extra #1

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(Prometo que esto es lo último doloroso que leerán jeje y aclaro que esto no es después del epílogo, sino escenas extras que no narré anteriormente)


Sarah entró al departamento de su hermano y su primera impresión fue desastrosa. Su boca se abrió en un claro círculo al mirar el caos a su alrededor. Alcohol, alcohol y más alcohol con cajas de pizza, además de desorden.

Su madre decidió darle una semana solo, para que se recuperara y quisiera volver a tomar las riendas de su vida. Con su hermana, le hicieron el favor de cuidar de Shay, pero nunca imaginaron que en esa semana Harry solo se destruiría más a sí mismo.

Sarah suspiró, sin siquiera verlo cerca. Ya sabía que estaba durmiendo en su habitación, pero de todos modos lo comprobó. Más desorden.

Tomó su móvil y pensó a quién llamar. Claramente no quería darle más preocupaciones a su madre. Lo correcto no era llamarla a ella, así que optó por el amigo de su hermano.

—¿Sarah? ¿Todo está bien? —atendió de inmediato William.

—La verdad es que no. Harry está hecho un desastre junto con el departamento. Vine a verlo y... Uf, solo es un horror, no sé qué hacer —la más pequeña contó, mordiéndose un poco el labio inferior.

La verdad es que sentía mucha tristeza y preocupación por su hermano mayor porque todos sabían lo destrozado que estaba Harry, y no tenían ni idea de cómo ayudarlo, pero esto tenía que parar hoy mismo.

—Llamaré a Delphine. Iremos para allá en unos minutos. Quédate allí con él y al menos revisa que esté vivo, ¿si? —suspira William con preocupación.

—Gracias —pronuncia simplemente Sarah para luego colgar.

Delphine se había vuelto muy cercana a todos ellos. Los ha apoyado desde que se enteraron que Abigail tenía cáncer. Ella se estaba transformando en una clase de amiga para Harry.

Sarah camina entrando nuevamente en el cuarto, el mismo donde compartió con Abigail. Quizás no era nada sano que Harry y Shay siguieran viviendo allí, pero el terco de su hermano era imposible de convencer. Querría aferrarse al fantasma del amor de su vida del modo que fuese.

La hermana lo observa de cerca y de inmediato se da cuenta de que su pecho sube y baja con regularidad. Claramente está vivo y no en un coma etílico, pensó con alivio.

Se quedó a su lado en caso de que despertara e intentó limpiar un poco el caos de la habitación, hasta que sonó el timbre.

Corrió a abrir, encontrándose con sus dos salvadores. William y Delphine.

—Hola, chicos —bufó—. Pasen, por favor.

—Esto huele a desolación y mucho alcohol —lo primero que hace Delphine es arrugar la nariz.

—Este hombre se nos está yendo por el mal camino —comenta William haciendo una mueca.

—Está durmiendo. Intentaré limpiar aquí, a ver si ustedes lo ayudan un poco —habla Sarah.

—¿Por qué no vas a casa, linda? —le sugiere Delphine con amabilidad, entendiendo el mal momento que todos están atravesando aún. Solo ha pasado una semana después de todo.

—Llamaré a mi mamá para no preocuparla, pero quiero quedarme aquí. Es mi hermano —pronuncia, dejando de lado la frialdad que la caracteriza.

Delphine le dedica una sonrisa dulce y una mirada de comprensión, asintiendo. Se dirigen junto con William al cuarto y al llegar, ambos se miran, resignados.

hard times || h.sDonde viven las historias. Descúbrelo ahora