—Caramba, alta paliza nos comimos el otro día en los bolos —comentó Charly con una sonrisa, aunque le dolía.
Lindsey rió.
—Eso fue porque Caleb estaba contigo o si no hubiésemos ganado —objetó April, cruzándose de brazos.
Los tres llevaban el guardapolvo puesto, atravesando los pasillos de su facultad para llegar a la sala de heladeras donde guardaban los alimentos.
—Es verdad, Caleb me contó que durante toda su etapa como estudiante universitario se la pasó jugando a los bolos. ¡Hasta se unió a torneos locales! —contó Lindsey con entusiasmo, sonriendo para sus adentros.
—Veo que te cae mejor ahora —cachondeó April mientras le guiñaba.
La joven enrojeció y tampoco negó los hechos.
—Creo que quiero firmar el contrato con los Duch —anunció Lindsey, con el cuerpo firme y quedando parada en el medio del pasillo.
—¿De verdad? —preguntó Charly, con una pizca de entusiasmo en su voz. Por algunos micro-segundos, se lo vio esbozar una sonrisa. Pequeña, pero que estuvo ahí—. ¿No quieres pensarlo más?
—No, Caleb me demostró no tener segundas intenciones por detrás. Y además, he estado pensando egoístamente porque sé que ustedes quieren un trabajo fijo de esto y se los he estado impidiendo.
April se acercó y la abrazó con un brazo por detrás de su cabeza.
—Tonta, no te sientas así. Sí no conseguíamos trabajo con los Duch, lo íbamos a conseguir en otro lado —dijo la pelirroja con una sonrisa alentadora.
—No sé sí enviarle un mensaje a Caleb de vernos para arreglar lo del contrato o llamar a su hermana quién fue quién nos dio su tarjeta de presentación —caviló Lindsey, volviendo a caminar por los pasillos con sus amigos.
—¿Desde cuándo tienes el número de Caleb? —averiguó April en una mezcla de sorpresa y picardía.
—Me lo dio minutos antes de despedirnos el otro día... —susurró Lindsey, mientras asesinaba con la mirada a su amiga quién sonreía con demasiada malicia.
—Lo mejor sería que llamemos a la hermana... ¿Alyssa se llamaba? —preguntó Charly con la mirada perdida intentando recordar—. Creo que ella tiene que ver más con el negocio.
* * *
Meditó unos cuántos segundos frente a la puerta, preguntándose sí entrar o no. Habían pasado unos días desde lo sucedido en la bolera y no tenía ni los ánimos ni la cara para enfrentar al resto de sus compañeros. «Seguramente me odian» o «no van a volverme hablar» eran frases muy recurrentes en el cerebro de Christian. Pero lo entendía, se había comportado con ellos cómo un inmaduro desde el minuto uno, desde el momento en que los conoció y decidió unirse a ellos para el trabajo de Historia Económica Mundial.
Desde que su vida se puso patas para arriba con la supuesta amistad de Lindsey, comenzó a darse cuenta del daño que solía cometer cuando se comportaba indiferente u hostil a las personas. Toda una vida acostumbrado a ignorar a su alrededor, que ahora se le hacía muy difícil no comportarse como un idiota con la gente. Siempre fue muy torpe a la hora de expresarse y eso fue en lo que casi nadie lo ha ayudado a mejorar. O era demasiado hostil e indiferente, o soltaba tantas cosas de su boca que solía alejar a los demás. Era la torpeza personificada, por eso no se animaba a entrar al aula y tener que enfrentar a su grupo, porque era muy probable que no supiera qué decir.
Después de reflexionar que estaba llegando veinte minutos tarde a clases, entró lo más sigiloso que pudo al aula. Sólo un par de personas voltearon ante su presencia, y entre ese par se encontraba Rebecca, quién lo observó por unos segundos en una mezcla de sorpresa y vergüenza. Él también la miró, pero rápidamente desvió la mirada y se sentó por primera vez en uno de los pupitres ubicados al fondo de la sala. El profesor se veía diminuto a comparación de la visual de sus compañeros de adelante, quienes también por primera vez se dignaron a sentarse más cerca de la pizarra.
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Planes de Vida ✔
RomanceLindsey Peterson es una romántica empedernida que vive su vida sin preocupaciones dejando todo en manos del "destino". Christian Foster es todo lo contrario. Es frío, reacio al cariño y planifica toda su vida mediante una agenda para no perder el co...