no estamos casados

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Abigail.

Los días han pasado. He seguido en constante monitoreo y el doctor dijo que era tiempo de comenzar con la quimioterapia. No tenía otra opción. Con el medicamento que estoy tomando, no será suficiente. No podrá combatir mis células cancerígenas y lograr que retrocedan por su cuenta. Necesito quimioterapia.

Así es como las horas avanzan hasta que llega el turno de levantarme temprano para ir al hospital y administrarme la quimio. Harry estaba enredado aún entre las sábanas mientras yo me vestía.

—Harry, dijiste que te despertara, vamos —lo remuevo suavemente y dejo un beso en su frente. Él abre sus ojos perezosamente—. Buenos días.

—¿Ya es hora? —bosteza y se estira como un gato.

—Sí, bebé. Arriba —acaricio su cabello hacia atrás y me alejo.

—¿Estás lista? —pregunta con la voz ronquísima y los ojos muy pequeños.

—Casi —me termino de peinar y lo miro a través del espejo.

—Bien —se incorpora, restregándose los ojos. Se pone el mismo vaquero negro que llevaba ayer y busca una sudadera en el armario.

—Creo que lo mejor es que te quedes con Shay en casa de tu madre mientras. Si quieres puedes luego pasar por mí y... —me corta de inmediato.

—No. Dejaremos a Shailene allí y voy contigo. No se discute, te acompañaré —me abraza por la espalda y besa mi cuello.

—Está bien, testarudo —sonrío.

Harry se aparta para correr a lavarse los dientes y luego estamos ambos listos.

—Voy a buscarla —dice refiriéndose a su hija.

Entra al cuarto de la niña y después de un momento sale con ella en sus brazos, envuelta en una manta. Está dormida aún.

Una punzada me atraviesa el pecho. Es una porquería que deban estar haciendo este esfuerzo por mí. Ambos. No debería suceder y no es justo. Además, cuando Shailene comience con su jardín infantil es imposible que lo hagamos de este modo.

—Vamos —murmura Harry saliendo del departamento.

El camino hasta el estacionamiento es silencioso. Realmente nadie dice nada y así lo prefiero, porque ya me siento lo suficientemente culpable. Una espinita de remordimiento me está clavando el pecho cada segundo que avanza.

—¿Pasa algo? —inquiere cuando nos subimos al coche. Yo me quedo en el asiento de atrás con Shay para llevarla en mi regazo sujetada.

—No —sacudo mi cabeza en negación, pero Harry lo nota. Él siempre lo sabe.

—Estás muy callada, ¿son los nervios?

—No, ya sé de lo que va la quimio. Estoy tranquila por eso.

—¿Es otra cosa entonces? —me mira por el espejo retrovisor y frunce el entrecejo.

Ni siquiera se ha peinado. Su cabello rizado está bastante alborotado y más largo. Me sorprendía lo rápido que crecía en él. Tiene aún los ojos hinchados y bolsas bajo ellos, ninguno ha dormido bien en todas estas noches. Ha sido difícil y ni siquiera hemos comenzado lo realmente duro.

—No me hagas hablar, Harry. No quiero que discutamos ahora —suelto un suspiro.

Él no dice nada a eso. Simplemente lo veo tensar la mandíbula y mirar directo la calle para mantenerse así hasta que llegamos a casa de su madre.

Me bajo del coche con cuidado junto a Shay, aún dormida. Me causaba gracia la gran resistencia que tenía. Nada la despertaba, una cosa más que la hacía parecerse a su padre cuando realmente se perdía en un sueño pesado.

hard times || h.sDonde viven las historias. Descúbrelo ahora