Capítulo quince.

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Los seres humanos somos curiosos y nos fijamos constantemente en nuestro alrededor para buscar respuestas a los sucesos que ocurren o las personas con las que interactuamos, además, intentamos buscar el sentido a nuestra vida, por lo que siempre estamos cuestionándonos cosas y haciendo preguntas que nos permitan obtener más información, así como tener una mayor explicación a lo que sucede nuestro entorno o nuestra vida.

Yo, desde pequeña había sido ese tipo de persona que se hacía preguntas por todo. ¿Por qué sucedía esto, o por qué aquello? Creía que todo tenía un por qué, un trasfondo oculto del que quizás y sólo quizás no éramos conscientes al cien por ciento, preguntas que los científicos no habían podido resolver, secretos de la vida.

¿Cómo sabemos que el tiempo se mide en segundos? ¿Habrá vida en otros planetas? ¿Hay vida después de la muerte? ¿Dios existe? ¿De dónde proviene el ser humano?

O cosas tan estúpidas como, ¿Hasta dónde se lavan la cara los calvos?

Pero sin duda alguna, la pregunta que más me había estado dando vuelta estas noches era la razón de Cameron de ser como era, el por qué de su violencia hacia todos los demás, el por qué de su desconfianza con todos. Porque recuerdo perfectamente, que cuando fui obligada a dormir en la misma cama que él en la casa de su hermano, Cameron no pegó ojo en toda la noche. Cada vez que despertaba por algún motivo, él estaba despierto mirando hacia el techo. Nervioso. Y aquello no era normal.

Y la pregunta que más me rondaba en este momento era, ¿Por qué era así?

¿Cuánto debe se sufrir una persona para convertirse en un ser despreciable? Siempre creí que la solución a todo eran las palabras, era intentando entablar una conversación tranquila y a gusto, y resolver las diferencias.

Hasta que lo conocí a él.

A mi su delirio, mi perdición, mi Ángel, mi tormento personal.

Cameron Black; un empresario años mayor que yo, con el dinero suficiente como para mantener un país en desarrollo, con la astucia de un ser humano arcaico, con la reputación de un demonio. Y era digno de ello.

Su forma de tratar a los demás era repulsiva, la manera en la que agredía a las personas era tortuosa de ver, y su egoísmo era tan visible como el sol.

De todas las personas en el mundo, ¿Por qué yo? ¿Por qué, en todo el mundo, mi destino estaba tan enlazado con el de él? ¿Por qué, con una persona tan vil?

Me observé al espejo, no hablaba con Cameron desde hace unos días. Estaba segura que trataba de esconderse de sí mismo. Mis brazos parecían mejorar, las marcas de sus manos casi ya no existían, y me alegraba demasiado por ello.

Recuerdo cómo ayer mandó a Viana a mi habitación con una nota.

«Mañana debes de estar lista a las tres cinco de la tarde. Cena familiar.»

Y aquí estaba, un vestido color coral cubría mi cuerpo, junto con unos tacones blancos que le sentaban muy bien. Coloqué una chaqueta sobre mi cuerpo, pues el clima en Zurich no era muy regular estos días, era peor que el estado de ánimo de Cameron.

Dos toques secos a la puerta me liberaron de los pensamientos y las preguntas que tenía hacia Cameron. Podría dejarlo para más tarde, era demasiado terca y necesitaba saber el por qué de su actitud, el por qué de todo.

Tragué saliva y abrí la puerta, me sorprendí al ver a una mujer de más de mediana edad  frente a mi, lucía elegante, tenía un vestido color crema sobre ella y me miraba despectiva, de arriba abajo como si me tratase de cualquier objeto.

CRUELDonde viven las historias. Descúbrelo ahora