*Narrador Omnisciente*:
~2 meses después~
8:30 am.
Estaba oscuro.
Poca luminosidad se podía hallar en aquel sitio.
La única ventana estaba bloqueada casi totalmente.
De ella emanaba solo un rayo de luz, diminuto.
El olor a madera vieja era nauseabundo, pero aguantable.
Allí se encontraba ella.
Sentada en una silla de roble. Amarrada a ella con sogas medianamente gruesas.
Ojerosa.
Débil.
Delgada.
La tos que el polvo le provocaba le secaba la garganta.
Dirigía su mirada a su vientre protuberante, sin poder acariciarlo de ninguna manera debido a sus manos atadas.
Era su último mes de embarazo. Lo que significaba que su bebé podía nacer en cualquier momento.
Estaba por llegar el momento por el que esperó nueve meses.
Con ansias, deseaba que su niña sea bienvenida en este mundo.
Pero por la situación en la que se encontraba, ya no sabía que pensar.-Ya van a venir por nosotras.-se repetía para sus adentros.
Todos los días lo mismo se decía.
Una y otra vez.
Sin estar segura de que sus esperanzas
fueran a cumplirse.
Sin embargo...creía.
Confiaba en que vendrían a buscarlas.Comenzó a oír a alguien bajar las antiguas escaleras de madera, las cuales realizaban un ruido bastante molesto cada vez que se las pisaba.
El secuestrador quitó los trozos de madera que bloqueaban la ventana. Solo parcialmente, ya que dejo una gran parte de ella cubierta.
La luz penetró en los ojos color mar de la muchacha. Sus pupilas se contrajeron y sintió un leve ardor en sus ojos.
Parpadeó varias veces y esto hizo que lagrimeara.
Ver la luz del sol ya no era parte de sus días.-Quiero que me dejes salir.-Ordenó la joven con furia en su mirada.
El italiano, que se encontraba sirviendo agua en un rústico vaso, la miró con cierta incredulidad.
Rió de forma falsa.
La rubia no dejó que fulminarlo con la mirada, que a pesar de haber dejado de ser alimentada, seguía brillando como siempre lo hizo.El hombre le entregó el vaso lleno a la rubia y esta lo lanzó al suelo con fuerza.
Lágrimas brotaron de sus ojos.
Su frente de arrugó. Su barbilla y su nariz igual.
Más y más lágrimas.-¿POR QUÉ NOS HACES ESTO?-gritó despegando su cuerpo del respaldo de la silla pero con sus manos amarradas a ella.-¡NO LO MERECEMOS!
El volvió a reír, esta vez con más intensidad.
-Oh, Ámbar. Ámbar, linda.-dijo tomando su barbilla el italiano. Ella alejó inmediatamente el rostro de su tacto.-¿Que no lo merecen dijiste? Claro que lo hacen, ¿o acaso ya te olvidaste lo que me hizo Simón?
-¡SIMÓN NUNCA TE HIZO NADA!-Gritó con todas las fuerzas que le quedaban a la de ojos azules. Sentía que su garganta se había prendido fuego.
Benicio tomó de forma brusca la cara de la rubia con violencia.
Ella intentó quitarse pero el estrujó su rostro con fuerza para evitar que se moviera.-¡SOLTAME!-exclamó como pudo ella.
-¡A mí no me levantes la voz, chiquita!- Gritó con tanto volumen que su voz resonó por las frágiles paredes de madera.
Ella se calló, aguantando el llanto.
-Simón se robó a la única chica que amé en toda mi vida.-explicó el Europeo.-A ti, mi hermosa.
Ámbar logró quitar su cara de las manos del hombre.
-¡Simón a vos no te robó absolutamente nada!-Afirmó con furia la rubia.-¡Yo estoy enamorada de él! ¿Porque no podes entender eso de una vez por todas?
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Solos contra el mundo 🖤
Romance"ᴄᴏᴍᴏ ᴘᴜᴇᴅᴇs ʜᴀʙʟᴀʀ ᴅᴇ ᴀᴍᴏʀ, sɪ ᴇsᴛᴀs ʟʟᴇɴᴀ ᴅᴇ ᴏᴅɪᴏ." Increíble como aquellas palabras pudieron herir tanto a la rubia, quien no estaba segura si fue por lo que dijo o por quien lo dijo. Aún dolía. Dolía muchísimo. Dolía porque esas hirientes pala...