El rumor se expandió por todo el instituto. Las miradas de la mayoría de los estudiantes se posaban en Christian, pero éste intentaba seguir en lo suyo cómo sí lo que decían de él no era cierto.
Indiferente, hostil, asocial y solitario, así volvió a ser. No le importó los rumores, ni las miradas de burlas ni los susurros a sus espaldas. Se concentró en sus estudios, a pesar de que hasta los mismos profesores lo juzgaban con la mirada.
No se esforzó en desmentir nada.
Así pasaron las semanas, en las que no vio a los hermanos Duch. Había escuchado rumores que tenían problemas legales y por eso no hacían acto de presencia, pero dejó de importarle a las pocas horas. Ellos eran historia en su vida; hasta que un día, en uno de los pasillos que atravesaba un pequeño patio de la escuela, Christian caminaba llevando unos libros en hora de clase cuando la volvió a ver.
Alyssa estaba parada en el medio de su camino, mirándolo a los ojos con tristeza absoluta. Se acercó a él y Christian sintió cómo se le cortó la respiración.
—Alyssa —dijo serio.
—Hoy he vuelto con mi hermano para volver a estudiar. Él quiere romperte la cara —le informó deprimida.
Christian se asustó un poco por lo último, pero no dijo nada.
—¿Por qué lo hiciste? —le cuestionó ella, acercándose más—. ¿Por qué llamaste a la policía esa noche? La estábamos pasando tan bien...
—No, Alyssa, todo siempre fue una farsa, a mi no me pintes situaciones color de rosa —le espetó enojado.
No podía creer cómo ella lo quería seguir engañando con que lo amaba. Le parecía una caradura, la clase de persona falsa e hipócrita que detestaba.
—Yo me enamoré de ti, Christian —le confesó ella en un gimoteo, intentándolo abrazar, pero él le manoteó los brazos con brusquedad.
—¿Que te enamoraste? —dijo él con incredulidad. Luego soltó una carcajada forzada—. Eres una maldita zorra —insultó en un jadeo, porque sus pulmones apretaban con fuerza contra sus costillas debido a los nervios. Nunca había insultado a nadie y al hacerlo le daba un ataque de histeria y cobardía.
—Chris, yo te puedo explicar acerca de la apuesta... —suscitó Alyssa, pero él la volvió a interrumpir.
—¿Qué me vas a explicar? ¿Qué todo este tiempo me estuviste usando como un títere, un juguete que manejaste a tu antojo para satisfacer tus necesidades de ninfómana? —Aquella palabra le había dolido a la chica, ya que empezó a llorar—. ¡Anda, llora y hazte la víctima como siempre! ¡Olvida que el usado y el lastimado soy yo!
—No, sé que tú fuiste la víctima en esto —manifestó ella, cabizbajo—. Sí, es verdad. Tú eras un desafío para mí. Todo el instituto hablaba de un chico solitario, del que nadie podía romper sus barreras de defensa. Aposté, sí. Aposté seducirte y llevarte a la cama, porque creí que sólo te la dabas de interesante. —Christian la miró furioso, respirando profundo para calmar la opresión en el pecho que sentía—. Creí que sería fácil, que serías como los vírgenes con los que jugué. Pero sentí algo en ti que no lo había sentido con ningún chico —confesó en un sollozo. Christian la observó apenado, culpable. Pero cuando ella levantó la cabeza, él endureció su corazón—. Te convertiste en alguien especial para mi.
—Especial para un revolcón —replicó él con resentimiento, sujetando los libros con más fuerza por la furia que estaba reteniendo—. Me utilizaste, Alyssa, hasta el último minuto. ¿Crees que no te escuché burlarte de mí cuando recibiste el premio por la apuesta? ¡Yo confié en ti, Alyssa! —exclamó contra su rostro, provocando que ella llorara más. Se sentía como la misma mierda. Él tenía razón en cada palabra que soltaba—. ¡Me usaste por dinero, para drogarte!
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Planes de Vida ✔
RomanceLindsey Peterson es una romántica empedernida que vive su vida sin preocupaciones dejando todo en manos del "destino". Christian Foster es todo lo contrario. Es frío, reacio al cariño y planifica toda su vida mediante una agenda para no perder el co...