Maratón 3/3
Abigail.
Me siento junto a Harry, viéndolo cabizbajo y encorvado. Su rostro reposa en sus manos. Los brazos apoyados en las rodillas. Suspiro y tomo sus manos entre las mías, apartándolas de su cara. Tiene las mejillas rojas y los ojos vidriosos.
—Así que... ¿Esto es todo? ¿Te das por vencida conmigo? ¿Simplemente adiós? ¿Solo rompes conmigo y ya?
El dolor se reflejaba en sus ojos y confirmo una vez más que él es la persona más pura, leal y genuina que he conocido. No podía encontrar ni una gota de maldad en su persona, por más que intentara buscarla.
—Ninguno de los dos somos lo que necesita el otro en este momento, ¿sabes? —hago esfuerzos inhumanos para no largarme a llorar. Mis palabras son dichas con delicadeza y pesadumbre. No soportaba estarlo haciendo sufrir. Estarnos haciendo esto.
—Abi... —su voz tiembla—, tú siempre vas a ser lo que yo necesito.
Mis ojos se llenan de lágrimas y solo lo abrazo con fuerza, dejándome llevar por su aroma masculino que tanto me hace perder la cabeza. Esto no será nada fácil.
—Te quiero mucho, ¿si? No quiero que terminemos esto de mala manera, Harry, y-yo... —él esconde su rostro en mi cuello.
—Solo... Por favor, no te vayas hoy. Te lo suplico —pide con fervor, aferrándose a mí como si su vida dependiera de ello.
—Harry... —estoy preparada para negarme, pero él me interrumpe con real aflicción.
—Abi, te lo suplico —una vez más me lo dice, pero esta vez con voz estrangulada y acompañado de más lágrimas en sus ojos.
—Shh, está bien, está bien —acaricio su cabello y nos quedamos abrazados por lo que parece una eternidad.
Ninguno de los dos quiere soltar al otro primero, pero soy yo quien lo hace, sintiendo la necesidad de decirle un par de cosas más que no puedo dejar pasar.
Él está hecho un desastre, y estoy segurísima de que yo también, ambos somos un lío. A mí me arden los ojos por tantas lágrimas derramadas y siento que el nudo en mi garganta no desaparece. Harry tiene el rostro enrojecido, los ojos inyectados en sangre, su nariz hinchada y los labios irritados por mordérselos.
Las lágrimas aún no nos abandonan, pero ya estamos más tranquilos. Él se sorbe por la nariz y se pasa una mano por el cabello desordenado, dejándolo aún más alborotado, pero es una imagen digna de apreciar. Siempre lo es.
—Hey, quiero que... Bueno, sé que esto no es lo más sano del mundo, pero debes saber que si necesitas algo, lo que sea, estaré disponible, ¿si? No dudes en llamarme si necesitas ayuda —tomo su mano y la acaricio. No podía simplemente marcharme y ni siquiera ofrecerle aquello.
Sabía que él no lo haría, pero me sentía mucho más tranquila haciéndoselo saber de todos modos.
—¿Puedo preguntarte algo? —su voz está jodidamente ronca.
Sí, somos un lío.
Asiento, mientras llevo mi mano a su mejilla y limpio el rastro de las lágrimas, pero aprovecho de acercar su rostro al mío.
—No quiero dejar de verte —admite,
le tiembla el labio inferior y un puchero adorna su boca.—Yo tampoco a ti —la resignación presente en mis palabras, mientras beso su mentón— ¿Qué querías preguntar? —le recuerdo.
Acaricio su mandíbula y pego mi rostro a su cuello. Sus vellos se erizan y quiero llorar de nuevo por provocar esa reacción en su cuerpo.
—¿Joe tiene que ver con esta decisión? —su pregunta casi me causa gracia, sino fuera porque estábamos tan tristes. Me aparto para mirarlo a los ojos.
