Capítulo 75, "Te quiero"

619 61 12
                                    

Christian se acercó hasta la camioneta y la subió en el asiento del acompañante con suma delicadeza, casi como sí se tratara de una princesa. Sin embargo, él corrió con apresuro a su lugar, deseando alejarse lo más rápido de ahí. Lindsey no le había especificado qué tipo de arma llevaba él, pero pensó que sí estaba demasiado desquiciado como para querer violarla, tranquilamente podría tener un revólver o un cuchillo.

Arrancó el motor y giró en dirección contraria al campo, queriéndose acercar un poco más a la ciudad de Dyersville, ya que prácticamente estaban en otro condado. Lindsey respiraba agitada y sus extremidades convulsionaban de los nervios. Tenía millones de preguntas en la cabeza para hacerle a Christian, pero no sabía sí era el momento. Aún tenía que salir del shock que le había provocado Caleb. Y es que no podía caer en la cuenta como un hombre cómo él, que no parecía ser el mismo que en el pasado, terminó siendo una basura perversa. Se sintió inútil, engañada, impotente, terca e idiota por creer en él, por perder a sus dos mejores amigos por alguien a quién apenas conocía hace un par de meses. Se preguntó que le había pasado para haber caído tan bajo. ¿Fue su amor por Christian que la enloqueció? ¿O simplemente perdió la cabeza sin razón alguna?

Christian detuvo el auto después de más de veinte minutos conduciendo. Aunque seguía nerviosa, dejó de temblar tanto al ver el contorno de los edificios dibujándose frente a sus ojos. No había nadie, solo unos pocas tiendas seguían abiertas.

Sabía que él la estaba escrutando con la mirada, pero no se animaba a corresponderle. Tenía miedo de quebrarse, aunque mucho no le faltaba por toda la situación que vivió.

—Espera aquí —le avisó Christian, abriendo la puerta para bajarse.

Lindsey lo sujetó de la ropa, deteniendo sus movimientos.

—¿A dónde vas? —preguntó asustada. Ahora tenía miedo de ser abandonada y que Caleb la volviera a encontrar.

—Tranquila, iré a buscar el kit en el maletero. —Christian acercó su mano y le acarició la mejilla izquierda con lentitud para poder tranquilizarla; y también hacerle saber que nunca más iba a dejarla sola.

Salió de la camioneta mientras Lindsey se relajaba sobre al asiento con los ojos cerrados y tocándose donde él le había acariciado. Se sentía tan reconfortante... Nada que ver a los sucios engaños de Caleb antes de que intentara aprovecharse de ella.

Christian era irremplazable.

—Ven, acerca tus brazos —le pidió él volviendo adentro. Tenía un par de tiritas adhesivas, una botella de alcohol, cinta y algodón.

—No es necesario... —susurró Lindsey, acurrucándose un poco contra la ventanilla.

—Sí que lo es. Estás sangrando, Lindsey —le hizo notar. Ella lo sabía y le ardían como el fuego sus lastimaduras, pero no tenía la cabeza en otra cosa más que en ir a su casa—. Por favor, déjame curarte —le suplicó en voz baja, avergonzado.

Lindsey titubeó unos segundos ante su petición, pero al ver su insistencia y sus buenas intenciones, extendió uno de sus brazos hacia su dirección. Christian sujetó el brazo con delicadeza y le puso un poco de alcohol sobre la herida, recibiendo una queja por parte de ella al sentir que ardía con el mismo infierno.

—Arde —protestó ella.

—Lo sé —respondió Christian sin mirarla, animándose a soplarle un poco para hacer más ameno el dolor.

La herida no fue lo único que ardió en el cuerpo de Lindsey, si no también sus mejillas por el gesto tan tierno y cercano que él hacía. Le parecía una persona tan distinta últimamente, que se le hacía difícil de creer que era el Christian que alguna vez conoció.

Planes de Vida ✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora