emociones

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Abigail.

—¿Y Shay? —es lo primero que le pregunto cuando aparece sin la bebé en mi puerta.

—Quería que habláramos tranquilos, Abi —suena un poco cohibido.

—Pasa —suspiro.

Él deja un beso en mi mejilla que me deja helada por los primeros tres segundos. Cierro la puerta y me volteo a verlo. Lleva una camisa color marrón y su pelo largo cae en rizos sobre sus hombros.

—¿Estás sola?

—Sí, mi mamá está haciendo unos papeleos en el centro y llegará tarde  —él asiente mordiéndose el labio inferior—. Ven, acompáñame arriba —lo invito a subir las escaleras.

Cuando entra a mi cuarto, se sorprende al ver todo empacado.

—¿Qué está sucediendo aquí?

No respondo de inmediato, así que mientras, lo primero que se acerca a mirar son los atrapasueños arriba de mi cama. En realidad lo único que queda en las paredes.

—Son hermosos —dice él.

—Lo son —susurro, sintiéndome aplastada por todas las emociones.

—Hey, ¿qué pasa? —Harry se acerca a mí, esta vez sin darme otra salida más que responder.

Nuestra distancia me hace casi temblar. Unos centímetros separan su rostro del mío, mientras que nuestros torsos se están tocando.

Él alza mi barbilla con delicadeza y su otra mano va a parar a mi cintura. Siento mariposas en mi estómago y a la vez me siento segura, pero frágil ante su presencia.

—¿Te mudas, no? ¿Es por eso que estás así? —frunce el ceño.

Su aliento mentolado me pega en el rostro y nunca había sentido tantas ganas de besar a alguien, pero me las arreglo para hablar:

—N-no tengo dónde vivir —admito.

Harry me pide que le explique el problema. Cómo podría yo negarme a cualquier petición de aquellos ojos verdes tan intensos. Así que por primera vez, no me cuesta abrir mis sentimientos a una persona y contarle por lo que estoy pasando.

Cuando me ganan las emociones y me invaden las lágrimas, él procura que me siente en el borde de cama y se agacha solo un poco frente a mí, lo suficiente para quedar cara a cara.

—¿Qué es lo que más te preocupa ahora mismo? —inquiere, pasando sus pulgares sobre mis mejillas húmedas con suma delicadeza. El gesto me sorprende porque lo considero bastante íntimo, pero no me molesta en lo absoluto.

—Mi mamá... No quiero que se vaya a Chile devuelta, además... N-no tengo dónde vivir y necesito conseguir un trabajo para seguir pagando mis estudios.

Un resoplido se escapa de mis labios, pero lo próximo que siento es su perfume colarse por mi nariz y de pronto me veo perdida en un olor que me hace sentir tranquila de algún modo.

—¿Cómo que no tienes dónde vivir? ¿Para qué crees que yo estoy? Eso ya no debe ser una preocupación para ti —sonríe y yo abro mis ojos enormemente y comienzo a sacudir la cabeza como una loca.

—No, no, no, Harry... Jamás podría aceptar eso, no es apropiado y además... —interrumpe mi vómito verbal y toma mi mano, apretándola suavemente. Una corriente es enviada a través de todo mi sistema y de un momento a otro me siento indefensa y sin escapatoria debido a su cercanía.

—No, detente. No aceptaré un no por respuesta. No seas orgullosa. Shay y yo estamos solos y nos vendría genial compañía —se encoge de hombros como si fuera una cosa mínima.

hard times || h.sDonde viven las historias. Descúbrelo ahora