Caleb superó sus espectativas. Sí bien estaba nerviosa o insegura de que algo pudiera salir mal, la verdad es que no podía quejarse. Él la trató mejor de lo que esperaba, con charlas triviales durante su paseo y viendo la película de acción sin ningún tipo de interrupción o insinuación que podría hacerla sospechar de malas intenciones. Fue un caballero durante toda la cita y eso de alguna manera, Lindsey lo valoró. Aunque el dolor seguía en su corazón, él fue capaz de hacérselo olvidar por al menos unas horas. La hizo reír un poco, recuperar el apetito cuando fueron a por un helado —a pesar de que discutió con él para pagarlo— y hasta un poco las ganas de vivir.
Sí, porque desde que su vida se había distanciado de Christian, se sentía muerta. Pero ya no podía seguir presa de aquellos sentimientos tóxicos y lastimosos, necesitaba avanzar de una vez a pesar de haberlo pensado muchas veces y nunca hacerlo.
Quedó con él para verse el viernes de la otra semana, después de clases y uno de sus exámenes finales.
—Entonces nos vemos ese día —definió ella con una sonrisa en la puerta de su residencia.
Eran casi las nueve de la noche y apenas podían mirarse a los ojos por la poca luminiscencia de las calles.
—Sí —respondió Caleb sonriente. Lindsey hizo el ademán para ingresar, pero él la detuvo llamándola por su nombre—. No quiero terminar este gran día de manera pesimista, pero...
—¿Qué pasa? —preguntó la chica con ligero nerviosismo.
—Te debo unas disculpas por lo que pasó aquella vez en mi casa. He estado hace mucho tiempo pensando sobre eso y fui un patán —expresó él con remordimiento fingido.
Sí volviera a tener la oportunidad, era capaz de volverlo hacer.
Ella sonrió un poco incómoda al principio al haberlo recordado, pero decidió olvidarlo porque lo había pasado muy bien ese día.
—Está bien, no te preocupes. Ya ha pasado un mes de eso —le aclaró Lindsey—. Nos vemos el viernes.
—El viernes —repitió él con una sonrisa coqueta, bajando por las gradas y yéndose del lugar.
Lindsey volvió a su vacío de siempre, entrando a la residencia y viendo todas las habitaciones en la completa oscuridad. Aunque cuando contempló mejor su panorama, vio que una de las lámparas que colgaban del techo para alumbrar una de las encimeras de la cocina estaba prendida, iluminando un papel apoyado.
Ésta se acercó y lo leyó, era un aviso de April y del por qué todo estaba tan oscuro:
«Lindsey, Charly y yo hemos decidido salir a una cena. Hemos estado planeando esto hace un par de días, te aviso para que no te asustes de nuestra ausencia. Espero que volvamos temprano...»
La joven rio por la última frase de su amiga. Para ella estaba claro que pasarían toda la noche afuera haciendo cosas que suelen hacer las parejas enamoradas hasta los huesos.
Siguió leyendo las últimas líneas que parecían ser más importantes que el otro párrafo.
«Por cierto, mientras estabas en tu cita con ese sátrapa, llegó el correo por parte de tu madre. He dejado la caja en tu dormitorio. Buenas noches»
Lindsey puso los ojos en blanco mientras sonreía por la palabra que había usado su amiga para describir a Caleb. Tiró la carta a la basura y subió hasta su cuarto, donde encontró la caja empaquetada tal como había llegado.
La Sra. Peterson solía enviarle de manera bimestral dinero para mantener sus gastos, algún que u otro regalo y un testamento lleno de sentimientos sobre cuánto la extrañaba y cuánto estaba orgullosa de ella a pesar de no haberle tenido fe en un principio con respecto a la carrera. Lindsey en innumerables ocasiones —sobre todo cuando volvía a su casa durante las vacaciones de verano— le había enseñado a cómo usar las redes sociales o un celular para que pudieran comunicarse, pero la mujer siempre tenía algún que u otro problema, obligando a su hija a recibir cartas cómo sí estuvieran en el siglo XX.
ESTÁS LEYENDO
Planes de Vida ✔
RomanceLindsey Peterson es una romántica empedernida que vive su vida sin preocupaciones dejando todo en manos del "destino". Christian Foster es todo lo contrario. Es frío, reacio al cariño y planifica toda su vida mediante una agenda para no perder el co...