Harry.
Sucedió en septiembre. Creímos que los dos meses que nos dio el doctor Reznick serían certeros o exactos, que al menos la terapia alternativa haría efecto, que alargaría su tiempo de vida o que nos daría una esperanza.
No sucedió.
Si bien Abigail se había estado sintiendo un poco mejor y su cuerpo no se sentía tan destrozado como con las quimioterapias, los síntomas de la enfermedad seguían allí presentes. Las cosas se habían puesto feas muchas veces, pero ahora es cuando teníamos menos tiempo del que pensábamos.
Había ido a buscar a Shailene a la escuela y luego pasaríamos por un helado. Abigail estaba en casa siendo cuidada por su madre.
Apenas vi su nombre en mi móvil mi corazón se aceleró, en mi estómago se hizo un nudo y un sabor amargo subió desde mi garganta hasta mi boca, teniendo un mal presentimiento. Recibí su llamada de inmediato, y cuando escuché lo desesperada que me estaba hablando, supe de inmediato que algo ocurría. Algo estalló dentro de mi pecho y se sintió como si no pudiera seguir respirando.
Meredith me dijo que Abigail se había puesto realmente mal de repente, con fiebre, náuseas, debilidad y luego comenzó a sangrar muchísimo por la nariz hasta que se había desmayado y tuvo que llamar a una ambulancia.
Mi principal objetivo era no preocupar a Shailene, así que intenté mostrarme sereno por fuera por mas alterado que estuviera sintiéndome y conduje hacia el hospital. No tenía tiempo para llevarla con mi madre antes.
—¿Mami está enferma otra vez? —su inocencia me hacía doler el corazón. Claro que ella sabía que algo estaba ocurriendo.
—Se sintió un poco mal y la abuela la trajo al hospital, nena —le respondo, luchando por sonar tranquilo. Era tan difícil ahora mismo.
—¿Ella se pondrá bien? —inquiere, sonando preocupada. Le regalo una rápida mirada y veo el ceño fruncido en su pequeño rostro.
—Sí, amor. Eso espero —musito esas palabras más para mí mismo que para ella. Sentía que todo pendía de un hilo.
Apenas aparco en el hospital, me bajo rápidamente y saco a Shay del coche. Tomo su mano y caminamos rápido hacia la entrada de emergencias. Ahora mismo mi hija es todo lo que me mantiene cuerdo.
Me sorprende ver a mi mamá junto a Meredith, pero me alivia en grandes cantidades saber que ambas están aquí. Es una preocupación menos.
Al verme llegar, se quedan en silencio observándonos hasta que estoy frente a ellas con Shay.
—Hola, cielo —mi madre saluda a su nieta. La levanta en sus brazos mientras yo espero que me digan algo sobre Abigail. La verdad es que me estaba desesperando.
Es justamente al mirarlas a los ojos cuando me doy cuenta. Nada está bien aquí. Al parecer las dos estaban llorando, pero Meredith se ve completamente destrozada.
—Voy a llevarla a la cafetería para que coma algo —me avisa mamá, yo asiento tragando duro. El silencio que experimento hasta que ambas desaparecen por el pasillo hacia el ascensor es lo peor del mundo.
—¿Te dijeron algo? —la interrogo, sintiendo mi corazón latir a mil.
—Está mucho peor de lo que imaginábamos, Harry. No saben cómo sigue aguantando. Perdió mucha sangre, necesita una transfusión.
Abro mis ojos enormemente y veo las lágrimas caer de los suyos. Me recuerdan tanto al color y forma de los de Abigail que tengo que apartar la mirada, sintiendo los míos arder.
—¿Tienen sangre de su tipo? ¿Eso está bajo control o...? —mi voz tiembla y respiro hondo intentando calmarme.
—Sí, ahora están realizándola y tratando de estabilizarla —su madre asiente con pesar, secándose el rostro.
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hard times || h.s
RomanceHarry es un padre soltero que hace malabares para intentar darle lo mejor a su hija. Abigail es una chica universitaria que apenas pone su mirada en ellos, no puede alejarse.