efectos colaterales

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Harry.

Desde la primera quimioterapia lo supimos. Éstas tenían consecuencias aún peores de las que imaginamos. Abigail no podía mantener ni un vaso de agua en su estómago y se la pasaba dos días enteros vomitando la misma nada una y otra vez.

Íbamos en el segundo mes de quimioterapia cuando su cabello comenzó a caerse. Desde ese momento, todo se ha sentido de algún modo más real, más brutal. Un cambio físico de esa magnitud pesa y duele en todos, porque representa algo aún más duro.

La primera vez que sucedió fue cuando un día nos estábamos besándonos. Fue un puto desastre y me sentí tremendamente culpable. Tomé su cabello sin siquiera halonear de el, fue solo una caricia de mi mano en las hebras castañas, pero luego solo tenía en mis dedos un gran mechón de su pelo. Abigail se comenzó a reír y lo tomó con más humor del que yo podría alguna vez tener, con toda la vitalidad y energía que sigue intentando demostrar, pero me sentí de igual modo como un imbécil.

El cansancio se notaba en su persona. Cada vez estaba más delgada y solo llevaba tres meses de quimio. Estaba más pálida de lo que ella era, eso quiere decir que parecía un fantasma, sí, pero mantenía esa sonrisa tan viva de siempre. Me sobran dedos si tuviera que enumerar los días en que ella ha estado decaída.

Yo estaba trabajando por las tardes, organizando un par de eventos y colaborando con la parte administrativa del restaurante de mi mejor amigo. Tengo la fortuna de trabajar con él, así que hablé con William y eso me facilitó un montón las cosas. Tengo permitido hacer la mayoría de cosas en casa y no tener que salir cada día, porque lo que menos quería era dejar sola a Abigail.

Shailene comenzaría el jardín infantil en un par de meses y estuve mirando algunas opciones, pero sé que tengo que matricularla en alguno con urgencia. Es solo que no tengo cabeza para todo lo que está sucediendo en mi vida y me faltan horas en el día, pero tenía que afrontarlo. Eso estaba claro, no tengo otro opción.

Abi habló con Shay a solas hace un tiempo. No sé exactamente qué le dijo, pero funcionó para tranquilizarla y hacerla entender que estaba un poco enferma, pero con ayuda de unos tratamientos (que la pondrían un poco fea), se recuperaría. Palabras de ella.

Mi chica también llamó a su madre y le explicó lo que sucedía. No sabía claramente en qué situación se encontraban o cómo era su relación, pero ella logró convencerla de que no era necesario que viniera, aunque yo sigo creyendo lo contrario.

Camino hacia el cuarto, para ver a Abigail y si ha despertado. Ha estado durmiendo desde que llegó del hospital. La quimio hoy le hizo pésimo.

—¿Nena? —susurro, acercándome en silencio. Me siento a su lado en la cama y la veo abrir sus ojos con pesadez. Se ve extremadamente cansada y eso me rompe el corazón.

—¿Uhmm? —responde, mirándome con una pequeña sonrisa.

Admiraba su fuerza interior. No sabía cómo podía seguir riéndose a pesar de todo esto y cómo es que se mantenía con humor.

—¿Cómo te sientes? —inquiero, acariciando su mejilla. Mi pecho se aprieta al pensar en todo el coraje que tiene, la valentía que demuestra día a día.

—Estoy bien —rueda sus ojos, lo que me hace sonreír.

—¿Quieres que te traiga algo de comer? Lo necesitas...

—No tengo hambre —niega suavemente—. Pero hay algo que quiero hacer hoy.

—¿Qué es? —frunzo el ceño, interesado en lo que me vaya a decir.

—Es momento de cortar todo esto, ¿sabes? —se toca el cabello, con mucho menos volumen por todo el que ha perdido.

Mi corazón se encoge, pero asiento y me las arreglo para sonreírle.

—Sí, haremos lo que tú quieras —le aseguro, antes de dejar un beso en su frente.

—Bien, aún tengo fuerzas para levantarme —suelta una risita—. Siempre quise raparme, ¿sabes? Para sentir lo que sintió Britney Spears.

No puedo evitar soltar una carcajada. Dios mío, esta mujer era increíble. ¿Cómo es que estábamos pasando por esto?

—Vamos, mi amor —le tiendo mi mano para que se apoye—. ¿Lo quieres hacer tú sola?

—Sí, he rasurado cabezas antes en el hospital. No es tan difícil.

—Espero que no te arruines la cabeza. Deberíamos ir a un salón, estás loca —la abrazo y la mantengo junto a mí por bastante tiempo.

—Tú eres demasiado cuerdo —me guiña un ojo.

Tiene razón. Lo soy. Es por eso que nos hemos tomado esto tan distinto.

•••

—Uhm... Voy a verme fatal, joder, ¿qué estoy haciendo? —se ríe y pasa las manos por su rostro.

—Hey, amor, mírame —ahueco sus mejillas y rozo nuestras narices—. Eres hermosa, lucirás hermosa sea como sea, ¿si?

—Voy a parecer Gollum del Señor de los Anillos—gimotea, abrazándome por el cuello.

—Abi, eres la mujer más hermosa que he visto en mi vida. No me importa cómo mierda crees que vas a lucir, para mí siempre serás igual de preciosa. La verdadera belleza no está en lo físico, sino en tu interior, en la fortaleza que estás demostrando ahora, en tu coraje, en tu humor, en tu sonrisa, eso te hace hermosa.

Ella se queda en silencio para luego mirarme y asentir. Sonríe y besa mis labios. Cierro mis ojos y disfruto del momento. No es un beso intenso ni brusco, es todo lo contrario, porque tengo miedo de hacerle daño.

Siento que está tan frágil que no me atrevo casi a tocarla sin pensar en que se va a quebrar como una muñequita de cristal, por más que me duela aceptar eso.

Una hora después Abigail se está mirando al espejo con su nuevo look. No hay ni un solo cabello en su cabeza y no creí que podría lucir así de magnífica.

Sonrío enormemente y la abrazo contra mi cuerpo, besando una y otra vez su cuello.

—¿Lo ves, muñeca? ¿Lo ves? Te ves hermosa, joder, tienes una cara de ángel —ella se ríe y se voltea para besarme de nuevo.

—¿Te gusta? ¿No luzco tan mal? —me hace una mueca.

—Te aseguro que estás preciosa, Abigail —admito, acariciando su mejilla.

—¿Papi? ¿Mami? —abro mis ojos enormemente al escuchar a Shay.

No puedo creer que le haya dicho mamá a Abigail. No puedo creerlo. Es la primera vez que sucede, o al menos que yo lo escucho.

—Mira, ¿qué te parece mi nuevo look, princesa? —le guiña un ojo.

No sé si puedo permanecer mucho rato más junto a ellas, viéndolas interactuar. Abigail es una madre ahora para Shailene. No sé si eso pueda ayudar a darle un impulso a Abi para seguir luchando, pero espero de todo corazón que así sea.

—Wow, te ves muy cool —se ríe Shailene, acercándose a abrazarle las piernas.

Mi chica la levanta en brazos y comienza a besarle el rostro. Son adorables, tanto que me duele el corazón y siento un nudo en mi garganta.

—Abs, nena —le digo suavemente, intentando advertirle que es mejor no hacer esfuerzos tomando en peso a Shay.

—Estoy bien, cariño —me confirma, divertida. Probablemente piensa que soy un pesado, pero solo me preocupo por ella.

Ambas sonríen y me pregunto si será posible observarlas de ese modo por muchos años más. Me pregunto si lograremos realmente vencer esto y solo será un mal recuerdo, porque de otro modo, no hallaría palabras suficientes para explicarle a Shailene cómo es que la que ahora considera su madre se escapó de nuestros dedos como simple agua.

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He disfrutado mucho reescribiendo esta historia y publicandola, debo admitirlo.

A ustedes les gusta? Su opinión es realmente importante y me encanta leer sus comentarios!❤️

Un beso, cuidense mucho y hasta el jueves xx

hard times || h.sDonde viven las historias. Descúbrelo ahora