XXIII

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Esna no sabe con certeza en cuantas ocasiones ha estado cerca de sufrir un ataque al corazón, y sin embargo, ella puede decir con seguridad que, en este momento, está mucho mas cerca que cualquier otro a dañar su órgano vital. 

Esna se apresuraba por los pasillos del castillo, su aliento faltante en sus pulmones y sus pies comenzaban a doler, por no mencionar que estaba ligeramente mareada por hacer una carrera tan temprano, ella ya no era aquella joven llena de energía. Corría seguida muy de cerca por el grupito de siervientas silenciosas, ellas siempre a la espera de las órdenes.

Al doblar la esquina de un pasillo, el alivio la inundo ya que vio las puertas dobles del estudio. 

La mujer no perdió tiempo en anunciarse, sabia que a esta hora Byul ya estaba trabajando, sin esperar respuesta abrió las puertas entrando de una forma estrepitosa, sus ojos se centraron únicamente en la Monarca que descasaba sobre su silla detrás del escritorio, Esna trago pesado tratando de tomar el oxigeno necesario para hablar. 

-¡Majestad! ¡La princesa Solar ha desaparecido!- Su rostro se lleno de pesar y miedo por la seguridad de la princesa, no podía entender como la princesa había desaparecido dentro del castillo. ¿y si estaba herida? ¡Debe estar aterrada en una habitación fría y húmeda!. Esna junto sus manos sobre su pecho enviando una oración silenciosa a todos los dioses por la protección de Solar. -¡Busque en su habitación, pero no esta por ninguna parte!- 

-¡Tranquilízate Esna!- La plateada hizo un movimiento en dirección a los sillones, ahí en uno de ellos, estaba Solar.  Su cuerpo estaba acurrucado entre el pequeño sillón sosteniendo con fuerza una manta, su cabello estaba desordenado y su rostro oculto entre las mantas en busca de calor.

 ¿Paso toda la noche aquí?, ¿Por qué?

Esna estaba curiosa, intrigada y confundida. ¿Por qué la princesa estaba durmiendo en el estudio de la Monarca? ¿Por qué su Rey lo había permitido en primer lugar?

-Prepara un baño para mi Esna- Dijo la monarca en un susurro - Y otro para la princesa, que sea tibio... ella estuvo expuesta al frió y probablemente enfermara...- la mujer no se movía de su lugar, no decía nada, solo continuaba mirando a las dos jóvenes tratando de resolver un dilema. 

La plateada levantó la mirada del escritorio encontrando y sosteniendo la mirada del ama de llaves.

-Me disculpo Majestad- Esna inclino la cabeza en disculpa y se marcho a toda prisa por los pasillos junto a las siervas. En el camino se encontró a Hoon, el hombre le ofreció un amable saludo de buenos días y continuo su camino. 

Esna siguió con la mirada al hombre elegante, con su postura en alto, mostraba elegancia y seguridad en sus pasos. Ella sabía que la familia de Hoon servía a la corona desde los principios de la familia real.

Generación tras generación había estado sirviendo únicamente como mayordomos para la familia Moon. Esna estaba segura que, Hoon, estaba preparando al joven Hwan Woong para ocupar su lugar y servir a su rey y princepes cuando el muriera.

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La Monarca se levanto de su escritorio, camino a través de la habitación para detenerse frente al sillón y arrodillarse. En silencio estudio a la princesa, sus cabellos castaños se pegaban a su rostro de una forma que la hacían lucir incomoda, así que Byul tuvo el impulso de apartarlos de su rostro. 

Fue con una mirada llena de concentración y una distancia comprometedora como las encontró Hoon. El no se había anunciado, después de todo las puertas estaban abiertas, cortesía de Esna, pero Hoon era profesional así que aparto la mirada de aquella escena demasiado... intima y centro su atención en el yelmo de los caballeros reales que se encontraban tan silenciosos como siempre. 

Extraño elixirDonde viven las historias. Descúbrelo ahora