|Capítulo 37°|

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Hemos quedado así por unos segundos o minutos.  No tengo la menor idea, no estoy consciente de nada.

- Tomame una foto, dura más. - reaccionó, me alejo un poco de él, tomo un mechón de mi cabello y lo pongo detrás de mi oreja.

- ¿Para qué la querría? Deja de aumentar tu ego solo.

- Para apreciarme, ¿estás bien? - asiento. En realidad me siento mareada. Pero eso debe ser normal entre tanta gente.

- Estoy bien, ¿por qué preguntas?

- Cuando te tuve cerca note tu piel un poco caliente, ¿no tienes fiebre? - noto en su voz un poco de preocupación.

- No, no, no creo. He estado bien, solo salí hace un rato a tomar aire.

- De acuerdo, entonces, ¿quieres sentarte a platicar? - asiento. Nos dirigimos a una mesa en el jardín, por suerte encontramos una.

Las demás personas están en lo suyo riendose, y dando uno que otro consejo a sus amigos. La fiesta marcha bien, siendo que ya son casi las 2:30 de la mañana.
Me siento en frente de él, y me sonríe. Probablemente, me sienta estúpida, por que le sonrió de vuelta. 

- ¿Estabas ignorandome? - pregunta de la nada, mi sonrisa se borra un poco, juego con mis dedos.

- No...

- ¿No? - levanta una ceja y me mira, probablemente sea una forma extraña de decir las cosas pero debo de decirle que no fue mi intención.

- Bien, solo un poco. No quería que mis padres se hicieran una idea errónea, y ellos son un poco sobreprotectores, así que pensé mucho el hecho de venir a hablarte.

- ¿Idea errónea?

-  Que tu y yo tengamos algo cuando simplemente somos amigos. - contesto, chasquea  y mira hacia otro lado.

- Somos amigos, tienes razón. - siento un poco brusca su respuesta.

- Eso es lo que somos, ¿no?

- Por supuesto.

- ¿Estás molesto? - siento amargura por su parte, no quiero esa tensión. No entre nosotros.

- Claro que no, ¿por qué sentiría eso? Somos amigos conociéndose. - asiento.

- No quiero que lo tomes a mal, no es nada de eso. Creo que nos llevamos bien, aunque hemos hablado muy poco. Eres un chico bueno.

- Lo sé, aunque siento que me estas ocultando tu verdadero nombre. - rió. - De verdad, o sea, tu nombre se me hace realmente muy interesante, y no tienes cara de eso. Estoy en desacuerdo en el que tu me estés ocultando tu nombre si queremos conocernos como amigos debe...

- Nathalia. - digo cortando su discurso.

- ¿Qué?

- Mi nombre es Nathalia.

- ¡Lo sabía! ¿Cómo iba a creerme tu otro nombre? - le sonrió, es demasiado tierno ver su reacción. - Es un lindo nombre.

- Gracias. Mi madre tuvo que pensar mucho en el.

- Claro, y tu decides cambiarlo. - ríe, ruedo los ojos.

- Fue un escudo de protección, no le daría mi nombre a cualquiera. Eso es estúpido.

- Y ¿ahora ya no soy un desconocido? - pregunta, levanto mis hombros en señal de que no sé. Esto ea algo nuevo para mí.

- No tengo la menor idea, solo sé que puedo sentir un poco de confianza hacia ti. Pude decirte mi nombre, conoces a mi hermano, creo que también ya conoces donde vivo, a mi familia y a mis padres. Si me llega a pasar algo, ten cuidado.

Un amor de verdad. (2 Temporada) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora