Capítulo 83, "Decisiones"

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Después de que se sentaron las dos parejas para hablar y almorzar por casi una hora, Christian se ofreció a llevar la maleta de Lindsey a su dormitorio, porque insistió en que era pesada para que la cargara ella por las escaleras.

Cuando llegaron a dicho lugar, Lindsey se puso un poco ansiosa al verse con él en una habitación y una cama lo suficientemente grande de por medio.

—La próxima vez, lleva menos ropa —bromeó Christian mientras dejaba la maleta en el suelo, al lado del armario.

—De todas formas, la próxima semana me iré de aquí —le informó ella con nostalgia—. Así que tendré que llevarme mucho más que una maleta de ropa.

Christian bajó la cabeza, mirando el suelo. Había olvidado ese pequeño gran detalle de que Lindsey se iba a graduar y que luego volvería a su casa.

—Joder, te extrañaré mucho —balbuceó en voz baja, casi para sí mismo.

La chica sonrió encantada con sus palabras y se abalanzó abrazarlo, rodeando el cuello del muchacho con sus brazos.

—Iré a verte a tu casa cada vez que pueda —cachondeó Lindsey con una sonrisa de oreja a oreja.

Christian volvió a bajar la mirada. Su intención era que ese mismo día ya no viviera con sus padres. Estaba decidido a terminar con sus veintisiete años de tortura.

No sé sí sea eso posible... —susurró nervioso—. Pero quizás sea yo el que te vaya a ver. No soportaré tenerte lejos —confesó.

Ella sonrió y se mordió el labio inferior. El cosquilleo entre sus piernas había vuelto con más intensidad.

—Me encanta que seas tan tierno —masculló Lindsey, acercándose al rostro de su novio y comiéndole la boca con un beso apasionado.

Christian se aferró a la cintura de la chica y la fue empujando hasta chocar contra la puerta, acorralándola con su robusto cuerpo. Ella se siguió abrazando a su cuello, entrelazando sus dedos en el cabello del joven y poco a poco subiendo una de sus piernas para rodear la cintura de él en un medio círculo.

Él sonrió contra su boca al ver sus intenciones.

—Li... —advirtió.

—Por favor, tócame —le rogó ella con los ojos cerrados y la respiración dificultosa. Sus mejillas estaban ardiendo de vergüenza por las palabras que soltó y que tenía ganas de soltar.

Christian volvió a sonreír mientras disentía con la cabeza.

—Nos van a escuchar —afirmó un poco incómodo.

—No lo harán —refutó Lindsey, besándolo otra vez. Christian se hizo un poco el duro y eso la enloqueció más—. Joder.

Lo agarró del cuello de la remera y lo obligó a girarse contra la puerta, cambiando los roles para ella acorralarlo con su cuerpo. Christian acunó su rostro entre sus manos, después sujetó su cabello con algo de rudeza y luego fue bajando una de sus manos lentamente hasta levantarle la falda del vestido. Sin necesidad de mirar sí su mano se dirigía al camino correcto, llegó hasta la ropa interior de ella y coló su mano por debajo.

Lindsey soltó un jadeo y dejó de besarlo al retorcerse un poco. Sentir su intimidad húmeda por el deseo enloqueció a Christian.

—Ya lo sospechaba... —bromeó él en voz baja y sobre el oído de ella.

Se siguieron besando mientras Christian desplazaba su mano de abajo hacia arriba en ese punto sensible. Lindsey soltó suspiros uno detrás del otro, desarmándose contra el cuerpo de él que esperaba que la sostuviera. Cuando los toqueteos se hicieron intensos y desesperados, la puerta fue abierta, causando un espantoso golpe en la nuca de Christian.

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