Capítulo 25: Única

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*Narrador Omnisciente*:
-¿Como es ella, doctor?-preguntó Simón con la esperanza de que Ámbar haya venido a verlo.
-Tiene cabello rubio y ojos azules y grandes, y trae puesto un conjunto blanco.
Una gran sonrisa apareció en el rostro del mexicano al oír eso.
-Si, dígale que pase. Gracias.-dijo Simón con una inmensa felicidad.
El doctor se retiró y minutos después Ámbar entró en la sala. Su cara mostraba una hermosa sonrisa.
La rubia caminó rápidamente hacia donde estaba Simón y lo abrazó como si no lo hubiera visto hace décadas.
El mexicano pudo sentir el exquisito aroma que caracterizaba a Ámbar. Era una mezcla de fresa con arándanos, combinación que lo volvía totalmente loco.
-Hola bonita.-dijo Simón feliz.-Pensé que no vendrías.
-¿Estas loco?-respondió ella.-¿Como no voy a venir? Sos la persona más importante de mi vida, y estar con vos es lo mejor que me puede pasar.
-Te amo, bonita.-Dijo Simón acariciando el rostro de su enamorada.
-Yo mucho más, mi amor.-Respondió Ámbar antes de besar amorosamente lo labios de Simón, quién correspondió el beso mientras la rubia se subía a la camilla y se sentaba en sus piernas.
-Nunca quiero volver a separarme de ti. No podría soportarlo.-dijo Simón entre besos.
-Yo tampoco. Me haces la mujer mas feliz del mundo.-dijo Ámbar mientras presionaba sus labios a los del mexicano.
Se separaron del beso y ambos se quedaron observándose.
-No puedo creer que sea tan afortunado de poder estar con una mujer tan hermosa como tú.-dijo Simón mirándola a los ojos.
-Yo creo que la afortunada acá soy yo.-dijo Ámbar riendo y depositando pequeños besos en los labios de Simón.
-¿Y cómo estas, bonita?- Preguntó Simón refiriéndose a lo ocurrido unas horas atrás en el mismo sitio.
La sonrisa de la rubia se desvaneció un poco y sus palabras se tornaron mas serias.
-Estoy bien.-respondió.-Estuve hablando un rato con Emilia y me siento muchísimo mejor.
-Me alegra escuchar eso.-dijo Simón feliz.-¿Sabes, bonita?, no te tienes que poner mal por comentarios de personas que no te entienden. Todos sabemos que tu has cambiado, yo lo sé. Estoy inmensamente agradecido de tener a mi lado a una Ámbar tan increíble, por dentro y por fuera.
-Sos tan dulce.-dijo Ámbar besando su mejilla.-Lo qué pasa es que de alguna manera, me afecta que personas como Jazmín piensen que yo sigo siendo la misma de antes. Simón, yo la entiendo igual. Entiendo que fui una persona desagradable con ella y con Delfi...
-No, bonita, tu nunca fuiste desagradable, jamás pienses eso de ti misma porque no es cierto. Mira, Jazmín solo esta dolida porque ya no es mas tu amiga. Necesita tiempo para acostumbrarse a que tú eres una persona nueva.
-Entiendo, Simón, pero la razón por la que ella y yo no somos más amigas es porque cuando supuestamente lo éramos, la trataba como basura. A ella como a todos. Simón, yo te juro que me arrepiento de cada una de las cosas que hice. Me encantaría volver atrás en el tiempo para cambiar mis acciones.
-Bonita, no es necesario.-dijo Simón acariciando el cabello de la rubia.-Los chicos saben que tú no serías capaz de volver a intentar dañar a ninguno de nosotros. Yo lo se. Jazmín, necesita un tiempo para pensar con claridad pero ya verás que volverán a llevarse bien. Te lo prometo.
-Eso espero.-dijo Ámbar acariciando la barbilla del mexicano con su pulgar.-Mientras tanto te tengo a vos, y eso me basta y me sobra.
Simón sonrió tiernamente y besó a la rubia con pasión. Luego introdujo lentamente su mano por debajo de la blusa de Ámbar, acariciando suavemente su cintura.
Cuando quiso quitarle su primera prenda, Ámbar lo detuvo y se separó del beso.
-No podemos hacerlo acá.-Dijo la argentina en voz baja.-Puede entrar algún doctor, o alguno de los chicos, y nos puede ver.
-Esta bien.-Se quejó Simón y la rubia sonrió.
-Te prometo, que apenas tengas el permiso de salir de acá soy toda tuya.
-Me interesa mucho su propuesta, señorita Smith.-Dijo Simón fingiendo formalidad.-Pero lamentablemente para mí, tengo que esperar mucho para que pase.
-No creas.-dijo Ámbar.-Por lo que puedo ver ya estas bastante curado, solo faltan hacer unos análisis y vas a poder irte a casa.
-Si, y finalmente podremos hacerlo de nuevo.-dijo el mexicano tomándola de las caderas y acariciando sus glúteos. Ella rodeaba sus brazos sobre el cuello de Simón.
-Shh, baja la voz.-susurró Ámbar y luego comenzaron a reír mientras se abrazaban.-¿Sabes como esta Emma? No supe nada de ella desde que recibió el disparo de Benicio.
