|Capítulo 49°: ¨Hell no¨|

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_____: 

No sé donde estamos, es un lugar oscuro y solo siento una pequeña pizca de luz. Hago una mueca, mi costado duele, se siente como si me hubieran arrollado. Veo a mi alrededor, miro a más personas sentadas con los ojos vendados, ¿qué es esto? 

- Nathan... - llamó, sueno ronca y hago otra mueca. - Nathan... 

- _____. - escucho su voz, por alguna razón soy la única sin nada que me tape la visión. Nathan está a lado de mi, está amarrado a la silla de manos y pies, tiene esa cosa en sus ojos, tiene sangre seca en su ropa. - ¿Estás bien? - me pregunta ya con sus sentidos activos. Me comienza a remover en su silla. 

- Te estas lastimando. - digo respirando con fuerza, me quejo en voz alta. - ¿Dónde estamos? - miro por todos lados, solo es un cuarto oscuro con pocas luces encendidas. No hay ventanas, ni nada que me de luz solar o me haga saber si estamos de día o de noche. 

- ¿Ves algo? 

- Nathan... soy la única sin una venda en los ojos. - comunico, él se queda callado y comienzo a pensar que esto puede llegar a ser una pesadilla. 

- ¿Qué hay en el lugar? - pregunta. 

- Nada, no hay nada. - contesto. - Ah. - me quejó, Nathan se pone alerta. 

- ¿Estás bien? ¿Qué te sucede? - carraspeo. 

- Nada, nada, me he lastimado con las cuerdas. - me acomodo, siento a Tom moverse del otro lado de mi. - ¿Tom? ¿Tom? - lo llamó. - Chicos, despierten. 

Escucho una puerta abrirse, el rechinido de ella me hace cerrar los ojos y querer tapar mis oídos. Siento un escalofrío. Miro una sombra acercarse a nosotros, un hombre sale de entre las penumbras, es alto, tiene un abrigo largo y no es tan delgado, me mira y observa a los demás. Puedo ver su respiración agitada, su pecho sube y baja muy rápido. Lupita comienza a mirar de un lado a otro, sin poder observa nada. 

- Bueno, veo que ya despertaron. - sonríe de una manera cruda. - Se ven muy bien ahora, conocí a sus hijos. - vienen a mi mente Ramiro y Nathalia. Mis bebés, ¿qué será de ellos justo ahora? Espero estén bien. 

- ¡¿Qué les hiciste, desgraciado?! - grita Lupita con lagrimas, solloza. 

- Nada, creo que cada uno de ustedes hicieron un buen trabajo en educarlos. - me mira directo a los ojos. - Más su hija, esa niña, Nathalia; tiene grandes golpes que dar bajo la manga.

- Nunca podrás con ellos. - dice Max, esta a dos sillas de mi. - Nuestros hijos nunca dejarán que los atrapes, quién sea que seas. 

- Soy un amigo de una vieja amiga de ustedes. - sonríe de nuevo, esa sonrisa es tan intimidante. Que me da repulsión. 

- Jodete. - digo por primera vez hacia él. - Terminaran todo ustedes en la cárcel. ¡No podrán salir jamás! - ¿por qué tenemos que pasar por esto de nuevo? ¿qué hicimos para qué sucediera? 

- Igual que la hija, aunque creo que ella es más bonita... ¿Qué sucedería si le quitan la inocencia, Nathan? - Nathan gruñe. 

- Ni se te ocurra acercarte a mi hija... - se acerca y le quita la banda de los ojos. Lo mira directamente y sonríe, esa maldita sonrisa que no se le va el rostro. 

- Probemoslo. ¡Quítenle las bandas! - grita, salen  4 personas de la nada y les destapan los ojos a todos. Todos se ven entre ellos y lo miran. - Fue un gusto haberlos conocido a todos, creo que pronto, visitaremos un fueral. - ríe. 

- ¿Un funeral? - pregunta Jay. - 

- Esté chico... está mucho tiempo con su hija, - nos señala. - creo que no sobrevivirá por mucho tiempo, esa herida fue muy profunda. - termina de decir, él único niño que se la pasa con Nathalia es Rubén... Oh no. 

Miro a Tom y a Lupita, ella está mirandolo con odio y Tom simplemente esta tratando de entender. 

