matrimonio

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Harry.

Cuando entré a la cafetería y la vi sentada en una esquina, mi corazón dio un vuelco en mi pecho. Aún mantenía todos estos sentimientos alocados sobre Abigail y no sabía cómo manejarlos ahora.

Me acerco a paso lento y cuando estoy frente a ella, me sonríe. Una sonrisa que me hace tambalear.

—Hola, Harry —saluda, con extrema amabilidad.

Estaba usando un blusa color lavanda, la que le quedaba insanamente bien con su tono de piel tan claro. Sus labios solo tenían un brillo labial que los resaltaba, con un maquillaje muy suave. Se veía tan hermosa y tan natural al mismo tiempo.

—¿Cómo estás? —me atrevo a preguntarle, mirándola a los ojos.

—Bastante bien la verdad, ¿y tú?

No puedo evitarlo, me odio por eso, pero la sangre hierve en mi interior. ¿Por qué mierda quiere saber de mí entonces, si está tan feliz?

—Igual —miento con un intento de sonrisa—, ¿estás trabajando?

—Sí, en el Northwestern Memorial Hospital —abro un poco mis ojos por la impresión. Realmente le está yendo muy bien.

—Oh, y... Uhm, ¿hace cuánto estás con  Jhon? —quiero sonar casual y no demasiado interesado.

—Querrás decir Jamie —alza sus cejas, corrigiéndome—. Bueno, lo conocí en el hospital, él es... Médico cirujano. Salimos hace un año.

En ese momento juré que incluso ella escuchó cómo se rompió mi corazón. No sabía qué responder, ni qué hacer. ¿Por qué me citó aquí? ¿Para restregarme su perfecta vida con su noviecito perfecto?

Me sentía enojado, celoso, miserable, sí. Porque la mujer que tengo en frente mío es con la que estúpidamente fantaseé que sería mi esposa algún día. Porque me doy cuenta de que me superó extremadamente rápido cuando yo sigo sin poder ver a alguien más de la forma en que la veía, y veo aún, a ella.

—¿Cómo está Shay? ¿Qué es de tu vida? —pregunta, creo que al fijarse que nada ha salido de mi boca desde su confesión anterior.

Mi hija está genial, pero mi vida es una porquería sin ti, quiero responder, pero me muerdo la lengua.

—Ella... Ella está muy bien, uhm, ya tiene cuatro años. Es una niña muy inteligente —me limito a contestar.

—Lo imaginaba, tiene a quién salir así —me sonríe con gentileza. ¿Me está intentando halagar? ¿Después de haberme roto el corazón?

De repente siento que no puedo seguir aquí sentado frente a ella, como si fuéramos amigos y no existiera un pasado entre nosotros. Me siento ahogado y el aire es pesado. No puedo seguir viéndola porque me duele, duele mucho.

—Harry, ¿estás bien? De la nada te has puesto pálido, ¿qué es lo que...?

Me levanto de la mesa, sintiéndome incapaz de permanecer un minuto más aquí. Mi pulso es errático y quiero salir corriendo. No me siento a gusto aquí. No cuando ella tiene una vida ya hecha y me doy cuenta de que no volveré a ser parte de ésta.

—No, yo... Lo siento, Abigail. No puedo hacer esto —simplemente me alejo y salgo del lugar. Me estaba asfixiando ahí dentro.

Respiro hondo e intento relajarme. Camino directo hacia la jodida plaza que hay frente a la cafetería. Cada paso se siente un poco más liberador que el anterior, sabiendo que me estoy alejando de Abigail y de su perfecta vida.

Tengo que olvidarla, tengo que olvidarla, no puedo seguir así.

Me siento en una de las bancas y me obligo a mí mismo a tranquilizarme. Siento un nudo en la garganta que duele profundamente, pero lo ignoro.

hard times || h.sDonde viven las historias. Descúbrelo ahora