no quiero juegos

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Abigail.

Le termino de contar a Evelyn todo lo que sucedió. Para variar, su reacción es algo dramática. Se tapa el rostro y exclama:

—¡Dios santo! ¡Eres una tonta, Abi! ¿Cómo mierda se te ocurre de nuevo caer por Harry? —me mira como si me hubiese convertido en un alien.

—¡Hey, tú misma lo invitaste a tu boda! ¿O se te olvidó eso? —arqueo mis cejas y me cruzo de brazos.

—¡Claro que no se me olvida, pero lo hice exclusivamente para que viera que estás feliz con otro! ¡No para que le pidieras su número de celular! —pone los ojos en blanco.

—Evelyn, se supone que eres mi amiga —le reclamo.

—¡Y lo soy! Siempre he querido lo mejor para ti, y Harry no es eso precisamente...

—¿Por qué no te gusta, Eve? ¿Cuál es el problema con él? —suspiro, ya abatida. No me molesto en ocultar lo decepcionada que me siento.

—No necesitabas una hija postiza cuando estabas en la universidad, mucho menos lo haces ahora, cuando tienes un trabajo exitoso —bufa.

—Nunca voy a dejar de quererlos —le confieso, sintiendo un nudo en mi garganta.

—Y eso está bien —se encoge de hombros—. Pero no significa que debas lanzarte a sus brazos de nuevo, tienes una pareja ahora —me recuerda, con actitud reprobatoria.

—Ni siquiera puedo mirar a Jamie a la cara —admito, en el límite de perder la cordura y pasar a la histeria.

—Escucha, Abigail... —respira hondo y me mira con mucha seriedad—. Por primera vez te daré una opinión, dejando de lado lo que pienso sobre Jamie o Harry.

—Te escucho —suplico.

—Haz la mierda que te dicte tu corazón. Deja de pensar en lo que pasaría si, y solo atrévete. Ve por quien realmente ames y creas que te hará feliz. Necesitas pensar en ti y en tu felicidad, antes que cualquier otra cosa o persona.

—Pero me da miedo —me muerdo el labio inferior, temerosa. Es justo cuando mi teléfono empieza a sonar. De inmediato el nombre de Harry se
hace presente y Evelyn hace una mueca molesta en broma.

—Adelante. Ha pasado una semana desde su encuentro y el tipo debe estar como loco por no saber de ti.

Asiento y cojo el móvil. Contesto la llamada y me llevo el aparato a la oreja, sintiendo los nervios aflorar.

—¿Hola? —contesto.

—Abigail... —suspira de inmediato y el tono necesitado con que pronuncia mi nombre hace latir mi corazón más fuerte.

—¿Estás bien? —es lo primero que pregunto.

—Sí, pero en serio necesito verte. Por favor —no paso desapercibida la petición en su voz.

De pronto el chico fuerte y valiente que ha sacado adelante solo a su hija parece esfumarse y solo soy capaz de escuchar el alma de un niño que desea algo con todas sus fuerzas detrás de la línea telefónica.

—Y-yo... —balbuceo sin saber qué decirle.

—Dijiste que llamarías. ¿Qué hice mal? Pensé que... —suelta un respingo y se acalla.

—¿Estás libre? Puedo pasarme para que hablemos —sugiero rápidamente.

—Sí, suena bien —el pequeño cambio ansioso en su voz me llena de una esperanza abrumadora.

—Por favor, solo sé jodidamente feliz de una buena vez. Te lo mereces, aún si es con ese idiota —mi amiga me dice cuando dejo el celular.

—Gracias, Eve. Sabes que siempre me ha importado tu opinión.

hard times || h.sDonde viven las historias. Descúbrelo ahora