45. ¡Por su Generación!

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1806. Han pasado dos años. Dos años desde que Alexander falleció. Su familia conllevaba aquel golpe como podían, ¿Cuando dejarán de llegar las desgracias a su familia? Primero una hija y ahora un padre. Entre todos los hijos, el más afectado resultó ser Philip, quien estuvo por meses encerrado en su habitación sin salir. Su hermano menor, Alexander Junior le llevaba la comida y era una de las dos personas que dejaba entrar a su cuarto, la otra era su prometida. Su madre también lucia mal, encerrándose por horas al día en su cuarto releyendo algunas de las cartas que sobrevivieron a la ira de su difunto esposo, junto a ella siempre estaba su querida hermana, Angélica.

Entre ellos se apoyaban, y la familia no era la única que sufría. Laurens y su hija también parecían estar mal. Laurens se sentía muy impotente al no poder hacer nada, se culpaba y se lamentaba pero su hija intentaba animarlo, diciéndole que su querido tío no querría verlo triste por ello, recordandole que él no lo culpaba por lo que sucedió.

Tomó tiempo, mucho tiempo para que la familia intentará volver a levantarse, a superar aquel duro golpe. En el fondo, todos sabían que su padre no desearía ver a ninguno sufrir por él, no quería que su muerte significará el fin de sus vidas, que siguieran, crecieran y sonrieran. Después de todo, él les enseñó a sus queridos hijos a levantarse tras un golpe. Él lo hacía hasta ya no poder, pero hubo alguien que lo ayudó a hacerlo una vez más.

Se levantaron, aguantaron el golpe y siguieron adelante. Él nunca morirá si lo llevan en sus corazones. Pueden respetar su ida si lo recuerdan, recuerdan el valioso tiempo que él estuvo con ellos.

Debían sonreír, y más hoy que es un gran día. El día de hoy es la boda del mayor de los hijos Hamilton y la hija de Laurens. Celebrarían, pues sabían que él jamás desearía ser un obstáculo que impida algo que tanto anhelaba; la boda de su hijo.

En la Mansión Schuyler, donde la familia se mudó poco tiempo tras la muerte de los padres Schuyler, se celebraría la ceremonia en petición de ambos novios. En unas horas iniciaría la boda y los invitados empezarían a llegar. Los novios en éste momento se estaban arreglando para ello, aunque el novio no se veía con muchas ganas de prepararse.

Elizabeth estaba en su habitación, sentada en su cama leyendo una de las cartas de Alexander que había sobrevivido. Podían verse sus lagrimas bajar por su rostro y caer sobre aquella carta.

-¿Eliza? ─Angélica abrió la puerta de la habitación, dejando entrar luz que ilumino a su hermana sentada a un lado de la cama─ ¿Estás bien, linda? ─Se acercó a ella con lentitud.

-Estoy leyendo sus cartas... ─Respondió─ Con ellas me dejo indefensa, construyó palacios con párrafos, también catedrales... ─Abrazó la carta al terminar─ Y ahora se ha ido... ─Giro su cabeza a un lado.

-Eliza... ─Se paró al lado de ella─ No te lamentes, él siempre vivirá en nuestro corazones... ─La tomó del hombro.

-Fue todo mi culpa... -.

-No te culpes ─Se agacho a su lado, provocando que ella la mirará─ Sonríe ─Señalo su sonrisa─ Hoy es un gran día, tu hijo se casará, lo tienes que apoyar -.

Eliza sonrió con tristeza, pero después la borró y giro su cabeza.

-¡Fíjate, fíjate, Eliza...! ─Se levantó y tomó a su hermana de las manos para hacer que su hermana se levantará─ ¡En lo afortunadas que somos de estar vivas hoy...! ─Sonrió, derramando algunas lagrimas, entrelazando sus manos con las de ella.

Eliza la miró sorprendida y después sonrió, dejando caer lagrimas. Angélica le acarició el cabello y la beso en la frente.

-Vamos, hoy es la boda de nuestro Philip ─Angélica la jalo para salir de su cuarto.

Insatisfacción [Lams] [Hamliza]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora