Capítulo 30, "Biblioteca"

826 85 8
                                    

Lindsey y Christian se dirigieron al área de estudio de la biblioteca —un lugar caracterizado por el silencio absoluto y bien iluminado gracias a las lámparas de las mesas y los grandes ventanales donde entraba la luz del sol— y se sentaron en el medio del lugar. Decidieron estar lo más solitarios posible para la concentración, exceptuando por un par de chicas que parecían ser pareja y no paraban de arrullarse con palabras bonitas y también atrevidas. 

Lindsey intentaba ignorarlas o pensar en cambiar de lugar, pero no quería ser demasiado brusca. Las situaciones románticas de otras personas solían ponerla hórrida, más cuando ella nunca experimentó un amor tan puro y verdadero como ese. Christian también se sentía incómodo con la situación y rogaba porque las chicas se callaran o se fueran de una vez para poder concentrarse. Ver a Lindsey con ese mono rojo mientras escuchaba palabras casi sexuales no lo ayudaban mucho.

—Bien, empecemos —dijo Lindsey en un suspiro mientras sacaba los libros de su mochila. También había llevado algunos de Bromatología para estudiar en uno de sus tantos exámenes finales que se avecinaban en un mes y medio. A pesar de eso, Lindsey solía ser precavida con las cosas demasiado extensas.

—¿Bromatología? ¿Qué es eso? —curioseó Christian mientras agarraba uno de los libros y fisgaba de forma irregular las páginas. Todo lo que había allí escrito le parecía un jeroglífico egipcio y por primera vez en su vida, se sintió molesto por tener un libro en sus manos.

—Es la ciencia que estudia el alimento. Sí bien tengo estos libros, la materia se entiende mucho mejor en un laboratorio —explicó Lindsey mientras le quitaba el libro de las manos sin llegar a ser brusca.

—Todavía no puedo creer que seas ingeniera —expresó sorprendido.

—Primero, no soy ingeniera. Me faltan aprobar los exámenes y una Tesis —aclaró mientras sacaba varias hojas de su cuaderno anillado para comenzar a escribir—. Segundo, ¿por qué no lo crees?

—No sé, por tu carácter. Es algo inesperado —intentó explicar Christian, tratando de no meter la pata y terminar varado en la biblioteca con ecuaciones que no entendía.

—¿Quizás por ser mujer?

—No, Lindsey, no va por ese lado.

—Menos mal —tajó ella.

Lindsey comenzó a escribir una especie de evaluación mientras Christian apoyaba la cabeza sobre su mano izquierda y dejaba que su cerebro se desconectara un instante. Pensaba ser claro con ella, ser sincero y decirle que no se podían seguir encontrando, porque las cosas solo empeorarían más y no podrían verse más como «simples amigos». 

Pero cuando la observaba con detenimiento, toda reflexión se esfumaba en el aire. Se atrevió a mirarla de soslayo para que ella no se diera cuenta y lo que parecieron algunos minutos, parecieron eternas horas de hipnotización. 

Descubrió algunos detalles de ella luego de haberla mirado un buen tiempo, como que tenía algunas pecas diminutas cerca de sus mejillas, que sus pestañas no eran tan largas si no se maquillaba, o que su piel era mucho más tersa y acafeinada de lo que se esperaba. 

También descubrió que solía fruncir mucho el ceño cuando se concentraba demasiado y que casi siempre mantenía los labios ligeramente separados para poder respirar, dándole además un toque demasiado sensual. 

Observó sus manos, finas y de dedos largos, con uñas cortadas a la perfección y pintadas de un color coral claro, casi igual que su boca. Y por último, notó un pequeño lunar en la mitad de su elegante cuello; y en algún punto insondable de su corazón se preguntó que tan excitante sería lamerlo, aunque ni siquiera sintiera su volumen.

Planes de Vida ✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora