33. Aprendiendo a decir "Adiós".

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1796. ¡Hay elecciones! Es momento de elegir quien será el nuevo Presidente de Estados Unidos. Los candidatos son John Adams, el Vicepresidente y el ex-Secretario de Estado, Thomas Jefferson, quien renuncio esa mañana para poder postularse para Presidente, con el apoyo de su Partido Demócrata-Republicano, él estaba seguro de ganar, pero las cosas pueden cambiar.

Alexander y su familia se mudaron a Nueva York. Así podrían estar más cerca, Alexander podría pasar más tiempo con su familia y no tendría que andar viajando de allá para acá cada cierto tiempo. Pero no sólo eso, en ese corto tiempo llegaron nuevos miembros a la familia, James Alexander y John Church, aunque Eliza ya estaba en espera de otro nuevo hijo. Alexander no pierde el tiempo.

Pero, hablando del Tesorero. Éste se encontraba revisando unos informes financieros, había algo que no le terminaba de agradar. Faltaba dinero. No entendía cómo, él llevaba el registro de todos sus gastos, ¿Cómo era posible que faltara dinero? Esto podría llegar a ser un problema si se llegaba a saber, debía resolverlo cuanto antes.

-Señor Tesorero ─Una voz entro a la oficina de Hamilton, quien levanto la cabeza para ver quién era.

-Señor Vicepresidente Adams, ¿Qué lo trae a mi oficina? ─Alexander se levantó, mirando con una cara irritada a Adams, al igual que Jefferson, ellos nunca se llevaron muy bien, aun así, sorprendentemente no era enemigos.

-¿Escucho sobre las elecciones? Me he postulado para Presidente -.

-¿Usted? ¿Vencer a Washington? ¿Usted? Por favor, señor, no cuente tan malos chistes. Ambos sabemos que en cuanto el Presidente se postule, ganará y usted terminara en el mismo puesto -.

-Por eso mismo, Hamilton. He venido a pedirle ayuda, ya que usted es el líder del Partido Federalista, y yo soy ahora su miembro más importante ─Se acercó al más bajo. Éste era más alto, con una coleta sujetando su cabello negro.

-¿Ayudarlo? Debe estar bromeando, señor. No quisiera ofenderlo, pero comparado con el Presidente, usted es una pobre nena sin madurez o paciencia -.

-¿Cómo dices? ─Lo miró retadoramente.

-Lo que escucho. No tiene la capacidad para dirigir esta nación, Washington, yo e incontables y valientes hombres nos jugamos la vida para liberar a esta nación de la esclavitud de Gran Bretaña. Usted, señor Vicepresidente, no tiene ni idea de lo que significa gobernar y dirigir. Así que, por favor, retírese, tengo mucho trabajo que hacer ─Volvió a sentarse y se colocó sus lentes para poder seguir revisando los registros financieros.

-Ten mucho cuidado, Tesorero Hamilton. Estas dirigiéndote al próximo Presidente de esta nación, mejor cuida tus palabras ─Se acercó y afinco del escritorio─ Tu eres el idiota que fracturo nuestro Gabinete, sólo sabes crear deudas para poder aumentar la cantidad del Tesoro, al cual puedes manejar como se te parezca. Washington no estará siempre para protegerte, mejor ten cuidado ─Le advirtió, mirándolo con gran enojo.

-Aja, claro ─Siguió revisando los papeles, ignorante de lo que le decía el Vicepresidente─ Cierre la puerta al salir, por favor -.

El contrario gruño.

-Te lo advertí, Hamilton, mejor ándate con cuidado ─Dijo para dirigirse a la puerta de la oficina y salir─ Por cierto, está anocheciendo pero... Washington quiere verte. No se vio muy contento ─Río y salió de ahí.

Alexander levanto la mirada, se quedó extrañado ante eso. ¿Para qué querría verlo Washington en estos momentos? ¿Habrá sucedido algo?

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Dentro de la oficina de Washington, el mayor estaba parado frente a su escritorio, al lado tenía una botella con vino y un juego de Ajedrez en su mesa. Miraba aquel libro con una cruz, sonriendo con tranquilidad.

Insatisfacción [Lams] [Hamliza]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora