Capítulo 74, "En peligro"

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Después de haber tomado caminos equivocados en varias ocasiones, finalmente Christian llegó al Dyersville alrededor de las seis y media de la tarde.

Tenía la frente sudada, los labios secos y la ropa pegada al cuerpo. El calor era insoportable, quizás de los peores que había hecho en ese mes. El joven se quejaba en sus pensamientos acerca de la decisión de Lindsey. «De todos los días calurosos que hubo, justo tuvo que viajar en el peor» pensó frustrado.

Se sentía como un pez fuera del agua o un sapo de otro pozo. Obviamente no conocía la pequeña ciudad y tampoco sabía por dónde empezar para buscarla. Y después de estar un rato reflexionando y casi entrando en pánico, su cerebro le dio la mejor solución: debía buscar el vehículo de Caleb y seguramente hallaría a Lindsey, ya que estaba muy seguro de que aquél hombre estaría presumiendo con ella su vehículo último modelo en una ciudad tan humilde como esa.

—Maldito bastardo —masculló lleno de odio.

No le iba a perdonar la vida esa vez. Sí llegaba a ver que Caleb se aprovechaba de ella o aunque sea que le tocara un músculo, lo iba a moler a golpes para que nunca más lo volviera a intentar. Ya estaba harto de reprimirse y de ver como los demás le tomaban el pelo.

Iba a recuperar a Lindsey cueste lo que cueste.

* * *

—Te ves preciosa —flirteó Caleb al ver a Lindsey en el punto de encuentro.

Ésta sonrió con timidez ante el elogio. Llevaba una blusa con tira color rosa con las palabras «Living On My Own» escritas cubriendo todo su torso y una falda plisada blanca que no le llegaba ni a las rodillas. En el espejo de su cuarto se vio linda, sobre todo el cabello que se lo había dejado otra vez ondulado al natural. Pero al sentir la leve brisa de la tarde y algunas miradas de hombres sobre sus piernas como sí fueran de otro planeta, comenzó a sentirse un poco acomplejada y culpable por su elección de ropa.

—¿Sí? Es que no siento que sea así. Todo el mundo me mira... raro —dijo ella con bastante inseguridad.

—Todos te miran porque te ves genial —replicó Caleb con una sonrisa que parecía sincera.

—Bueno, gracias —susurró ella sin convencerse del todo.

—Ven, no te aflijas con esas cosas. ¿Quieres comer algo o paseamos un rato por ahí?

—Un paseo me gustaría mucho —expresó Lindsey entusiasmada.

—¿Tienes algún lugar en mente?

—Sí, pero queda un poco lejos —sospesó ella con pesimismo.

—Recuerda que tengo auto, así que nada es un impedimento —indicó Caleb con una sonrisa carismática.

Ambos estaban nerviosos. Ella por salir con él en una ciudad que sabía que era un poco desolada por la tarde y él porque no sabía sí llevar a cabo su plan de una vez o hacerle caso a su hermana y buscar otra manera de vengarse de Christian.

Nunca había tomado a una mujer por la fuerza, ellas se acercaban a él para tener sexo. Pero sabía que Lindsey nunca iba a verlo de esa manera, a no ser que la pusiera demasiado borracha como aquella vez que la vio en el bar.

El problema era que a donde iban no había ni una gota de alcohol; y persuadirla para ponerse borrachos tampoco creyó que ella aceptara.

—Caleb, ¿estás bien? —preguntó Lindsey, preocupada.

—Ah, claro —contestó él un poco distante de la realidad. Se había quedado parado frente a la puerta del descapotable—. Perdona, estaba pensando en mi hermana.

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