—Escucha, respecto a eso y lo que me dijiste hace rato... Que haya tomado esta decisión no tiene que ver con nadie más que nosotros. Y ese montón de mierda que me dijiste sobre que no tenías nada para ofrecerme, o que no eras divertido, o que no parecías un modelo... —me río—, es la estupidez más grande del mundo entero. No estamos terminando esto por falta de amor o porque no funcionemos, sino porque somos personas adultas.
—Tú estás terminándolo —recalca, con indignación.
—Sí, de acuerdo —le doy la razón—. Pero solo quiero que sepas que para mí siempre vas a ser la persona más genuina, adorable, divertida y linda del mundo. Siempre has sido perfecto en mis ojos, Harry. Ni siquiera pienses en compararte con otros chicos. Mucho menos físicamente. Y la verdad te pido disculpas por herirte de ese modo, ahora sé que estuvo asquerosamente mal lo que hice, porque te hizo daño. Joe no te llega ni a los talones en ningún sentido.
—¿Por qué me estás diciendo esto ahora? —frunce el ceño, confuso y dolido.
—Porque supuse que necesitabas escucharlo. Nadie se te compara, Harry. Eres responsable, eres el mejor padre del mundo, eres... Eres magnífico, ¿si? Nunca pienses lo contrario.
Harry junta nuestros labios de imprevisto, dejándome casi sin terminar mi frase. Mi primera reacción es apartarme un poco, pero él me atrae contra su cuerpo y me exige seguirle el paso.
Nunca había sentido tanto dolor al dar un beso. Por un lado estaba el dolor que sentíamos emocionalmente y por otro el físico, por la fricción de nuestros labios, moviéndose desesperadamente, con ansiedad y corazones rotos de por medio.
—Por favor, por favor, Abi, no te vayas. No te vayas, no te vayas, te necesito, nena —cuando siento un sabor salado en mi boca, no sé si soy yo, él o ambos los que estamos llorando nuevamente.
—¿Quieres que me quede esta noche? —no soy consciente de lo que le estoy ofreciendo, nunca puedo pensar con claridad cuando tengo sus labios pegados a los míos.
—Por favor —perdí la cuenta de todas las veces que me ha suplicado algo esta tarde.
Peino su cabello hacia atrás y él sonríe con demasiada tristeza impregnada en ese simple gesto.
—¿Cuándo será el tiempo indicado para nosotros? —su pregunta me hace abrazarlo de nuevo, querer consolarlo si es necesario, porque suena vulnerable como un niño.
—Lo sabremos cuando sea —le aseguro, sintiendo una certeza abrumadora por un segundo.
—¿Y si no?
—También lo sabremos.
Esa noche, la hicimos nuestra. Dormimos en la otra habitación, y hacemos el amor no una, sino varias veces. Harry me abrazó durante toda la noche, con el miedo impregnado en su agarre.
A la mañana siguiente, no pretendo despertarlo. La tarde anterior arreglé mis cosas, así que simplemente le dejo todo listo a Harry para que le prepare la mamadera a Shay que despertará en nada y me voy, recordando lo mucho que él menciona siempre cuánto le cuesta desperezarse por las mañanas.
Una punzada de dolor en mi corazón. Ahora se hacía real mi decisión. No lo pienso mucho, porque si lo hago, sé que me quedaré parada aquí como si mis pies tuvieran bloques de cemento.
Así que salgo del departamento. Y no recaigo en que probablemente no vuelva a pisar ese lugar jamás hasta que estoy arriba del taxi y miro por última vez el edificio que fue mi hogar por muchísimos meses.
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Fin del maratón, lamentablemente ejjej. Espero que les haya gustado!!! No saben lo que se viene jj. Las cosas se ponen intensas.
Muchas gracias por leer, un abrazo enorme y hasta el lunes xx
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hard times || h.s
RomanceHarry es un padre soltero que hace malabares para intentar darle lo mejor a su hija. Abigail es una chica universitaria que apenas pone su mirada en ellos, no puede alejarse.