XXXIV

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Desde el momento en que el Duque llegó al castillo, el trabajo para Hoon era más pesado, aquel hombre entrometido se creía dueño del Castillo, caminaba con seguridad por los pasillos principales ordenando a los siervos como si fuera su personal.

Su entusiamo solo aumentaba con las planificaciones del baile real, el Duque ordenaba y señalaba hasta el más mínimo detalle, opinando sobre los arreglos para el salón y los platillos que se servirían aquel día, él y Lady Hyejin parecían caminar de la mano, hablando animadamente durante horas.

En esos momentos... era un extraño momento donde podía disfrutar de su propio tiempo, el Duque paseaba por los jardines reales admirando los árboles y cada flor mientras en voz baja se le escuchaba decir que los jardines de Garden eran mejores.

Ese hombre...

A diferencia de Esna, Hoon no disfrutaba de estar rodeado de tantas personas, el disfrutaba de momentos tranquilos, disfrutara que el castillo fuera habitado solo por su rey y la familia, no por un montón de extraños que vagaban por los pasillos de un lado para otro.

Pero ahora... se estaba sintiendo extraño.

Una sensación que solo aumentaba su preocupación, desde el momento en que caminaba por los jardines comenzó a sentir como esa extraña sensación se formaba en su pecho guiando a sus pies al interior del castillo lentamente.

Con cada segundo que pasaba la extraña sensación aumentaba hasta convertirse en un latido extraño. Y de pronto una punzada tan fuerte y dolorosa que lo hizo caer de rodillas apretando su puño cerca del corazón como si este gesto ayudara a que dejara de doler su corazón.

Era como tener una daga apuñalando su frió corazón.

Nunca antes había sentido este dolor, no desde...

Hoon se levantó lo más rápido posible, ignorando el punzante dolor de su corazón mientras corría a toda prisa a través de los pasillos, no sabía a donde lo guiaban sus pies con exactitud, su mente giraba en un y mil pensamientos pero decidió ignorarlos y dejar que su cuerpo reaccionara por su cuenta.

No sabía por cuanto tiempo corrió, parecía una eternidad al correr por aquellos pasillos silenciosos y vacíos, pero finalmente parecía llegar a su destino cuando el dolor en su corazón finalmente cesó.

Al doblar la esquina su aliento se atoro en su garganta mirando con horror la imagen frente a él.

El pasillo era un desastre, las mesas que normalmente adornaban los pasillos, con algunas pequeñas estatus sobre ellas, estaban rotas y esparcidas alrededor, la alfombra y las paredes salpicadas en el extraño rojo oscuro, y el repugnante aroma volvía pesado el aire.

Pero no fue eso lo que aterraba al Mayordomo, era la larga espada que atravesaba por completo el estómago de su Rey, la Monarca siempre orgullosa y perfecta, yacía de rodillas en medio del pasillo jadeante y adolorida.

Con cada respiración que exhalaba una visible nube blanca se dibujaba frente a ella, sus manos se encontraban temblorosas en la empuñadura de la espada como si intentara sacarla de su sitio y ahí frente a ella se encontraba el cuerpo irreconocible de un hombre, Hoon tuvo que esforzarse para identificar el uniforme rojo del hombre.

Un Guardaespaldas del Duque.

Del cuerpo sobresalían afilados picos de cristal, con todos esos picos que sobresalían de su cuerpo parecía una maza en lugar de un cuerpo humano.

Por si no fuera poco las ya evidentes pruebas de lo que había sucedido, el frió que abrazaba el pasillo y el cristal que se formaba debajo de las rodillas de su Rey solo lo confirmaba más, para pesar de Hoon.

-¡M-Majestad!- El Mayordomo se apresuró a caer junto a su Rey, mirando con ojos salvajes la evidente herida de la plateada.

-¿H-Hoon..?- Respondió la Monarca en un gemido, sus ojos lentamente se abrieron en el reconocimiento del Mayordomo-

-¡Majestad! ¡Qué ha pasado!- Las tintineantes armaduras resonaron por un pasillo distinto anunciando la llegada de los caballeros, pues al igual que Hoon, los caballeros dorados corrían por su Rey.

¡Esto era un atentado contra la vida de su Rey! ¡El Duque era el causante de todo esto!, La ira burbujeaba en el interior de Hoon, sus ojos brillaban en la rabia que poco podía controlar mientras sus manos se apretaban contra el cuerpo herido de la plateada.

-¡Busquen al Duque y traigan su cabeza!- Gritó con rabia. Los caballeros se movieron en dirección de dónde venían, listos a cumplir las órdenes que con tanta rabia y exigencia se les habían dado.

-¡No!- Grito Byul con toda la fuerza que pudo reunir –El... no sabe sobre esto- Gimió, con un ligero gesto indico a Hoon que le ayudara a ponerse de pie, el mayordomo obedeció y la puso en sus pies temblorosos, arrancando de su garganta algunos gemidos de dolor. –S-Solo saca esto de mi- Ordenó en un gruñido, con manos temblorosas Hoon tomo la empuñadura ensangrentada y tiro con fuerza y rapidez, tratando de arrancar el dolor lo más rápido posible de su Rey.

Gimió y gruño con cada centímetro de dolor que recorría su cuerpo, la espada tintineo en el suelo cuando finalmente estaba fuera y olvidada.

Hoon sabía, el hecho de que esa herida mortal para cualquier hombre, no haría más que un profundo dolor en su Monarca, que ella no podría morir por una herida como esa, pero el hecho de que no muriera no quería decir que Hoon no se preocupara por ella, ¡Su trabajo era protegerla!

Pero aquí estaba.

-Solo tienes que llevarme a mi habitación y limpiar esto... te explicare, Hoon- El mayordomo trago su rabia obedeció las ordenes de su Rey, después de todo el fue creado para eso, para servir incondicionalmente a su Rey. 

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¿Cuántas dudas? 

Extraño elixirDonde viven las historias. Descúbrelo ahora