Capítulo 25, "Ayuda"

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—Tierra llamando a Lindsey —exclamó April en el oído de su amiga.

Lindsey llevaba más de una semana sin ver a Christian. No estaban peleados pero tampoco en tan buenos términos. Después de aquellas palabras tan frías de parte de él, la joven no había parado de darle vueltas al asunto. No tenía ánimos para verle y a veces deseaba no volver hacerlo en su vida. Ella sentía que lo amaba y que era su persona destinada. Pero el destino también parecía hacerle una mala jugada. Cuando creía que daba un paso en su relación con Christian, luego retrocedían diez. Pensó que podría ser porque eran demasiado incompatibles.

—Lo siento —susurró arrepentida, no tenía ganas de hablar con nadie.

—Deja de pensar en él, pervertida —bromeó April, guardando sus cosas porque había terminado la clase y una vez más Lindsey ni se había enterado por estar absorta en sus pensamientos.

A Lindsey no le hizo ni pizca de gracia. Se levantó de su asiento y se dirigió a la salida con paso apresurado, sin esperar a sus amigos. April le gritó que la esperara, pero su amiga no la escuchó en lo más mínimo.

—Déjala, cielo —sugirió Charly tocando su hombro—. Creo que no está pensando en eso.

—No quiero pensar que ese desgraciado le hizo algo otra vez —gruñó ella entre dientes.

—Ojalá que no. Ojalá que sea sólo por la regla que está tan bipolar —bromeó Charly intentando ser cariñoso con April y ésta simplemente le pegó en las costillas.

—Tarado.

* * *

Lindsey se sentó sobre un banco, reclinó su espalda y suspiró hacia el cielo. Sentía que iba a colapsar, su cabeza daba vueltas a todo tipo de asuntos. La confesión de John, su relación con Christian, la relación de sus amigos, los exámenes finales, la Tesis, las tareas de clase... 

Dejó de pensar. Quería relajarse, leer algo que la llevara a otro mundo. 

Sacó de su mochila la agenda de Christian, que la llevaba a todos lados como si fuera una especie de amuleto. Se pasó una hora releyendo las hojas, algunas las fisgaba y otras se las ponía a leer con más atención. Sus ojos no podían dejar de mirar el lomo interno del libro, en aquellas páginas arrancadas de las que desconocía su paradero. 

Acarició con la yema de sus dedos el restante de las hojas destruidas, buscaba una palabra, aunque sea una letra para poder descifrar que había en ellas, pero nada. Supuso que fueron arrancadas con agresividad, sin pensarlo dos veces, ya que sus cortes eran muy irregulares.

—Sí vas a leer eso, que sea sin mi presencia, por favor —pidió Christian hastiado, acercándose al lugar de Lindsey.

Ésta dio un respingo y cerró la agenda con brusquedad. Abrió los ojos, ojiplática, al verlo sentarse a su lado y reclinar la espalda con cansancio. 

Desvió la mirada con incomodidad. Le parecía demasiado hermoso, pero no tenía ganas de hablar con él.

—Lo estaba leyendo sin tu presencia —replicó Lindsey, recalcando el «tu». Su voz sonó nerviosa, con poca seguridad.

—¿Siempre vienes a sentarte aquí? No es la primera vez —indagó Christian intentando mirarla a los ojos.

Lindsey se giró un poco más, dándole la mitad de la espalda. No quería mostrarle que estaba enojada para que él tuviera motivos de preguntarle más cosas, pero es que verlo a los ojos... le estaba costando cada vez más.

—No lo sé —respondió ella con desgana—. De todas formas, ¿cómo sabías que podría estar aquí y no en mi residencia?

—Lamentablemente me crucé con Charly y April e iban solos, supuse que te quedaste por ahí —explicó Christian con naturalidad, desviando su mirada al cielo.

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