Cinco meses después...
Abigail.
Escucho la puerta abrirse a lo lejano y luego unas pisadas corriendo. Esas pisaditas que me han dado alegría y fuerza por todos estos meses.
—¡Mami! ¡Mami! ¡Hoy hice un dibujo en clases para ti! —Shailene llega como un volcán a desordenar la habitación, pero por sobre todo la cama, lo cual me encanta, porque le da vida a nuestro hogar.
Sonrío y abro mis brazos para ella.
—Ven aquí. ¡Enséñame eso, princesa! —exclamo emocionada.
Harry entra al cuarto y me regala una sonrisa desde la pared junto al umbral de la puerta. Lo observo por un momento. Está mucho más delgado, se nota en su cuerpo y en su rostro sobre todo. Su cabello está muchísimo más largo y sus ojos lucen cansados y decaídos, incluso apagados. Hace mucho tiempo están así.
—Mira, se lo enseñé a la maestra también —me tiende una hoja de papel donde veo una imagen enternecedora.
Somos Harry, yo y ella. Shailene está al medio de nosotros tomada de nuestras manos con una sonrisa. Cuando me veo a mí, no puedo evitar soltar una carcajada. No tenía ni un solo pelo dibujado.
—La maestra me preguntó por qué te hice sin cabello —murmura inocentemente.
—¿La dibujaste así? Shailene... —su padre se entromete, advirtiéndola mientras se acerca a mirar. Yo me río otra vez.
—No pasa nada. Es real, es genial. Me encanta, princesa. Muchas gracias.
Dejo un beso en su mejilla y ella me abraza.
—Le dije a la maestra que estabas enferma —me mira—. Y luego me dijo que quería hablar contigo —esta vez mira a Harry.
Él frunce el ceño y luego suspira, apretándose el puente de la nariz con sus dedos.
—¿Por qué hiciste eso, Shay? —parece un poco molesto ante la situación.
—Le dije la verdad, papi —su voz se hace más aguda y lo mira con las comisuras de su boca caídas, oliendo que se avecina una orden.
—Ve a tu cuarto, creo que tienes tarea que hacer —musita él, seriamente. Cuando Harry pone usa esa expresión en su cara, su hija sabe de inmediato que es mejor no rechistar.
Shailene hace un puchero y creo que se echará a llorar, pero simplemente sale corriendo del cuarto para desaparecer.
—¿Qué te pasa? —le pregunto, estirando mi mano para acercarlo a mí—. No deberías hablarle así. No ha hecho nada malo.
—No quiero ventilar nuestros problemas con su profesora. ¿Es mucho pedir? No quiero lidiar con ello —rueda sus ojos.
—Quizás sería bueno que estuviera al tanto, para que también estuviera pendiente de ella, Harry. No lo tomes a mal —él se sienta a mi lado y me abraza, escondiendo su rostro en mi cuello, donde deja un tibio beso.
—¿Cómo te sientes tú?
¿Cómo me sentía? Esa era una buena pregunta.
Estaba jodidamente cansada. El cáncer no parecía querer retroceder, simplemente estaba ahí estancado hasta el momento. Pesaba lo mismo que una adolescente y ya no me levantaba casi de la cama. Todo era vómitos, sangre, fatiga y moretones.
En mi mente había una cosa muy clara, la vida está hecha de decisiones. Al final del día, somos lo que escogemos hacer, y yo tenía que tomar una decisión. Es solo que aún no había hablado nada de eso con Harry. Sabía que sería un tema difícil y complejo de conversar. Yo tampoco estaba segura al cien de lo que quería hacer, así que no iba a apresurar una charla de la que ni siquiera tengo certeza.
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hard times || h.s
RomanceHarry es un padre soltero que hace malabares para intentar darle lo mejor a su hija. Abigail es una chica universitaria que apenas pone su mirada en ellos, no puede alejarse.