una carta

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Último capítulo.

Una semana después...

Harry.

—Shay, por favor... Necesito dejarte con la abuela. Tengo que hacer algo importante —no quiero ser brusco con ella, pero estos días han sido una mierda para todos y ya casi no quedaba una gota de paciencia en mí.

Abigail nos había dejado hace exactamente una semana. Y con ella, se fueron todas las ilusiones que habían vuelto a aparecer en mí.

Su madre tomó un vuelo directo hacia Chile tan solo hace dos días. Debo reconocer que fue un gran apoyo y tenerla aquí fue un regalo. En poco tiempo, formamos una buena relación, así que prometimos no perder el contacto.

Quizás, algún día pueda viajar a conocer el país donde creció Abi por mi cuenta. Algún día, cuando esté más repuesto, menos hecho mierda y tenga ganas de hacer algo nuevamente.

Dado que dejé el trabajo extremadamente botado y mi amigo fue muy paciente y comprensivo, hoy me pasaría a dar una vuelta por allí. Ni siquiera tenía cabeza para eso, pero quizás me serviría para distraerme un poco y conversar con William.

Estaba omitiendo un detalle. Sí. Y es que después de visitar a mi mejor amigo y socio, haría una visita extraña.

Evelyn me llamó para que fuera a su casa. Sé que suena raro y que nunca llegamos a llevarnos bien siquiera, pero en estos momentos estoy tan desamparado que incluso si visitarla ella, que fue una de las mejores amigas de Abi, me devolviera un poco de su esencia, lo haré sin rechistar.

Además, sé que la mujer no me llamaría si no fuera para algo realmente importante, así que me declaro algo ansioso y nervioso por esa visita.

—Quiero a mamá, no lo entiendes, ¡quiero verla! —comienza a sollozar mi pequeña. Le dedico una rápida mirada por el espejo retrovisor. Me quedan solo un par de calles para llegar a casa de Beth.

—Hija, hablamos de esto... Por favor, por favor —termino susurrando, sintiendo los pedazos diminutos que me quedan de corazón comenzar a resquebrajarse.

—¡Extraño tanto a mami! —los hipidos de Shay son todo lo que escucho en el auto. Conduzco con rapidez hasta que estaciono afuera de la casa de mi madre.

Me bajo del coche y abro la puerta del asiento trasero. Mi pequeña tiene el rostro rojo y bañado en lágrimas.

Quiero decirle que me siento tal cual como ella se siente, que no somos muy distintos en este momento.

—No puedo hacer nada, amor —le susurro, desatando las amarras de la silla—. Si pudiera, créeme que la traería de vuelta, pero no puedo —mi voz se rompe al final, así que me aclaro la garganta y seco sus lágrimas.

La tomo entre mis brazos y cierro la puerta del coche. Camino hacia el porche de la casa, pero siento a Shailene aferrada a mi cuello, aún llorando más bajito.

—Te prometo que lo superaremos, princesa —y no sé si se lo aseguro más a ella o a mí mismo.

Toco la puerta y mi madre nos abre de inmediato. Sarah está detrás, en el sofá.

—Hola, cielo —le entrego a Shay, sin siquiera querer pronunciar alguna palabra, pero ella se da cuenta—. Sarah, ve a Shay —mi pequeña se deja levantar por su tía y la abraza, aferrándose a ella.

Mamá acuna mi rostro de inmediato, pero yo escupo las palabras como si me estuviera ahogando.

—Cuida a Shay, por favor... Ya no sé qué hacer. Extraña tanto a Abigail y está de mal humor, llora... No puedo lidiar con esto, mamá, no puedo...

hard times || h.sDonde viven las historias. Descúbrelo ahora