|Capítulo 47° : "Y dile que"|

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Regresamos a casa, todo esta desordenado, los libros están regados en el suelo, casquillos por todo el suelo.
El área esta acordonada por la policía, después de la llamada de anoche algunas personas se quedaron aquí a investigar. Por lo que hemos sabido no se encontró sangre, ni mucho menos heridos. No sabemos en sí que sucedió, ni donde están. Estamos varados.

- Buenos días, niños. - volteamos, un hombre nos observa y saca su credencial. - Soy el oficial a cargo de este caso, todo lo que deseen saber o decirme podrán hacerlo conmigo. - sonríe un poco. Mis sentimientos están a flor de piel así que un leve cosquilleo pasa de mí.

- Buenos días. - contesta Sebastián. - ¿Sabes algo de lo que haya sucedido aquí? ¿Encontró a alguien?

- Me temo darles una mala noticia... pero no encontramos a nadie. - contesta, miro a Ramiro, él esta prestando le atención a lo que dice el oficial.

- ¿Cómo que a nadie? - pregunta Fernando. - Nuestros padres estaban en esta habitación, ¿cómo pudieron haber desaparecido cuándo un montón de gente estaba aquí? Los guardias de seguridad ¿dónde están?

- No se encontró a nadie, pudieron haberse fugado por la puerta trasera, estaba abierta cuando investigabamos. ¿Cómo salieron ustedes? - pregunta, todos guardan silencio mirando a otro lado sin darle lógica a la respuesta del oficial. Y es ahí cuando me tomo el atrevimiento de contestar.

- Por una ventana en el baño de nuestros padres con una sabana. - me mira y asiente lentamente. - ¿Qué es lo qué debemos de hacer ahora? ¿Esperar?

- Creo que es lo único señorita. - bufó, ruedo los ojos y lo miró.

- ¿Cree que mis padres y los padres de ellos estén a salvo con esa gente? ¡Por Dios! ¿Qué rayos es eso? ¡Son bandalos! ¡Se me metieron a mi casa a disparar! - alzó la voz. - Deberían esta haciendo algo, deberían ir tras Ariana, sus cómplices ¡él que sea! 

- Señorita, conserve la calma.

- ¿Calma? - rió sin emoción.

- Basta, Nathalia. - dice Rubén a mi lado.

- Como si fuera muy fácil, nos quieren asesinar y ¡lo único que haces es decirme que me calme! ¡Vaya! - miro a cada uno de ellos. - Son nuestros padres, deberíamos buscarlos por cielo, mar y tierra, no quedándonos a ver como se van de nuestras vidas. 

Todos me miran, ¿sabes lo qué es sentir que tu familia te haga un reproche? Es lo que siento justo ahora, ellos no me siguen, no me dan ese apoyo que necesito, en cambio de eso solo recibo miradas de tristeza. Sólo eso, una especie de vacío que se implanta entre nosotros, estabamos demasiado bien hasta que llega mi histeria, no soy nada comparada con ellos ahora, soy la sombra de lo que debí ser. 

Me alejo de ahí, escucho a Ramiro llamarme. 

- ¿A dónde vas? - está siguiendome, pero no me detengo, paso a todos, a los policías que estan en la escena, a las personas que debieron de estar en ese lugar pero no estuvieron. Me alejo de todo, es necesario alejarme de todo, corrí por mi vida ayer, la arriesgue para sacarlos de esta casa y lo único que hacen es quedarse con lo que un policía dice, estamos llevandonos nuestras vidas por las piernas, las de nuestros padres, necesitamos hacer algo, pero creo que ellos no planean hacer nada. 

Alguien me detiene el paso. 

- Deja de caminar así, Nathalia. - me doy cuenta que estoy a casi una cuadra de mi casa, estaba a punto de cruzar la calle sin mirar a ningun lado, mi rabia me tiene ciega. Un auto toca el claxón, miró lo cerca que estoy y me hago hacia atrás para que de vuelta. - ¡Estás loca o ¿qué te sucede?! 

Un amor de verdad. (2 Temporada) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora