"ᴄᴏᴍᴏ ᴘᴜᴇᴅᴇs ʜᴀʙʟᴀʀ ᴅᴇ ᴀᴍᴏʀ, sɪ ᴇsᴛᴀs ʟʟᴇɴᴀ ᴅᴇ ᴏᴅɪᴏ."
Increíble como aquellas palabras pudieron herir tanto a la rubia, quien no estaba segura si fue por lo que dijo o por quien lo dijo.
Aún dolía.
Dolía muchísimo.
Dolía porque esas hirientes pala...
-Ahora vuelvo, señorita Smith.-dijo el ecógrafo dirigiéndose a la puerta de la sala. -Esta bien.-respondió Ámbar aún con el gel frío en la barriga.
-¿Te duele algo?-Preguntó Gastón después de unos segundos de silencio. -No, para nada.-dijo la rubia negando con la cabeza. -¿Y tú...estás bien?-Preguntó Luna tímidamente. Ámbar emitió una pequeña risa. -Si Luna, no te preocupes por mí.-dijo esta.-Solamente...me pone un poco sensible el tema de...Simón.
Sus tres amigos se quedaron en silencio por un instante. No sabían con exactitud que opinar sobre ese tema en particular. -No te preocupes, Ámbar.-dijo el italiano esquivando el tema del mexicano.-Va a salir todo re bien. La rubia asintió como diciendo "gracias".
En ese momento, se abrió la puerta del consultorio. La secretaría entró allí. Llevaba un enorme oso de peluche en sus manos. Este tenía globos coloridos en forma de corazón amarrados a él.
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-¿Para quien es eso?-preguntó Ámbar sin entender. -Me dijeron que era para usted, señorita.-dijo la secretaria.
Los cuatro amigos se miraron confusos.
-No...se habrá equivocado.-Supuso Matteo. -Tal vez es para la sala de aquí al lado.-dedujo la mexicana. -No. Acá dice "para Ámbar "bonita" Smith"-dijo la secretaria leyendo la tarjeta que colgaba del gran juguete.-¿Usted no se llama así?.
El corazón de Ámbar se aceleró de una manera inexplicable. La palabra "bonita" le quedo rebotando en el cerebro. Tal como una pelota, no paraba de rebotar. La rubia comenzó a expulsar pocas lágrimas. -¿Será quien creo que es?-dijo Luna mirando a su prima llena de ilusión. Ámbar la miró con una sincera sonrisa. -¿Por casualidad hay un muchacho esperando afuera?-Preguntó Gastón a la secretaria que había dejado el peluche sobre una silla y se estaba por retirar de la sala. -Emm...si.-respondió esta.-hace ya unos minutos que está esperando. -¿Y...tiene acento mexicano como yo?-preguntó Luna nerviosa. La secretaria volvió a asentir. Los cuatro amigos sonrieron al mismo tiempo, en especial Ámbar que llevaba en sus ojos azules cientas de lágrimas. -Déjelo pasar.-dijo la rubia secando sus ojos con su blusa. La secretaria asintió nuevamente con su cabeza y salió de la sala.
Pocos minutos después Simón entró con una sonrisa enorme. Ámbar le devolvió la sonrisa y unas pocas lágrimas que estaban acumuladas en sus ojos se desparramaron.
-Bueno...dijo Matteo empujando suavemente al argentino y a la mexicana hacia la puerta.-Nosotros los esperamos afuera. -Si, ustedes platiquen tranquilos y después vienen con nosotros.-Añadió Luna. -Mucha suerte...a los dos.-dijo finalmente Gastón antes de cerrar la puerta. -¡Gracias!.-respondieron Simón y Ámbar al mismo tiempo. Al darse cuenta de eso ambos rieron. -¿Y?¿tu cómo estas, Ámbar?-preguntó el mexicano sonriendo. -Bien.-respondió Ámbar no tan segura. -¿Segura?-preguntó Simón al notar su inseguridad. Ámbar demoró unos pocos segundos en responder. -Si...mi embarazo va mas que bien, recibo ayuda de los Valente, mi abuelo, de Emilia y Jazmín, a veces de Matteo y Gastón...La verdad que estoy muy bien. -Me alegra muchísimo.-dijo Simón sin evitar perderse en los ojos color cielo de la rubia. Ámbar sonrió avergonzada al notar que no dejaba de mirarla. -¿Y vos?¿Como estás?.-Preguntó Ámbar rompiendo la tensión.-Me contaron Luna y Matteo que están por sacar un disco con la Roller Band. Te felicito. -Gracias, bonita.-dijo Simón entusiasmado.-Si, estoy muy feliz por eso. Siempre fue mi sueño desde niño poder formar una banda, componer nuestras canciones, sacar un disco...no sé, me siento muy feliz por eso. -Me alegra tanto.-dijo Ámbar y ahora era ella la que no podía dejar de verlo a los ojos. Ambos se extrañaban, y aunque no lo dijeran, querían volver a besarse, a sentirse. A tenerse el uno al otro de nuevo, pero estaba difícil.
