Capítulo 39, "Una salida particular"

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—¡Venga, Lindsey, salgamos! —insistió April por quinta vez, con un tono de voz demasiado exagerado.

Los tres estaban en la sala modificando algunos detalles de la Tesis, Charly escribía unos informes para los profesores y Lindsey ajustaba la información de acuerdo a la investigación sobre los nutrientes que necesita un niño según su edad. Ella sonreía con timidez y cierto disimulo hacia su amiga, sí bien la idea no le parecía mala, sabía que April le estaba prácticamente gritando en el oído para que Charly escuchase.

—Hay que terminar con esto, April —comunicó Lindsey con una diminuta sonrisa.

—Podemos terminarlo más tarde, anda —sugirió la pelirroja—. Me estoy asfixiando aquí dentro.

Charly observaba la situación de reojo y con cierto recelo. Tenía claro que April se lo estaba haciendo a propósito.

—¿A dónde iríamos? —le siguió la corriente Lindsey. Pensó que sí salían por un rato, podría convencerla de que le está haciendo daño a su amigo.

—Al bar Touch. Hoy hay bebidas gratis para las damas... —canturreó April y dando pequeños saltos sobre su eje.

—No quiero emborracharme, la última vez no terminé muy bien... —dijo Lindsey mientras recordaba el momento erótico en que Christian la fue a buscar y terminaron a los besos en la puerta de su residencia. Cada vez que rememoraba ese beso, los colores se le subían a la cara y un sonoro suspiro salía de sus labios.

—¡Pero eso fue porque estabas sola! —vociferó April, llamando la atención al cien por ciento de su ex novio—. Prometo que nos controlaremos y volveremos temprano. ¡Por favor!

Lindsey cerró los ojos y suspiró exhausta. Estaba cansada de escribir y desechar hojas, se había pasado el día entero preparando una investigación en la que no paraba de repetir frases y palabras. Olvidar a Christian le estaba costando más de lo que ella creía.

Terminó aceptando a regañadientes y April festejó esa vez con grandes saltos. Se encontraba extremadamente eufórica, cosa que le asustaba demasiado a Lindsey. Cuando su amiga sonreía demasiado y deseaba festejar hasta sobrepasar los límites, sabía que muy dentro suyo quería en realidad romper todo lo que se encontraba su camino. Pensó que en eso ellas eran bastantes parecidas, siempre ocultando con las sonrisas todo lo que sucedía en su interior.

Lindsey se preparó con lo primero que encontró en su armario, una blusa blanca que dejaba entrever sus finos hombros, unos leggins azul marino a la altura de sus rodillas y unas vans del mismo color que la parte superior de su ropa. Después de pensar frente al ropero durante unos largos minutos, decidió no llevar chaqueta, ya que sentía que la noche iba a estar demasiado húmeda y calurosa. Salió de su dormitorio, y mientras bajaba por las escaleras, vio cómo su amiga ignoraba de forma exagerada a Charly y salía de la residencia dando zancadas orgullosas por el suelo. El joven frunció los labios con frustración y se dirigió a Lindsey antes de que ésta siguiera los pasos de la pelirroja.

—¿Puedo pedirte un favor? —suplicó Charly con preocupación. Lindsey asintió con la cabeza—. Sabemos que April es cien veces peor que tú a la hora de beber y meterse en problemas. Cuídala y no dejes que ningún sinvergüenza se aproveche de ella.

—No soy tan mala amiga —bromeó Lindsey.

—Lo sé, pero... —espetó él con la inquietud en su voz. Pensar que April podría divertirse con otros hombres estando borracha lo ponían demasiado suspicaz.

—Te preocupa que ella conozca a alguien más —vaticinó Lindsey y él asintió con timidez—. No te preocupes, sé que ella aun te quiere. Sólo está dolida, pero intentaré hablar con ella otra vez.

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