Capítulo 49, "Entre la espada y la pared"

548 62 0
                                    

Christian la miró preocupado y sin aliento. No quería que ella estuviera cerca de Caleb, odiaba lo que sus ojos acabaron de ver.

Lindsey lo observó de la misma manera, y después se enojó. «¿Qué pretende con sus idas y venidas?» exasperó para sus adentros. 

Se dio la media vuelta decidida a volver al aula cuando sintió que su brazo derecho fue sujetado con fuerza, haciéndola retroceder unos pasos.

—¿Qué estás haciendo aquí? —fue lo primero que preguntó ella entre dientes.

—Tenemos que hablar —dictaminó Christian, intentando llevársela a otro lugar.

—No tenemos nada de que hablar —gruñó ella, impulsándose hacia el lado contrario—. Me dejaste todo claro aquella noche —alegó, refiriéndose a esa noche dónde ganó el concurso con las lágrimas sobre sus ojos.

—Oye —espetó Christian, zarandeándola determinante para acercarla a él—. Fui un poco grosero, lo admito. Pero por favor, olvida eso y acompáñame. Lo que necesito decirte es importante.

«Pero, ¿qué debo decirle?» se preguntó Christian en el momento. No sabía sí advertirle sobre Caleb, contarle su relación con los Duch en general o confesarle de una buena vez lo muerto en vida que se sentía sin su presencia.

—¿Qué lo olvide? —Lindsey sintió esas palabras como una tomada de pelo—. Christian, estoy cansada. Tengo que ir a clase, así que, por favor, suéltame.

—Lindsey, sólo...

—S-u-é-l-t-a-m-e —enfatizó ella cada letra lentamente, sacando de quicio al joven.

—¡Maldita sea, Lindsey! ¡Escúchame de una vez! —desgañitó contra su rostro, sujetándola con una fuerza colérica y exagerada.

Ella lo miró en una mezcla de susto e ira. Nadie iba a decirle a esas alturas qué es lo que tenía o no qué hacer.

—¿Crees que tengo todo el puto día para escucharte decir cosas hirientes o exigirme? —preguntó Lindsey con ironía—. Suéltame de una vez que estoy cursando y debo volver al aula.

—Me importa una mierda sí tienes que volver. Vamos a hablar ahora mismo —exigió autoritario.

Ella lo miró con la mandíbula por el suelo.

—Ya me dí cuenta hace tiempo que a ti no te importa nada —atacó la joven, desternillada por la furia. Sacudió su brazo hasta lograr soltarse de la pétrea mano de Christian—. No tenemos nada que hablar.

—No voy a permitir que vuelvas al mismo lugar que ese hombre. —Christian la sujetó otra vez, pero de la mano. Una calidez embriagadora los invadió a ambos por algunos segundos.

—¿Qué tiene que ver Caleb en todo esto? Él y yo nos llevamos muy bien —comentó Lindsey confundida.

Eso hizo que el cuerpo de Christian se tensara más y la sujetara con tanta fuerza hasta ponerle la mano colorada.

»Me estás lastimando... —expresó ella con incomodidad.

—Tú tienes la culpa de todo —masculló el muchacho entre dientes.

—¡¿Yo?! —vociferó Lindsey, entre sorprendida y furiosa—. Esto es el colmo...

—¡Sí, tú! ¡Maldita sea, tú! —gritó fuera de sí, arrastrándola fuera del pasillo y adentrándose junto a ella a un aula, que para su suerte, estaba vacía—. Tú me estás volviendo loco.

—¡Entonces aléjate de mí! —gritó contra él—. La única que se está volviendo loca soy yo.

—No me estás entendiendo...

Planes de Vida ✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora