Abigail.
Hace dos semanas terminé mi última quimioterapia. Los últimos exámenes que me realicé, mostraban sorpresivamente resultados positivos, pero hoy tenía otra cita con el médico y él daría su última palabra.
Me miro al espejo y respiro hondo. Estoy sumamente nerviosa, pero me recuerdo que todo saldrá bien. Hay una pequeña pelusa en mi cabeza, eso significa que poco a poco mi cabello irá volviendo a crecer.
Es increíble, podría incluso llegar a decir que me he acostumbrado a tener la cabeza sin un solo pelo, pero eventualmente, espero que todo vuelva a la normalidad.
A mis cejas las dejo en paz. Me cansé de intentar rellenarlas. La caída de éstas no fue total, pero aún así están llenas de huecos y se ven fatales. ¿Qué diablos importa? Soy lo que soy.
Solo me pongo hidratante labial y algo de crema humectante. Rocío en mi cuello del suave perfume que estoy utilizando y asiento para mí misma. Estoy lista.
—¿Nena? ¿Estás lista? —Harry entra a la habitación. Con solo verlo, noto que está tan nervioso como yo.
Ambos estamos agotados, pero juntos, y eso es lo importante.
—Sí, no hay mucho que pueda hacer tampoco... —bromeo, acercándome a él.
—No digas eso, ya eres hermosa —me rodea por la cintura con un brazo. Su mano derecha se alza hasta llegar a mi mejilla y acariciarla.
—Es increíble que hayamos llegado a este punto —suspiro. Tomo su mano y la beso, dejándola allí, junto a mi boca.
—Solo demuestra lo fuerte que eres. Estoy tan orgulloso de ti —susurra, mirándome con ternura.
—No hubiera podido sin ti, Harry. Tú eres mi fortaleza —lo abrazo con intensidad, dejando descansar mi mentón en su hombro.
—Te amo —deja un dulce beso en mi cuello.
Después de ponernos lo suficientemente sentimentales, la mamá de Harry llega para hacerse cargo de Shailene. Terminamos saliendo de casa con los nervios de punta, pero esperanzados.
—Todo saldrá bien —me asegura mi fiel compañero—. Estaremos bien, mi amor.
—Lo sé —me permito sonreír levemente—. Todo va a estar bien.
Entramos al hospital con nuestras manos entrelazadas fuertemente. Internamente, estoy rezando para que todo vaya bien y no tengamos sorpresas negativas.
Ya hemos sufrido mucho. No sería justo que tengamos que pasar por más. No tendría el valor de afrontarlo, menos cuando el hombre a mi lado está tan comprometido con nuestra relación, conmigo, con nuestros planes a futuro.
—Abi, estás temblando —me llama la atención—. Tranquila, amor.
—Lo siento, es que... Es abrumador estar aquí hoy. Tengo miedo —le confieso con sencillez. Con Harry no habían tapujos sobre nada.
—Lo sé, ¿crees que yo no? Estoy aterrado, pero quiero aferrarme a nosotros y a la chispa de esperanza que tenemos. Todo estará bien, la vida nos debe esto, Abigail.
Me quedo con esas palabras de Harry. No agrego nada más, porque él tiene toda la razón. Le aprieto la mano en un gesto cálido y él me lo devuelve.
Nos acercamos al mesón de la secretaria para informarle que estamos aquí por mi cita con el hematólogo. Una vez que nos registra, podemos sentarnos a esperar.
—Mi cabeza está helada —me río un poco, apoyándome en su hombro.
—¿No trajiste un gorro o algún pañuelo? —me abraza por los hombros.
—Se me olvidó —él suelta un resoplido por lo despistada que puedo ser.
—Abigail Castillo —llama el doctor.
Inmediatamente nos ponemos de pie con Harry. Saludamos al doctor Reznick y entramos a su consulta.
—Tomen asiento —ofrece sonriendo amablemente—. ¿Cómo han ido estas dos semanas sin quimio, Abigail?
—Me siento un poco más enérgica. Al menos no quiero pasar todo el día acostada, aunque las náuseas no se han ido del todo —expreso con algo de duda.
—Bueno... Yo he estado hablando con el oncólogo y hemos revisado tu caso desde el inicio otra vez —saca un sobre blanco del cajón de su escritorio y comienza a abrirlo—. Hemos analizado en conjunto los resultados de tus últimos exámenes.
—¿Cómo... C-cómo están? —pregunto, sintiendo que mi corazón empieza a latir más rápido y mi boca se seca.
Harry toma mi mano. Ambos estamos sudando y temblando. Creo que incluso mi estómago se retuerce de los nervios.
—Los dos coincidimos en que estamos en presencia de algo un poco increíble, mas no imposible. El cáncer dio un paso atrás y los glóbulos que estaban elevados anormalmente, han estado bajando poco a poco. La prueba que hicimos la semana pasada de tu médula ósea es bastante optimista. No nos explicamos cómo es que de un cáncer tan agresivo hayamos pasado a esto. Y no hay que buscarle explicación tampoco. Al menos yo, sí creo en los milagros y he visto algunos casos de este tipo. Puedo afirmarles que hemos entrado a la última etapa, que puede ser la más duradera, pero nos da esperanza. Estamos en la fase de mantenimiento.
Creo que estoy en una especie de conmoción. No puedo creer las palabras dichas por el doctor. Me llevo las manos a la boca, pero aún así no logro contener un sollozo que se me escapa. Intercambio miradas con Harry. Él parece tan sorprendido como yo. Sus ojos brillan intensamente y una sonrisa comienza a formarse en sus labios.
—Sé que es impactante y también que hemos tenido un largo y difícil camino hasta aquí, pero quiero que estén tranquilos. Hemos acabado finalmente con las quimioterapias. Podremos seguir con medicamentos y antibióticos menos invasivos. Y quiero decirles que no es lo único que hemos encontrado en tus exámenes, Abigail.
Un nudo se instala en mi garganta. ¿Qué significa eso? El temor de inmediato se abre paso entre toda la ilusión, pero la expresión divertida del doctor me tranquiliza un poco, aunque también me saca de balance.
—Las náuseas que sigues sintiendo no son producto de las quimios. Estás embarazada, Abigail. Felicitaciones.
Esa noticia jamás me la hubiera esperado. Siento mi pulso latir detrás de mis orejas. Mis ojos se llenan de lágrimas instantáneamente y me toma unos segundos caer en cuenta de la realidad.
Estoy esperando un bebé de Harry.
—Seguiremos con antibióticos, pero nos aseguraremos de que éstos no produzcan ningún efecto en el bebé. No es algo muy probable que ocurra, dado que las quimios producen esterilidad de manera temporal, pero en tu caso debe ser que tienes solo un par de semanas, como mucho un mes. Creo que por hoy solo tenemos buenas noticias. Los dejaré un momento a solas.
Apenas la puerta se cierra, me lanzo a los brazos de Harry. Me siento como una gelatina ahora mismo, pero la felicidad que envuelve mi cuerpo es cosa de otro mundo.
—No puedo creerlo —comienzo a sollozar en su hombro. Hago un puño en mi mano con su suéter.
—Yo tampoco, amor... —decir que siento la sonrisa y la alegría en sus palabras es poco—. Vencimos al cáncer y vamos a ser padres, voy a ser papá.
Lo aparto un poco, ambos estamos sonriendo enormemente con lágrimas en los ojos. Entrelazo nuestras manos y suelto una risita.
—Le daremos un hermanito a Shailene —Harry asiente, emocionado.
—No podría haber pedido más. Definitivamente hoy es el día más feliz de mi vida —unimos nuestros labios en un beso que está lleno de ilusiones, de esperanza, de amor y de gratitud.
Gratitud con la vida, por estarme dando una segunda oportunidad, y con ésta, una nueva criatura producto del amor tan intenso que nos tenemos con Harry. Un amor que no se debilita ni flaquea, uno que solo se fortalece y se llena de convicción con cada día que pasa. Un amor que no se vio perjudicado por la lucha contra una enfermedad tan devastadora, sino que me ayudó a ponerme de pie de nuevo.
Puede sonar a cliché, pero es cierto. Los tiempos difíciles no son eternos. Todo pasa, y todo mejora, solo tienes que ser paciente.
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hard times || h.s
RomanceHarry es un padre soltero que hace malabares para intentar darle lo mejor a su hija. Abigail es una chica universitaria que apenas pone su mirada en ellos, no puede alejarse.