Capítulo 33, "Cada uno por su lado"

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Una semana.

Una semana había pasado desde que Lindsey y Christian no se volvieron hablar ni ver. Aunque para personas como Charly o April les parecía normal que ellos se hubieran peleado otra vez y no se vieran en un par de semanas, para Lindsey era lo definitivo. No quería pensar en él ni respirar el mismo aire que él. Cuando salía de las clases con sus amigos o a veces en solitario porque la pareja se salteaba la clase para salir en una cita, ella veía de reojo el resto de las facultades hasta hallar la de Ciencias Económicas. Pero disentía con la cabeza y seguía su camino. Se preguntaba sí Christian pudo aprobar el examen, sí se recuperó de su resfrío o sí en sus pensamientos le estaría agradeciendo sus lecciones. Pero volvió a negar con la cabeza, convenciéndose a sí misma de que él no era esa clase de persona. Le dolía en el pecho haber fracasado con su misión, en haber dejado ir su amor de esa manera. Lo amaba más de lo que quisiera, pero quería resguardar el poco orgullo que le quedaba y volver a empezar. «Sí no cambió por sí mismo en todos estos años, menos lo hará por alguien como yo» caviló para sus adentros. Aunque una idea minuciosa de que él podría encontrar el verdadero amor y cambiar por eso le dio escalofríos. Sí él encontraba a otra persona a quién acompañar y amar, estaba segura de no querer verlo, porque si no se rompería como un vidrio: en mil pedazos.

—¡Hey, Lindsey! —vociferó una voz femenina y aguda, desconocida por algunos instantes para Lindsey. Cuando volteó a verla, se trataba de Ámber, acompañada de Scott, Liam y Jayden, aquél chico que no había podido asistir a la fiesta en la Residencia London—. ¡Tanto tiempo!

Lindsey la miró por recelo al recordar cómo coqueteaba descaradamente con Christian en aquella fiesta, pero como ya no tenía nada que ver con él, decidió ser lo más amable posible.

—¡Hola, chicos! ¿Qué tal las clases? —gritó Lindsey con una sonrisa hipócrita, ya que el grupo se acercaba desde lejos.

—Cancerígenas —respondió Jayden, un chico rubio, de ojos azules y porte de príncipe. Era el chico ideal para la mayoría de las chicas, quienes volteaban a verlo con adoración en los ojos. A pesar de su buena apariencia física, era bastante lento a la hora de resolver las cosas, lo que complicaba sus calificaciones.

—Ya veo, ¿pudiste aprobar ese examen? ¡Te perdiste de la fiesta! —le recordó Lindsey esa noche.

Ellos se llevaban bastante bien y hasta algunas veces el grupo había insistido en juntarlos para una cita, pero para ella no era tan genial y misterioso como Christian, y Jayden... él era demasiado bueno como para insistir. Le gustaba la compañía de Lindsey, pero no estaba del todo seguro sí pensaba en algo más que una amistad lejana con ella. Admitía que era bonita e inteligente cuando estaba con el grupo sin la presencia de ella, pero nunca fue un insolente.

—Oh sí, fue una lástima. Pero valió la pena —respondió Jayden con una sonrisa de oreja a oreja, exhibiendo sus perfectos dientes, blancos y pulidos.

—Qué escalofríos me da cuando sonríes así —expresó Scott con una mueca de disgusto, peinándose el cabello hacia atrás—. Diablos, no soporto este calor.

—Tú no soportas nada —le espetó Ámber, con los ojos en blanco. Luego se volvió hacia Lindsey—. ¿Y qué te cuentas, Lindsey? ¿Estás preparándote?

—¿Preparándome para qué? —inquietó Lindsey, sin entender a lo que ella se refería.

El grupo rió, a excepción de Scott, que seguía serio como perro en bote.

—¡No me jodas, chica! —exclamó Ámber entre risas—. ¡La ExpoAgro!

—El famoso evento que vienen hablando los profesores hace casi más de un mes, dónde expondremos nuestras posibles Tesis —agregó Liam—. Es la semana que viene.

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