- Mi hijo... - susurra, no puedo llegar a imaginar el dolor que es eso. Lupita comienza a gritar y a llorar. Tom solo esta mirando el suelo murmurando muchas cosas. - ¡Eres un desgraciado! 

- Calma, si yo no fui, él se lo busco. - contesta. - Los demás niños nos han hecho esta pelea interesante. 

- ¿Ah que se refiere? - pregunta Siva. 

- Sus hijos lograron huir. Se lo llevaron y ahora todos mis hombres están buscandolos. - respiro pesado, sólo espero que mis hijos y los demás chicos estén bien, que se escondan y no salgan de ese lugar. 

Sólo deseo eso. 

Que tengan una buena vida. 

NATHALIA: 

Siento más ganas de llorar. Rubén debe de estar bien, debemos de escondernos, debemos de alejarnos de aquí. Me siento como si me estuvieran quitando una parte de mi, saco mi celular veo demasiadas llamadas perdidas de Tim. Y la única persona en la que puedo pensar hoy es en el tío Manuel, espero y él no este pasando lo mismo que nosotros. 

 - ¿Tienen sus celulares? - preguntó, ellos asienten, saca sus celulares y los encienden. - Creo que...  por eso saben donde estamos todo el tiempo. - digo. - Estamos dejando que nos raestreen. 

- ¿Crees que sean capaz de eso? 

- Josh, nos han estado siguiendo todo este tiempo. 

- Si eso fuera así, ¿por qué no nos siguieron hasta la casa de Tim? - pregunta Fernando. Y esa a decir verdad es una muy buena pregunta. 

- Para estar seguros, tiremos nuestros chips, compremos otros. ¿Están de acuerdo? - todos asentimos. 

- Antes de eso, debo de hacer una llamada. - digo, salgo de la sala de estar y marco el número de Tim. Me contesta hasta el tercer tono. 

- ¿Nathalia? - pregunta. 

- Hola... - escucho como suspira. 

- ¿Estás bien? ¿Dónde estás? ¿Te encuentras bien? 

- Tim... estoy bien, estoy bien. Solo, he estado huyendo un poco. - río ante una situación así, al menos no he perdido mi sentido de humor. - Sólo hablo para despedirme, hemos decidido cambiar de chip por cualquier cosa. 

- No, Nath... 

- Lo lamento, en serio lo lamento. 

- Iré con ustedes, ¿dónde están? 

- No, Tim, no quiero lastimar a alguien más que me importe. No necesito a otra persona más en todo este alboroto. Prometo volver, cuando termine todo esto. 

- Nathalia, no tienes que huir. 

- Debo, ¿qué otra cosa debemos hacer? Somos a quienes están buscando y tienen a mi familia. - se queda callado, no sé que cosa debemos de hacer, siento un nudo en la garganta. - Estoy en un hospital, cuando todo termine, prometo ir a verte. 

- Nathalia, y si... 

- Sucederá. - digo cortandolo. - Lo estoy prometiendo Tim, y nos volveremos a ver. 

- Más te vale, quiero tener un noviazgo decente. - río. - De verdad, Nath. - mi risa se detiene, pero sonrío. 

- Tendrás un noviazgo decente. - afirmo, Sebastián me llama por algo de Rubén. - Debo irme, hasta luego, Tim. 

- Te estaré esperando, cumple tu promesa. 

- Por supuesto, adiós. - cuelgo. Prometí algo, algo debo de hacer lo posible porque esa promesa se cumpla, no estoy mintiendo, de verdad también quiero un noviazgo decente. Pensé que con Dylan la vida sería diferente, después de su traición, no creí que hubiera otro chico como Tim que me hiciera sentir de la misma manera. Que me hiciera ver un futuro, o una simple sonrisa. 

Cuando llego a Sebastián, el doctor comieza a hablar sobre su estado y comienza a preguntarnos sobre nuestros padres y del como sucedio eso, nos da miedo decirle pero si no lo hacemos ¿no meteremos en un problema? O el no decirlo ¿también nos metera en problemas?

Eso debe elegirlo su hermano, así que la mayoría de responsabilidad recae en Sebastián, él decide que hacer. Aunque sea mayor, ellos necesitan saber que sucedió y cómo recibio esa bala. 

Sólo espero que se recupere, y que podramos irnos pronto o más vidas serán arrancadas por nosotros. Y eso es lo que menos queremos.  

Un amor de verdad. (2 Temporada) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora