso seguía siendo apuesto. 

Él la reconocía como su Dios, y ella respondería como tal. 

-De pie y lucha por mi, pues yo te veo, demuestra que eres digno de reclamar en mi nombre- La cabeza del hombre se alzó al instante, apretando la lanza en sus manos enguantadas en metal y mostró una mirada determinada en su rostro. 

El se siente invencible, su Rey lo observa, su Dios le pide luchar por ella y mostrarle que es digno. 

Los dos caballeros se miraron con la misma decisión en sus ojos y con una ultima inclinación de su cabeza el caballero se aleja sin prestar atención a las extrañas miradas que recibe de los extranjeros. 

La Monarca regresó a su silla, mirando con atención la escena frente a ella, los caballos se movían inquietamente en las riendas de sus amos, resoplando con fuerza en la anticipación de lo que venia ahora. 

Golpeando sus patas en la tierra para hacer mostrar su impaciencia. 

La garganta de la Monarca se cerró por un momento, intentando tragar su miedo a las bestias. 

Los recuerdos de su infancia comenzaron a invadir su mente, recordando a la gran bestia que la arrastró en la nieve, un escalofrío recorrió su espalda y un dolor fantasmal de las quemaduras por el hielo se hizo presente. 

Han pasado años desde el incidente, y desde entonces a seguido montando caballos muy a su pesar, pero no importa cuantas veces lo ha hecho, ella continua sintiendo miedo, ese miedo que la paraliza sobre los lomos del animal y con cada movimiento brusco que hace el caballo su corazón se acelera con la intención de escapar de su pecho. 

Los cascos de los caballeros golpearon con fuerza la tierra cuando sus amos clavaron sus talones en los costados. 

Los gritos de la multitud aumentaron cuando los caballeros finalmente se movieron, Solar se inclino con emoción al borde de su silla con los ojos abiertos de par a par para ver a gran detalle, ella siempre a amado este tipo de eventos, la forma en la que los hombres se mueven con gracia y precisión, es asombroso. 

Extraño elixirDonde viven las historias. Descúbrelo ahora