-Si.-respondió Simón.-Ella esta bien, aunque no va a poder caminar por unos cuantos meses.
-¿Y, ella te sigue gustando después de todo lo que te hizo?-preguntó Ámbar insegura.
Simón rió. Ámbar no entendía.
-Ay, Ámbar- dijo Simón mirando el techo mientras reía.
-¿Que? ¿Dije algo gracioso?-Preguntó Ámbar sin entender a donde iba.
-Ámbar, ¿acaso no entiendes?-dijo Simón sonriendo y dirigiendo sus ojos cafés a los de la rubia.
-¿Que cosa?.-preguntó ella.
-Emma nunca me gustó.-respondió Simón.
-Pero...saliste con ella.-dijo confundida.
-Si, lo hice. Pero lo hice para olvidarme de ti.-dijo Simón acercando su rostro al de Ámbar. La rubia se ruborizó.- Ámbar, eres la única chica en el mundo que me gusta. Toda tú me vuelve loco, ¿en serio crees que te cambiaría?, eres lo mejor que me pasó en la vida.
Una lágrima cayó desde un ojo de Ámbar.
Que le dijeran eso la emocionaba mucho, ya que no estaba acostumbrada a que le brinden amor. Más todavía si esas palabras venían de la boca de quien la vuelve loca.
De Simón, el guitarrista de corazón de oro que la hacía suspirar.
Después de todo, Emilia tenía razón. Ámbar no iba a poder olvidarlo. Era el amor de su vida y nada podía cambiar eso.
Simón secó la lágrima de Ámbar y beso sus labios con dulzura. Un calor agradable recorrió el pecho de la rubia, quien tomó el rostro de Simón y lo besó con mas intensidad.
Estuvieron así un rato. Luego se separaron y continuaron conversando.
-Ámbar, cuando salga de este sitio, ¿Quieres salir conmigo?.-Le propuso el mexicano tomando su mano.
-Me encantaría.-Aceptó Ámbar abrazándolo.
-Te prometo que va a ser la noche más mágica de toda tu vida. Yo me encargaré de que así sea.-Dijo Simón feliz.
-No lo dudo.-dijo Ámbar coqueta.-Junto a vos, todos los días son mágicos para mí.
Simón sonrió y besó sus labios varias veces. Los roces de sus labios eran suaves y placenteros.
Permanecieron hablando unas horas más, hasta que Ámbar revisó su teléfono.
Tenía doce llamadas perdidas de Mónica y siete de Luna.
Cuando vió la hora se dió cuenta de el porque de las llamadas. Era demasiado tarde.
-Mi amor, me tengo que ir.-Dijo Ámbar levantándose de la camilla.-Tengo un montón de llamadas perdidas de Luna y su mamá.
-Esta bien, bonita.-Respondió Simón.-Te amo.
-Yo también.-dijo ella besando sus labios.-Prometo venir a visitarte todos los días, empezando por mañana.
-Nada podría hacerme más feliz.-dijo el mexicano sonriente.
La rubia se retiró de la sala y Simón se quedó dormido pensando en lo feliz que lo hacía tenerla a su lado.
Ámbar llamó a Rey para que viniera a buscarla.
Minutos después, vió la limosina de su empleado y se subió a la misma.
-¿Se puede saber por que se quedó hasta tan tarde en el hospital, señorita Ámbar?-preguntó Rey mientras conducía hasta la mansión, sin quitar su vista del camino.
-Si Rey, se puede.-Contestó Ámbar.-Me quedé hablando con Simón. El esta en revisión y me quedé a hacerle compañía.
-¿Es su novio?-preguntó Rey.
Ámbar no sabía que contestar a esa pregunta.
-La verdad que no lo se.-Dudó Ámbar.-Somos algo parecido.
Rey estacionó el auto en la entrada de la mansión. Ámbar le agradeció y bajo del mismo.
Al entrar a su casa, la primera persona a la que encontró fue a Mónica, quien se hallaba preocupada.
-¿Estas bien Ámbar.-dijo Mónica acercándose a ella y revisándola.-Te llame como diez veces, y Luna también ¿Por que no contestaste ninguna de nuestras llamadas?. Estábamos preocupados.
-Perdón, Mónica.-respondió Ámbar.-Lo qué pasó fue que me quede con Simón haciéndole compañía.
Mónica sonrió al oír aquello.
-¿Y como está él?.-preguntó.
-Esta bien.-dijo la rubia.-Esta mucho mejor, ya se despertó y pronto va a poder volver a su casa.
-Me alegra mucho escuchar eso.-dijo Mónica acariciando el rostro de Ámbar.-Ah, por cierto. La comida esta en la mesa. Nosotros ya cenamos, así que cuando tú termines avísame, ¿si?.
-Si, está bien.-contestó Ámbar con una sonrisa. Gracias, Mónica.
-No me agradezcas, Ámbar.-dijo Mónica con una cálida sonrisa.-Ya eres parte de nuestra familia.
Ámbar sonrió nuevamente y se dirigió a la mesa a comer. Cuando terminó le avisó a Mónica y subió las escaleras, yendo hacia su cuarto.

 Cuando terminó le avisó a Mónica y subió las escaleras, yendo hacia su cuarto

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Esta se puso su rosado pijama y se acostó en su cama para dormir.
Pensó un momento en Simón. Sonrió y cerró sus ojos. Estaba más feliz que nunca.

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