Capítulo 59, "Empezar de cero"

558 56 3
                                    

Se acostó en la cama y no salió de allí en todo el día, ni siquiera con el caer de la noche.

Los ojos de Lindsey estaban inyectados en sangre de tanto llorar, sus mejillas inundadas de lágrimas, su nariz tapada, sus labios levemente temblando y su abdomen lleno de dolor por estar hipando el resto de la tarde.

Su promesa ya estaba rota, ella ya no la pudo seguir cumpliendo a raja tabla.

Seguía llorando por todo el sentimiento acumulado, por todas sus frustraciones a lo largo de sus veinticinco años. Se sentía demasiado idiota y enferma, como sí su corazón acabara de morir ese día, al igual que la idea del amor verdadero.

—Lindsey... No has salido de ahí en todo el día. Es hora de cenar... —le avisó April del otro lado de la puerta con bastante preocupación.

Ella presentía que algo extraño o malo había pasado. Y pensar que podría estar Christian involucrado le daba una sensación de furia y tristeza al mismo tiempo.

Se preguntaba una y otra vez por qué razón él la había estado buscando como desesperado, inclusive llamando hasta largas horas de la madrugada. Nunca se le cruzó por la cabeza que él tendría esa clase de actitudes.

—Gracias, April, pero no tengo hambre. Estoy ocupada con la Tesis —mintió Lindsey intentando que su voz no sonara demasiado compungida.

—Pero, puedes descansar... —intentó convencerla su amiga.

—¡No insistas! —gritó la joven, enojada, ya dejando notar un poco más su estado de humor depresivo.

«¿Cómo pude ser tan idiota? Todos me lo advirtieron, todos me dijeron que él me haría mal. ¿Por qué insistí con la idea de ayudarlo? Se estuvo burlando de mi todo este tiempo. Quiero odiarlo y no puedo. El amor... el amor es una mierda» pensó Lindsey a sí misma, mientras se dejaba inundar por las lágrimas.

April pensó añadir algo más, pero cerró la boca y se dirigió a la cocina con un nudo en la garganta. Nunca había escuchado así a su amiga, ni siquiera cuando ella le había contado sobre la muerte de su padre después de dos años de haberse conocido.

Según ella, para que Lindsey estuviera realmente de mal humor o con ganas de llorar, algo grave debió haber pasado. Y para ella sólo tenía una respuesta: Christian.

* * *

No tenía ganas de ir a clases. Bueno, más bien, ni siquiera levantarse de la cama durante los próximos años de su vida.

Se sentía mucho más destrozada que el día anterior, con los ojos sumamente hinchados, la piel pálida de no haber comido y el cabello tan enredado que ni le daban ganas de peinárselo otra vez. Su porte femenino transmitía tristeza y fatigues, podía jurar que le dolían todos los músculos del cuerpo cómo sí hubiera hecho ejercicio durante cinco horas seguido.

Entró al baño y antes de tomar una ducha, se contempló destruida en el espejo.

Se odiaba a sí misma en todos los sentidos. Por ser una ingenua y porque no era lo suficientemente bonita para que un hombre la tomara en serio.

Y entonces algo llamó su atención, justo debajo de su oreja. Una pequeña marca rojiza que no dolía, pero estaba ahí, siendo notable.

Demasiado para desgracia de ella.

Pensó que le había picado un mosquito, pero entonces el recuerdo de Christian mordiendo su cuello la asaltó.

En vano y con toda la furia, intentó quitárselo con jabón o con sus dedos como sí fuera a desaparecer, pero se dio cuenta que eso tardaría semanas, por lo que se largó a llorar sobre el lavabo.

Planes de Vida ✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora