Capítulo 26, "Tentación"

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El corazón le iba a mil por hora mientras un escalofrío le recorría las vertebras. «¡Demonios! ¿Por qué?» se mortificaba Christian, sintiendo vergüenza y excitación al mismo tiempo. Bajó la mirada mientras temblaba, pero la volvió a subir a los dos segundos porque no soportaba mirar otra cosa que la escena que tenía frente a sus ojos.

Lindsey le daba la espalda a la puerta, con la desnudez dibujando su columna vertebral. En la parte de abajo llevaba una falda con pliegues color amarilla que le llegaba cerca de las rodillas. Se acomodaba su cabellera ondulada al costado de su hombro derecho mientras buscaba sobre su cama el sujetador, que era de color negro con algo de encaje rodeando el escote. 

Se lo puso con prisa mientras que Christian muy internamente de sí maldecía por eso. Su mente se había descontrolado, deseaba que ella se hubiera puesto el sujetador con más lentitud, para poder percibir mejor sus pechos.

Empezó a sacudir la cabeza. Se mortificaba y se daba cachetadas mentales para dejar de pensar así. Parecía como sí estuviera borracho de nuevo, como en aquella fiesta en la Residencia London. 

Miraba las curvas del cuerpo de Lindsey y pensó que era demasiado hermosa para ser real. Se preguntaba si en esa parte de la cintura su piel era suave. El cuerpo empezó a dolerle y no se sentía demasiado bien. Se miró entre las piernas y entendió el porqué.

Estaba teniendo una erección demasiado notoria y comenzó a lanzar malas palabras en el aire sin llegar a sacar el tono de su voz. Las mejillas le ardían de la vergüenza y tenía ganas de salir corriendo. No podía permitir que Lindsey lo viera de esa forma. 

Cuando quiso huir de espaldas, no se percató de la mesita ratona que se encontraba en la mini sala, así que tropezó con eso y luego con sus propios pies hasta caer en el piso, causando un ruido que no quería por culpa de la mochila que llevaba en su espalda. 

Lindsey lo escuchó y se apresuró a ponerse una blusa de tiras finas color blanca y salir de su habitación. Cuando lo vio a él tirado en el suelo, corrió a socorrerlo mientras la duda de qué estaba haciendo él ahí empezó a invadirla.

—¡Christian! ¿Estás bien? —preguntó ella con exclamación. Christian intentó levantarse dándole la espalda.

—Sí, sólo me tropecé —aclaró.

—¿Qué haces aquí? —preguntó con un tono grosero, así que intentó retractarse—. Hem, digo, me sorprende que hayas subido. Creí que estabas con April y Charly abajo. Les dije a ellos que te abrieran.

—Salieron a comprar y me dijeron que te esperara aquí, pero no vi la mesa —informó con una mentira a medias.

—Ah, estamos solos, entonces... —comentó Lindsey, dejando la frase en el aire.

Christian pensó eso con doble intención y se pasó la mano por el pelo como siempre lo hacía cuando estaba demasiado estresado. Verla de nuevo de espaldas mientras se acomodaba en el suelo le dieron ganas de agarrarla de la cintura, arrancarle la ropa, tirarla sobre la mesita ratona y follársela ahí mismo.

—¿Christian? —preguntó ella con nerviosismo al ver que él no se sentó a su lado y sólo le volvía a dar la espalda.

—¿Sí? —dijo mientras giraba un poco la cabeza.

—Estoy aquí atrás tuyo —bromeó con una esplendorosa sonrisa. Christian rezaba por dentro para que ella parara de hacer cosas que podrían provocarlo más—. Siéntate, no es muy cómodo y al cabo de un rato se te adormece hasta el trasero. —Rió—. Pero aquí podremos concentrarnos sin que los tórtolos de mis amigos se hagan los maestros con las matemáticas.

—¿Tórtolos? —preguntó Christian mientras se quitaba la mochila, se la ponía entre sus piernas y se sentaba en el suelo frente a la mesa, al lado de ella.

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