12. El Secretario de Washington.

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Es 1778 y la guerra aún continuaba. El campamento estaba fuera de Nueva York, los británicos habían sido expulsados de Filadelfia, pero el General Washington planeaba atacarlos.

Dos años como Ayudante de campo de Washington y Alexander jamás se vio en el campo de batalla, de hecho, lo único cercano a eso era el hecho de mandar por escrito las ordenes del General o simplemente decirlas él mismo.

-Ah... Otro día, otro no... ─Se quejaba mientras redactaba una carta al Congreso continental que le había ordenado Washington.

-Hey, ¿Como va la mano derecha del General? ─Laurens entro a la gran carpa que servia de oficina y dormitorio de Washington.

-Casi termino, después tengo que enviarla... ─Agarraba más tinta para la pluma y seguir escribiendo.

-Oye, tenemos el rango de Teniente Coronel, alégrate. Los cuatro tenemos la confianza de Washington, Lafayette es General y Hércules un soldado, alégrate ─Se afinco del escritorio.

-Bien por ustedes, mientras están en el campo arriesgando sus vidas, yo estoy aquí como secretario del General. Pasame mi rango de Teniente Coronel por el culo y nombrame asistente personal del General ─Se levanto molesto del escritorio─ Siempre le digo que quiero ir al campo, a mostrar lo que valgo, pero no, él sigue negandolo -.

-Si quiere... puedo enseñarte a disparar ─Levanto su pistola─ ¿Eso te animaría? -.

-¿De verdad harías eso? Pero, no puedo dejar la oficina aún, tengo mucho que hacer y Washington podría enfadarse si no termino los informes antes de su ataque en Monmouth -.

-¡Vamos! ─Lo agarro del brazo y lo jalo para llevárselo consigo, lo cual consiguió.

-¡Jackie, nos meteremos en problemas! ─Exclamo cuando salieron de la carpa al lugar que usaban para practicar tiros.

-¡¿Eso desde cuando te importa?! ─Lo miró divertido.

Alexander sonrió, Laurens tenía toda la razón.

No tardaron en llegar al lugar, un campo algo alejado del campamento donde habían muñecos de practica de tiro.
El castaño con pecas le entrego al más bajo su pistola.

-Mantén la mano firma, vista al objetivo en todo momento y cuando estés listo presiona el gatillo ─Laurens estaba a centímetros de Alex, ayudándolo a colocar el brazo en la posición correcta.

Alex veía a John de reojo y sonrió con un ligero rubor. Tener al pecoso cerca le hacia sentir seguro y cómodo.

-Estoy listo ─Pronuncio con seguridad.

-Dispara -.

Se escucho el disparo a lo lejos, Alex había fallado.

-Demonios ─Gruño bajando la mirada.

-No te frustres tan rápido, ¿Sí? Es tu primer tiro, había más por venir, sigue practicando -.

-Si no sabes disparar en una guerra, terminas muerto ─Recargo y se preparo para seguir disparando.

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Habían pasado horas, Alex y John se encontraban hablando en el césped. Después de varios intentos, Alexander al fin le dio a los muñecos y logro disparar con más facilidad.

-Entiendo, por eso lo dejaste ─Comento John.

-Así es, he estudiado milicia por mi cuenta, pero jamás serví a un militar hasta ahora. Burr quería ese puesto y sabía que él podría conseguirlo con más facilidad que yo, no tenía ninguna posibilidad ─Alex abrazaba sus rodillas─ Pero todo cambio cuando el General me mando a llamar, pensé iba a regañarme o incluso a expulsarme por mis actos, pero no fue así. De hecho, me dio esta oportunidad, pero no soy más que su secretario... -.

-¿No te has puesto a pensar que quizás él no quiere arriesgarse a perderte? Eres muy importante, te necesita. Eres irreemplazable, Alex ─Le sonrió.

Alex lo miró algo apenado.

-Tal vez... Pero él sabe que estoy dispuesto a morir en el campo si eso es necesario para liberar a esta nación. No soporto quedarme sentado viendo como otros luchan por mí... ─Bajo la mirada.

-Alex, eres... ─John suspiro─ Mi mejor amigo, y te conozco mejor que a nadie. Nunca pensé conocer también a alguien, Lafayette me sigue sorprendiendo cada día. Pero dime, ¿Por qué quieres morir en el campo de batalla? Eres joven con toda una vida por delante, igual que yo, Lafayette o Hércules, ¿Morir por la gloria? ¿Por qué? ─Lo miró con preocupación.

-Yo... ─Lo miró con seriedad─ Quiero dejar mi marca en el mundo, un legado que sea recordado a través de la historia, es un sueño, es mi meta. Quiero que el mundo vea lo que un simple bastardo como yo es capaz de hacer... Mi madre siempre me decía que... un día, a todos iba a sorprender... Sé que a todos puedo sorprender -.

-¿Un legado? ¿Quienes van a tener ese legado? -.

-¿Qué? -.

-¡Alexander! ─Escucharon la voz de Lafayette a la distancia.

-Lafayette, ¿Qué sucede? ─Laurens se levanto junto a Alex mientras el francés se acercaba.

-El General requiere tu presencia, Alexander, y no se ve muy feliz -.

-Ay no... ─Alex había olvidado enviar las cartas al congreso.

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-Alexander, ¿Podrías explicarme? El Congreso a enviado cartas con quejas de no haber enviado los informes sobre las tropas británicas. ¿Qué has estado haciendo? -.

-Mil disculpas, señor, no volverá a pasar ─Alexander mantenía la mirada baja.

-Que esto no vuelva a repetirse, estamos en crisis y necesitamos los suministros que nos pueda mandar el congreso. El año pasado murieron miles de soldados por el frío, necesitamos encontrar un lugar donde poder quedarnos y no afrontar perdidas por el tiempo ─Washington estaba en su escritorio revisando los papeles.

-No volverá a pasar, señor, pero... -.

-Bien, espero que así sea ─Lo interrumpió─ Te necesito aquí junto a mí y no en las nubes. Pronto enviare a las tropas a Monmouth, el Teniente Coronel Laurens ira conmigo, El General Lafayette se quedara aquí a controlar a los británicos en Manhattan, y tú por supuesto, darás las ordenes que yo enviare desde allá, ¿Entendido? -.

-Sí, Su excelencia, señor ─Hizo una pose de saludo militar.

-Ah... Lamento mi carácter, pero estos meses han sido estresantes y el hecho de tener problemas con el Congreso no lo calma. Debes entender que tu trabajo en tan o quizás más importante que los soldados. Sin ti, no tengo quien pueda dar mis ordenes de manera tan clara en palabras, tú y Lafayette son los estrategas de mi armada, nadie tiene su astucia y perspicacia ─Se levanto y tomó un papel de su escritorio─ Mi querida esposa pregunta por ti ─Le mostró la carta.

-¿La señora Martha? ─Agarro la carta y la leyo.

-Se preocupa por ti, le caíste muy bien desde que te conoció hace dos años. Te tiene un cariño especia, cuidado que me pongo celoso, ¿Eh? ─Bromeo y ambos rieron─ Mantente con mida, hijo, te necesito como mi mano derecha... ─Sin más salio de la carpa.

Alex apretó un poco la carta en sus manos.

-Yo no soy su hijo... ─Lagrimas caían sobre el papel.

Washington era muy atento con él, se preocupaba demasiado. Alex no entendía porque específicamente con su grupo era así. ¿Seria por la confianza que tenían? ¿Lo bien que servían? 

¿Por qué él lo seguía llamando "hijo" sin serlo?

Insatisfacción [Lams] [Hamliza]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora